Capítulo 6

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Llegué a la habitación un poco agitada y lo primero que hice fue ir al armario

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Llegué a la habitación un poco agitada y lo primero que hice fue ir al armario. Cambié mi blusa por otra que era más grande y decente —sin arrugas y sin agujeros— de color negra con un estampado extraño, y si hubiera sido unos centímetros más larga, me habría cubierto el short. Después fui al tocador, peine mi cabello en un moño caído y dos mechones se salieron, de lo corto que está, pareciendo dos cuernitos.

«Supongo que no se ve muy mal».

Miré al piso y mis pies desnudos se movieron por sí solos. Fui una vez más al closet por unos calcetines blancos y me calcé de nuevo las sandalias.

«Decente si me veo» pensé mirando el atuendo.

Bajé las escaleras de dos en dos y...

—¡Ahg! —exclamé cuando casi caía al no alcanzar, por mis piernas cortas, un escalón.

Llegué viva al final de estas y ya como una persona normal, seguí el camino hasta mi bello, preciado y alto destino.

¿Estaba confusa? Sí. ¿Qué hacía Jayden aquí? No lo sabía.

Me detuve en la entrada y me apoyé en el marco mientras cruzaba los brazos bajo el pecho.

Donovan hablaba sobre algo a la vez que seguía comiendo sus papitas y Jayden asentía o arrugaba el ceño y de vez en cuando respondía.

Me mantuve así cerca de un minuto hasta que mi hermano señaló a la casa y giró el torso y la cabeza en esa dirección, entonces se dio cuenta de mi presencia. Jayden que iba a ver a dónde señalaba Donovan, también me noto.

Antes de mirar hacia el piso para ocultar una sonrisa, lo ví sonreír a él.

—¡Aquí estás! —dijo mi hermano.

Caminé a ellos y ellos a mí.

—»Mi trabajo ha terminado —volvió a hablar y se me metió otra papa a la boca—. La conversación la dejamos para después —se dirigió a Jayden—, supongo —dijo dudoso y se fue.

—¿Qué haces aquí?

—¡Así no se saluda, Desirée! —exclamó con una sonrisa y se acercó.

—¡¿Entonces cómo?!

—En algunos casos... así —puso sus manos en mis mejillas y las bajó hasta la mandíbula. Ladeo su rostro acercándose y cerré los ojos cuando sus labios hicieron tacto al lado izquierdo de los míos.

Solté una risita cuando se separó.

—Lo he aprendido —asentí y uní las manos detrás de la espalda.

—¿Si? —inquiere con una sonrisa de lado—. No tengo problema en volverlo a enseñar hasta que te quede muy claro.

Negué lentamente, Jayden sonrió y se talló la barbilla mirando a otro lado.

Desvíos del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora