Capítulo 3

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—Vas a salir de eso, que tanto amas y llamas cama, te vas a duchar y estarás lista para las siete que pase por ti —era tan irritante cada vez que usaba ese tono mandón

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Vas a salir de eso, que tanto amas y llamas cama, te vas a duchar y estarás lista para las siete que pase por ti —era tan irritante cada vez que usaba ese tono mandón. Cada vez estoy más convencida de cómo su profesión lo posee y no puedo culparlo, no mucho, si en clases le enseñan indirectamente este trato.

—¿Justo hoy? ¡Hoy que planeaba hacer nada todo el día! —pregunté a la defensiva y un quejido de mi parte fue exclamado.

El día de hoy para mí era no hacer nada. Con toda la extensión de la palabra. No esperaba que Miguel me interrumpiera.

No serás la única, preciosa —sonreí al escuchar a Alicia—. Vamos, no me dejes sola en esto, apiádate de mí —puedo jurar que pronunció un puchero en sus labios.

—En ese caso, solo por ti iré, linda —seguí su juego.

—Lo he pensado mejor —interrumpió mi mejor amigo—, no vengas.

Alicia soltó un quejido, disgustada.

—No me robare a tu novia —prometí riendo.

No toda la noche, dirás —refunfuñó entre dientes.

Se viene...

¿Primero la obligas a venir y después no la quieres más? —escucharlos pelear era lo mejor, cuando pelean en el departamento busco algo que comer, le llamó "cine en casa"—. Ah no, no serás un egoísta celoso, ella viene —sentenció Ali decidida.

—¿Ves porque amo a tu novia? —le pregunté al celoso.

Él bufó.

Pero no la separes de mí toda la noche —pidió en un susurro.

—No prometo nada —bromeé finalmente.

Hasta luego, preciosa —se despidió de mí la novia de mi apreciado amigo.

—Adiós, amada mía —le correspondí.

Iuh, que cursis —se burló Miguel, e iba a despedirme de él cuando se adelantó y volvió a hablar—. Desirée, ¿Por qué no invitas a Jayden?

Mis pensamientos se paralizaron y dieron paso al rostro del renacuajo.

Sin darme cuenta, estaba mordiendo la uña del dedo pulgar.

—¿Por qué lo mencionas o qué? ¿Qué sabes? —reaccione de pronto—.

—Oh, oh, tranquila fiera. ¿Ha pasado algo que no me has contado? ¿Por qué te alteras? Yo solo bromeaba.

—¡Eres un... grosero!

—Ya dime que soy un pendejo, no me enojo. Es más, voy a celebrar tu primera grosería.

Me reí en silencio, por poco me delato yo solita. Debí saber que solo molestaba, pero con lo ocurrido el día anterior, fue imposible ser asertiva.

—¡Adiós! —me despedí indignada—. Iré a hacer cosas importantes, como comer.

Desvíos del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora