Capítulo dieciocho: Rollos Zenzai

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«¡Nada es más triste que el recuerdo de la ventura, en medio a la desgracia!

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Él despertó de su letargo. Seguía en el suelo, pero estaba aburrido, necesitaba moverse, era como si de improvisto el deseo de todo su cuerpo se activó, en menos de un segundo.

—M-i-i-ierda... —recitó levantándose torpemente.

Recordaba todo lo acontecido, y cómo no, si a un lado tenía un olor desagradable y composición viscosa viéndolo con una sonrisa malévola.

— ¡MIERDA! —espetó el rubio al darse cuenta que seguía sin saber el día, menos cuanto tiempo había pasado en el suelo.

Su mente navegaba en los recuerdos ¿estaba en la realidad? Afortunadamente ahora su desesperación se podía controlar, así que respiró profundo, tenía miedo, lágrimas le recorrían las mejillas, parpadeaba al menos 3 veces más de lo normal, pensando en lo indefenso que se sintió.

—Las nubes se ven muy similares.

¿Qué lo ataba a la realidad?

—La mesa, está en orden, el vómito sigue ahí...parece que todo sigue igual que antes de desmayarme, por lo que...

TOC TOC

Alguien llamaba a la puerta hueca, de su departamento a medio mudanza, quien sea que fuera le preguntaría el día, así fuera la señora de arriba, quejándose siemp... Corrió, abrió la puerta y ¿cuál fue la sorpresa?

—Buenos... Días... Naruto-san. Por fin lo encuentro despierto —dijo la señora con un poco de saliva de sobra en sus palabras, hacia el rostro del joven.

— ¿Por fin? ¿A qué se refería? —pensó viendo a la mujer frente a él—. Buenos días obaasan Miya. Tengo sueño pesado a veces, discúlpeme.

—No me llame obaasan, no soy tan grande Naruto-san. No tenga pena, suele pasar. No obstante, la razón, y de seguro se ha de preguntar, es porque hace un rato boté una de mis prendas de mi tendedero y cayó justamente en su ventana ¿Cree que podría entrar y tomarla? Si no es mucha molestia, claro.

—Oh claro. No lo es, pase. Una última cosa, ¿sabe que día es?

Al ver los pasos de ella moverse lentamente al lado, recordó la nada agradable mancha en el suelo a unos metros de ahí, giró su cuerpo completo en menos de un segundo y adelantó sus pasos.

— ¿Qué día es hoy? Pues domingo.

— ¡Desde luego! Domingo, se ve más delgada ahora señora Miya, ¿quién es el afortunado con el que está saliendo? —trató de distraerla.

—Le agradezco por el cumplido Naruto-san, pero no, no salgo con nadie. No se necesita para mantener una vida saludable, además soy viuda y aún necesito tiempo —confesó con una mirada pensativa, por una milésima, pero eso era lo único que necesitaba Naruto para salvarse de una vergüenza nefasta.

El problema estaba en que sólo era la mitad del camino, ya que debía hacer lo mismo cuando ella pasara de nuevo por ahí. No era tiempo de celebrar.

—Nunca hablo con ningún vecino, pero yo me mudé aquí por qué —y se quedó parada viendo al rostro al rubio, atrás de este estaba la plasta viscosa, que de seguir ahí ella sentiría el olor a porquería que desprendía—, Luego de que mi hijo se fue, no soporté estar en la misma casa llena de recuerdos que, aunque eran buenos, abrían las heridas lo suficiente que había noches que no podía pegar los ojos un solo minuto. Y aunque luego pude dormir, ahora no quería hacerlo por las pequeñas anécdotas, pero infinitas que recordaba de él en los sueños, que me lastimaba al despertar. Aquí no se fue ese lastimero motivo, pero gracias a usted mejoró lo suficiente como para que yo pudiera dormir tranquila y asimismo despertar igual.

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⏰ Última actualización: Jun 28, 2021 ⏰

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