Capítulo quince: Cuarto de Lavado

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— ¿Te gusta? —preguntó el joven con sus manos extendidas a los lados.

—Jamás pensé que tú tendrías tan hermosa casa, en especial porque está a las afueras ¿Tú la construiste?

—Tuve que ver algo en el diseño, sí, y sinceramente me gustó el resultado ttebayo.

—De todas formas Naruto estoy muy apenada y ahora con más razón, dime qué puedo hacer para que te sientas mejor —viendo hacia sus manos, las cuales chocaban sus dedos entre sí.

—No necesitas comprobarme eso Hinata. Lo sé, puedo verlo dentro de ti, o sea leer tu mente...

— ¿Qué tú qué?

—Como lo oíste. Ahora sé que piensas... —vio a Hinata con una sonrisa que pronto estallaría, afirmando—. Justo ahora, te quieres dar una refrescada para hidratar tus poros.

—Qué poder más asombroso Naruto-san ¿Cuántos dedos tengo detrás de la espalda?

Y rodeó a Hinata con sus brazos por encima de la cadera trayéndola hacia él y el agua tibia del otoño, con un intento de escape, risas, y silencio. Paz de la cordillera, pilar del nidito de los jóvenes 7w7 ¡SPLASH! Se oyó por la nueva casa del joven abanto.

De pronto, la vio dar un salto, expulsando una corriente de agua mientras salía a la superficie, Hinata posaba como toda una modelo en el agua (manos en la cintura y las gotas recubriéndole su tez clara, otras gotas caían en cámara lenta a su alrededor).

—Necesitaba vengarme por lo del ascensor —dijo Naruto apartando su pelo del rostro, después de salir del agua.

Hinata solamente asintió a lanzarle una ráfaga de agua a la cara, Naruto se rió, nadaron hacia la orilla saliendo de su refrescada, parecía que se les olvidó, a Naruto su enfermedad, y a ella la extrañez de él y sus un tanto complejas formas de demostración de ¿amor?

—Discúlpame por esto Hinata, arriba hay toallas —dijo señalando hacia el segundo piso, y pensó un poco—. Sabes qué, yo iré por ellas y tú adelántate al cuarto de abajo, ahí hay una secadora podrías secar tu ropa sin problemas.

Dicho y hecho, el rubio se fue empapando todo a su paso, subiendo los escalones de haya, consistiendo estos en unas huellas, el descansillo a mitad de las mismas y un reluciente vidrio con un tono verde durante el día, dividiendo ambas composiciones de escalones. Naruto daba pasos lentos intentando no salpicar ni una sola gota, después de su gran esfuerzo por dejarlo brillante, poco a poco le estaba tomando las riendas desde un principio a la responsabilidad, quién sabe qué personas lo llegarían a visitar y se distraía de lo rutinario ordenando su futuro hogar. Llegó al segundo nivel sin problemas, se asombraba siempre al ver esa madera tan fuerte del árbol que bajo ningún concepto dejó se cortara durante la construcción y en cambio erigió al pie de él, sacudió su cabeza y se dirigió a su cuarto, atrás de él en el mismo corredor tenía un pequeño mirador hacia el patio frontal, por donde habían entrado, y su obra maestra, el ascensor escondido dentro del tronco del árbol, al cerrarse la puerta estaba camuflada con un diseño del mismo pedazo de tronco que se cortó.

Empezó su camino por el corredor, el flanco izquierdo tenía un cuarto con algunos utensilios de ejercicio, a la derecha tenía un cuarto vacío, llegó a la bifurcación, dos caminos que rodeaban aquel árbol que estaba protegido por vidrios simétricos a sus cuatro lados, igual que todos los bordes de la casa, llegó a "la convergencia", el lugar donde todo el aire que fluía en la casa se juntaba, lo hacía sentir como que de tanto en tanto alguna de sus millones de partículas se desprendía de su estructura y "viajaba" por el espacio-tiempo. Quién sabe incluso podría llegar hasta Jápeto o Titán.

El Amor y sus EncaucesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora