Capítulo 7

94 17 12
                                    

—Entonces —seguí contando a la misma vez que cortada en cuadritos un par de frutas—, el perro siguió corriendo con el gato en el hocico

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Entonces —seguí contando a la misma vez que cortada en cuadritos un par de frutas—, el perro siguió corriendo con el gato en el hocico. Y la dueña del gato corría y corría pero no alcanzaba al perro. Se escuchaba maullar al pequeño ga...

—¡Dios, Desirée! ¡Olvidaba lo parlanchina que llegas a ser! —exclamó Darling irritada interrumpiendo mi magnífica anécdota.

Dejé el cuchillo en el aire a medio camino y rodé junto a la silla giratoria para mirarla con los ojos profundamente entrecerrados, en un intento de intimidarla. Quería que supiera perfectamente cuando me había herido su comentario.

Estaba sentada con las piernas cómodamente sobre el sillón, vestía un pijama de seda gris, en sus muslos tenía una laptop, en su cabello había un intento de moño, tenía los lentes para ciegos en la cabeza y se tallaba los ojos.

Una escena horrible de presenciar.

Si todos los chicos que andan detrás de ella la miraran en estas deplorables condiciones, correrían asustados.

—Tallarte los ojos como loca hace daño —comenté con desdén. Creando el efecto contrario, se talló con más fuerza los ojos.

Me centré en mi nuevo objetivo; devorar la fruta.

—¿Te sigo contando o no? —pregunté con la boca retacada actuando con desinterés al cabo de un minuto al no pedírmelo.

—¡Ya lo has contado muchas veces! Al final el perro solo quería jugar con el gatito y todos estaban asustados creyendo que el gato murió —ese es un no muuuy largo.

—Que aguafiestas.

Limpié mi mano con una servilleta para revisar mi celular y así poder revisar la notificación que había llegado.

"¿A qué horas pasó por ti?" ponía el mensaje de Jayden.

—Parlanchina.

—Ya te dejo aquí, sola —me puse de pie para acercarle un plato de fruta en la mesita del centro—. Si viene Pie Grande por ti, no me llames.

Luego me dirigí por mi plato.

—¡Vete muy lejos! —grito Darling cuando ya subía por las escaleras—. Él es mejor compañía que tú.

Prendí el televisor y me tiré a la cama para esperar a que se dieran las cinco de la tarde para comenzar a arreglarme y esperar a las siete que Jayden pase por mí para ir a una feria que acaba de llegar a la ciudad.

Hasta entonces, tengo mucho tiempo para dormir.

[...]

—Adelante —dije tras escuchar unos toques en la puerta. A través del espejo visualice a Donovan asomarse.

Este se rascó la mejilla y miró al techo.

—Jayden te espera abajo —anunció.

Mi propio reflejo en el espejo era terrible, en una mano tenía una plancha de cabello, en la otra sostenía un mechón y en la cabeza tenía un moño de pelo que aún no me alisaba.

Desvíos del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora