Dan Bauman, era el hijo de el señor y la señora Bauman, era un joven albino de ojos enigmáticamente azules, tenía veinticuatro años y poseía una cara aparentemente esculpida por un ángel.
Su temperamento era el de un tierno oso de felpa. Aunque reservado, podías percibir en sus ojos la modestia de su sencillez.
-Buenas tardes, Bartolomé. - Dijo el señor Bauman al señor Combell extendiéndole una mano con aire sofisticado pero accesible. Se apreciaba la decadencia alemana en sus tenues palabras.
-Buenas tardes, Ferdinand. -Alegó el señor Combell, aceptando la salutación. -¿Cómo está, Anette? -Preguntó ahora dirigiéndose a la señora Bauman.
Anette Bauman, un tanto cohibida, respondió a la cuestión con una sutil sonrisa enmarcada en los labios.
La cena fué ligeramente desagradable, el señor Bauman daba aullidos relacionados con lo que me pareció oír, los no alemanes y judíos. Mientras eso sucedía, el señor Combell me miraba afligido.
El señor Bauman miró con desprecio a Combell.
-¿Albergas mi ayuda, Bartolomé?. -Susurró lentamente Bauman con una ligera carcajada.
-Me lo debes todo, Ferdinand, pero no vengo a auxiliar tu protección. -Contestó Combell y sin previo aviso me asió del brazo y partimos de la vivienda.
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Cartas de guerra
Исторические романы"Esta es mi historia, es la historia de todos nosotros, de como las grandes guerras afectaron a aquellos hombres no tan fuertes, a aquellos con los corazones y las mentes destrozadas; de como el amor, puede tanto salvar como matar''. -Novela basada...