Capítulo 17

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Pase mis manos por el cabello por enésima vez, procurando que todo estuviera en su sitio en caso de necesitarlo. En cualquier momento alguien podría estarnos fotografiando captando el momento.

Ingiero la comida con sumo cuidado, lo que desconcierta a uno de mis acompañantes. Se limpia el contorno de la boca al tiempo que me observa como si tuviera tres cabezas.

—¿Estás bien? —se anima a preguntar.

Asiento con mi estómago revoloteando, como si dentro hubiera miles de mariposas en todas sus especies y pretendiendo que no lo noté. Le doy un vistazo, buscando algún indicador de nervios en él. No hay nada, está relajado, por lo que me relajo también. Como se me ocurre a mi que me va a preguntar en el comedor del hotel si quiero ser su novia.

Debe tener preparado algo más especial.

—Se me antojan unas fresas —empuja su plato vacío al centro de la mesa—. Ya volveré.

—¿Puedes traer un poco para mí, por favor?

—Claro —me regala una sonrisa perfecta con hoyuelos incluidos.

Con el tiempo pisandonos los talones, Jayden aseguro que si no salimos a la calle unos minutos más tarde, nos perderemos de mucho, así que nos vimos en la obligación de dirigirnos a la habitación por nuestras pertenencias para llevar lo necesario por el recorrido y no olvidemos a la gata que metimos de contrabando.

—¿Tienes planeado el orden de los lugares que vamos a recorrer? —le pregunto sacando al exterior a la felina.

—Sé de algunos lugares, el más cerca por ahora es el letrero turístico de la ciudad.

—Quiere decir que vamos a improvisar —no es pregunta.

Era una ciudad normal; gente, tiendas, autos, vagabundos... Lo único distinto es la falta de familiaridad del lugar, obviamente, teniendo en cuenta que es la primera vez que estoy aquí. No por ello es un poblado feo, por supuesto que no. La gente con la que hemos convivido hasta el momento nos ha tratado con mucha gentileza. Nuestro acento nos delata que no nacimos ni residimos aquí y eso les sorprende un poco cuando se animan a preguntarlo.

Lo único malo es el tráfico, hay bastante.

—Joselín, no puedes atravesar las calles sino has mirado a los lados —una mano se enrosca con presión alrededor de mi codo deteniendo mi paso.

—¡Pero viene lejos!

Ambos observamos a nuestra izquierda, como un bochito viene con una velocidad más lenta que el resto de los vehículos, transcurren algunos largos segundos cuando pasa por delante de nosotras narices.

—Igual te tienes que fijar —me suelta y entrelaza nuestras manos para luego arrastrarnos a cruzar la calle.

Unas cuadras después llegamos a una plaza, había poca gente en ese instante, y fueron tan perfectos esos minutos en los que no había nadie más que nosotros.

—Desi, un poco a la derecha —me indica el renacuajo viéndome a través de la cámara del celular.

—¿No estoy bien aquí? —pregunto y señalo discreta e insistentemente a la señora que se ha colado en mi foto, ella tan tranquila se ha sentado en la letra "U" que forma parte del nombre de la ciudad. Las letras son de unos dos metros y medio de alto.

—¡Te arreglamos con edición, no te preocupes! —alza su pulgar, así que pongo mi mejor cara y trato de ignorar a la manada de niños que se atravieran corriendo.

No puedo fingir más cuando una niña se acerca a mi futuro romance amoroso y trata de acariciar a mi sobrina.

Cruzo los brazos encima de mi pecho y me acerco, mi mala cara habría espantado a la niña, pero el renacuajo se adelantó.

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⏰ Última actualización: Feb 17 ⏰

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