Capítulo ocho: La Singularidad de los Baños Matutinos

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Buenas, este capítulo retoma la noche de la fiesta, lo digo por si genera alguna confusión saltar de la enfermedad a aquí.

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Mientras que del otro lado de la aldea. Los 10 minutos que Naruto esperó para que ella llegara a su morada, no fue sino Hinata esperando un tiempo afuera para hacer menos obvio donde quedaba, ella ignoraba que el rubio estaba muy alejado de poder pensar esto, pero era una razonable acción. Una vez dentro sintió un alivio, no sabía cómo obtuvo tanto coraje, seguridad, ideas, de dónde hubieran salido era seguro le era ¿ajeno? sin divagar, esta chica, en tan pocas veces estuvo sonrojada, enamorada y feliz, muy, muy feliz al mismo tiempo, Naruto había sido muy atento con ella, dulce, caballeroso, abierto, había sido su mejor noche.

—Sublime —pensó.

La había llevado a un lugar muy bonito, su apreciación por el cielo, esas estrellas, planetas, la luna, el árbol, se sentía más cerca de él, además quien sabe qué planeaba con los nombres en el árbol ¿escribiría el de ella realmente? Cuando se enterara de la identidad. Sin olvidar ese beso... aunque fuera fugaz fue un auténtico y real atraco a Hinata, de nuevo ¿cómo lo hizo? y así imaginaba todas esas cosas sucedidas por la magia del ¿amor?

—Tengo que verlo otra vez...

—Tengo que verla otra vez...

Se escuchó en las dos habitaciones, dos personas anónimamente enamoradas, que estaban lejos, pero sus corazones para nada.

Naruto pensaba; en cuándo se reencontrarían, que debería hacer, pensar, decirle, ¿llevarla a algún lugar? ¿de dónde era ella? Un sinfín de ideas deambulaban por su cabeza.

Y Hinata; ¿dónde? Cuál ropa usar, ya que si usaba la habitual él notaría que era Hinata Hyuga, ¿debería usar el antifaz?

—¡Desde luego Hinata! ¿en qué estás pensando?, pero... ¿Cómo hacerlo? sin que se diera cuenta que era ella...

Mientras Naruto se levantó para presenciar de nuevo la hermosa luna que le recordaba a la chica ojiperla, veía como caía la lluvia, se veía tan tranquila la aldea, giró la cabeza un poco y vio un papel en la mesa.

— ¿Pero esto qué es? —dijo Naruto recordando algo relacionado con ese papel—. Primer punto... —empezó a balbucear lo que estaba escrito, luego lo recordó.

Sin saberlo había detallado cercanamente lo que le había acontecido, ella no lo persiguió en ningún momento, emanaba rareza a kilómetros, y no importaba cuántas chicas recordaba, ninguna era similar...

— ¿Cómo lo hago? —se preguntó Hinata sentada en la bañera, a punto de darse su baño—, Necesito de un lugar donde estemos solos, que sea tranquilo, además de que no tengo que dar ninguna idea de que soy yo —respondió dando un paso hacia su encuentro.

El chico de cabellos rubios sentía suficiente reposición de su cuerpo, decidió ir a bañarse también, pensó en algo que desde que inició a tratar su cáncer se enteró, las tabletas eran para tratar de mantenerlo controlado, pero según Tsunade.

—Tenía cerca de un año y medio, puede ser un poco menos y escasamente posible que más... —dijo Naruto para sí mismo—. ¿Me dará tiempo de conocer a esta chica? ¿Por qué tuve que conocerla ahora? ¿Qué me pasará? ¿y a ella? —esas preguntas rodaban en la cabeza de Naruto intentando hallar una respuesta.

Era un poco desconsolante porque sí establecían una relación tenía que contarle, no había juntado el valor suficiente para que sus amigos lo supieran y ¿ahora ella? él conocía el dolor y un tremendo vacío dentro del corazón de alguien, por la ausencia, era muy fuerte, a cómo iban las cosas no había mucho porque sería complicado, fuera de amigos pero más cosas a la cajita de sentimientos deja un dolor bilateral, que muchas veces te acorta la vida, sufriendo por lo que aún no ha pasado, te hace deprimirte. O eso le explicaron.

El Amor y sus EncaucesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora