Capítulo dos: La Mansión y sus Secretos

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Los rayos de sol hacían brillar algo, una piel parecida a la porcelana, tersa y suave, de uno de sus brazos finos y delgados, que se dejaban ver por fuera de la sábana que la cubría, al igual que unas piernas encogidas y de lado, y se miraba cierta parte de su trasero.

Esta chica despertaba, ya de su bello letargo, el cual se repetía... Pensándolo bien varias veces se había colado en sus noches tranquilas, pero despertaba justo en la parte más importante; cuando ella y su rubio estaban a punto de...

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El sueño

Hinata reía en compañía de Naruto, viendo como el sol se desperdigaba en tonos naranjas y rojizos en las nubes, sus pies estaban llenos de arena tibia, mientras murmuraban a gusto, reconocía un burbujeo azotando sus oídos a diferencias de milésimas o al menos su cerebro esa experiencia de profundidad proveía, había un crujido tenue saliendo al ras de sus pies y luego arrastrándose fuera de ellos.

No podía recordar de qué hablaban... De repente vieron una ola más grande que las anteriores.

Naruto y Hinata intentaban ponerse de pie lo más rápido posible y correr para que esa ola no les dejara un recuerdo salado y bastante arenoso.

—Ay —fue lo único que pudo pronunciar Hinata antes de meter el pie por un pequeño hueco que había en la arena (Un nido de tortugas, sin tortuguitas) y caer.

Naruto al intentar tomarla de la mano resbaló, por la arena tan débil que dejó la ola, cayendo encima de Hinata, colocando sus codos para no lastimarla, quedando de frente uno al otro, sus miradas se entrelazaban.

—Na-Naruto-kun —dijo Hinata al verlo tan cerca de ella y sonrojándose notoriamente.

—Hinata-chan —viéndola tendida y sonrojada en la arena susurró.

Quedando así atrapado Naruto, por esos ojos perlados que nunca había visto, más bien, visto tan de cerca, poco a poco iban acortando la distancia entre sus labios que buscaban por ser unidos, exigían más bien.

Ella sentía sus respiraciones entrelazándose, sus labios temblaban, su corazón latía sin medida, eso, eso era lo que sentía por él. Esos nervios que tenía, incluso segundos antes de besarlo, sentía como su cuerpo se debilitaba al tenerlo allí, frente a frente, un impulso eléctrico recorrer por todo su cuerpo, eso era lo que sentía, el amor. Eso sentía...

—Naru... —pronunció finalmente.

Fin del Sueño

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Siempre despertaba ahí, justo antes de hacerlo, por qué no podía besarlo y luego despertar ¿por qué?

— ¡Uhm! —e hizo un puchero al pensar en ello.

Se sonrojó al punto de sentir caliente el rostro, al ver cómo estaba pensando, se sentía algo pervertida por estar deseando besar a su rubio en un sueño, pero... era injusto o eso pensaba. Ella que pues desde su niñez, se había sentido atraída por Naruto y durante su adolescencia también, ella deseaba decirle a Naruto lo que sentía, pero no tenían una relación muy cercana que digamos, así que, de primero, sería acercarse más a él imaginó, pero siempre que lo hacía, pareciera que no hubiera una conexión, bufó al pensar en sus flaquezas.

—Bueno ¡ya tendré oportunidad!

Luego se cuestionó pensando; ¿En serio? ¿pasará?

En vez de seguir con esta lógica circular se levantó de su cama, por otra parte, ella tenía un cuarto muy distinto al de cierto rubio, del otro lado de la aldea, quizás ese era un problema, sus diferencias. Luego de una ducha, se dirigió la ojiperla a la mesa para desayunar.

El Amor y sus EncaucesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora