Possessed - Bucky Barnes x OC. Traducción

Parte 19

En el momento en que James dejó caer la gran cantidad de cajas y bolsas en la puerta de su casa, se destrozaron mutuamente. La llevó directamente a su dormitorio y se dejó caer sobre su colchón de tamaño normal. Normalmente, se tomaba su tiempo para prepararla para él, pero no le quedaba paciencia.

Se había pasado toda la tarde viéndola hacer pequeños desfiles de moda para él con la ropa de diseño que le había hecho probar. Sobre todo después de su proeza en el probador de Dior, estaba desesperado. La empaló con su polla en cuanto pudo, sin siquiera tomarse el tiempo de quitarle las bragas, sólo tirándolas a un lado. La folló con fuerza. A fondo. Como una bestia.

Ambos se corrieron una cantidad pecaminosa de veces a lo largo de la tarde y la noche, dejando las sábanas de ella hechas un desastre.

James se despertó con el sol brillando en sus ojos. Se levantó desnudo del colchón. Volvió a ponerse los pantalones y miró por encima del hombro a Maggie, que dormitaba agotada por su larga noche de sexo. El amanecer de verano entraba por su ventana, proyectando un rayo ámbar sobre ella. Tenía un aspecto pintoresco, enredada en las sábanas de su pequeña cama. Se tomó un momento para absorber la imagen. Para mantenerla grabada en su memoria.

Caminó con el pecho desnudo hasta su cocina. Se llenó un vaso de agua y se lo bebió de un trago. Luego otro. Volvió a llenar el vaso, esta vez para Maggie. Supuso que ella se despertaría tan reseca como él. Volviendo a caminar descalzo por el pequeño pasillo, le llamó la atención una habitación que nunca había visto.

Empujando la puerta blanca, para encontrar su sala de arte. Era increíble. Nada para escribir en casa, seguro, pero era pura Maggie. Le encantó. Las paredes estaban cubiertas de paneles de ventanas de estilo industrial, dejando la habitación luminosa y aireada. Los techos eran un poco más altos que el resto del apartamento. Supuso que era el dormitorio principal. Típico de ella que anteponía incluso su arte a sus propias necesidades.

Cada centímetro de espacio estaba repleto de caballetes, y sobre cada uno de ellos había hermosos cuadros a medio terminar. Había una mesa de madera, cubierta de manchas multicolores de pintura seca. Los pinceles estaban metidos en tarros de cristal, y varios tubos de pintura estaban desordenados por encima. Había notas escritas desordenadamente sobre la teoría del color. Estaba profundamente impresionado por las diversas piezas terminadas que cubrían las paredes de la habitación. Todas ellas llenas de color. Hermosas salpicaduras abstractas de tonos en algunas, mientras que otras eran de un realismo meticulosamente detallado.

Se tomó un momento para admirar cada una de ellas.

Eran perfectos.

Eran ella.

"Buenos días". La suave voz le hizo girar sobre sus talones.

Maggie estaba ante él, con su camisa. Llevando la pieza que completaba su atuendo. Su gran pelo rizado estaba anudado, dejándolo como un voluminoso lío alrededor de su cabeza. "Hola, cariño". Él se acercó, levantándola en sus brazos. Ella le rodeó el cuello con los brazos y le rodeó la cintura con los tobillos. "Siento entrometerme en tu pequeño santuario. Fisgoneo un poco". Él se encogió de hombros.

"No, no lo sientas". Ella extendió sus dedos en su cabello oscuro. "Me alegro de que lo hayas hecho". Inclinándose hacia delante, lo besó suavemente.

"¿Te sientes descansada, muñeca?"

"Muy bien". Apoyó la cabeza en su hombro, completamente envuelta en él, mientras él la estrechaba entre sus brazos. "No es propio de mí dormir así. La noche me dejó exhausta".

Él asintió. "Te he traído agua. Necesito que te hidrates". Se acercó y la cogió de su mesa de trabajo, poniéndosela en la mano. Ella se lo bebió todo de un tirón. Estaba sedienta. Tal y como él sabía que estaría.