Capítulo 7

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Katsuki

—Inko e Izuku vendrán a cenar —anunció la bruja con emoción, batiendo lo que se supone es crema.

—¿Eso debería importarme? —inquiero, acercándome a ella y quitándole el bol con la crema—. Así no se bate, no seas ridícula. ¿Cuándo vas a aprender que es circular y recto y no al revés? Dios mío, me apiado de tu pobre esposo.

El golpe, como siempre, no tarda en llegar. Escucho la risa de papá desde un rinconcito de la cocina, casi escondido viéndonos.

—Yo me apiado de tu futura pareja —replicó mi madre, tomando un montón de aliños para echarle a la comida—. Pobre criatura, tendrá que soportarte durante toda su vida.

Le quito el orégano, viéndola como si le hubieran salido cinco cuernos de la cabeza.

—¿Cómo mierda vas a echarle orégano a eso, bruja? Y se supone que sabes cocinar. Papá,  ¿por qué demonios te casaste con ella? Todavía estás a tiempo de dejarla, yo no me quejo, lo juro, me voy contigo.

Masaru Bakugo vuelve a reír. Siempre tiene esa cara de bobo.

—Este mocoso cada día es más irrespetuoso con su madre —farfullo ella, dándome un golpe en el brazo con la cuchara. Luego señaló a papá con la misma—. No te atrevas a dejarme jamás, Masaru, porque te juro que te perseguiré por el resto de tu vida. Eres mío. Por siempre.

—Nunca pensaría en dejarte, querida Mitty.

—Perfecto, me encanta que esté todo tan claro. Ahora, tú, niñito, vas a ir a cambiarte porque en unos momentos más van a llegar. Le di el día libre al servicio para que solo estemos nosotros. Además, Izuku y yo tenemos algo que hacer.

Izuku esto, Izuku esto otro. Ese maldito tipo no deja de aparecer. Pensé que la última vez que lo vería sería ese día, pero no, el destino le encanta joderme la vida y ahora resulta que su madre es amiga de la mía y, según la bruja, éramos compañeros de juegos.

Apenas me acuerdo de lo que hago en el puto día y me voy a acordar de un patético niñito. 

—No voy a estar aquí —contesté, dejando el bol en la encimera—. Voy a salir con Eijiro y Mina.

Ella me mira directamente. —¿Me estás jodiendo? 

—Me encanta joderte, vieja, pero ahora no es broma. Vamos a salir. Lo tengo planeado desde ayer. De todos modos, mi presencia no es jodidamente necesaria en esta ridícula situación. Solo se trata de ti y tu vieja amistad. ¿Qué pinto yo aquí? 

—Pues vendrá Izuku, Katsuki —me dijo papá, encogiéndose de hombros—. Sería genial que pudieran retomar su amistad de infancia. Iban juntos a cada lugar y cuando los separábamos lloraban mucho. Eran una ternura. Tengo muchas ganas de ver como a crecido el pequeño Izuku. 

—Oh, Masaru, te lo juro, está guapísimo y muy alto. No más que Katsuki, claro, pero es realmente muy distinto. Aún tiene esa manía de ponerse tímido cuando se acercan mucho. —Ríe, moviéndose de aquí para allá por la cocina—. Cuida mucho a Inko. Fue muy respetuoso cuando hablamos y no dejaba de preocuparse por ella, sosteniéndola todo el tiempo. Es un amor. En cambio Katsuki, gritándole a su pobre madre... Ojalá ser su amigo te remueva la consciencia con tu querida progenitora, mocoso.

—Ugh, ¿por qué creen que quiero retomar una amistad tonta? —murmuro, ya harto. Ese nombre me cansa. Izuku. Izuku. Que se mueran todos los Izuku's del puto mundo—. Ya tengo suficiente con el pelos de mierda y la pelos rosa. Y menos necesito a ese tipo. Tan suficiente, tan estúpido, tan...

Me detengo al ver como estuve apunto de soltar información demás. La bruja me mataría si se entera que fui a los barrios bajos solo a apostar. Probablemente asignaría a alguien para que me joda la vida siguiéndome a cualquier lado. Como si no pudiera defenderme por mi mismo. Ugh.

Clandestino (KatsuDeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora