Capítulo 8

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Izuku

Mitsuki Bakugo se detuvo enfrente de mi. Ambos respirábamos aceleradamente y teníamos al menos una capa de sudor por todo nuestro cuerpo.

Era la primera vez que tenía una oponente tan capaz de leer mis golpes.

—¡Recuerda que fui la primera con la que Imasuji jugó! —gritó ella, sonriendo ferozmente—. Él enseña con brutalidad a ver desde donde llega cada golpe. 

—Debí esperármelo, después de todo.

Sonrió más. —Pero, ¿sabes que pasa cuando lo único que ves es brutalidad? —Corrió hasta mi y de pronto sentí como sus manos se aferraban a mi brazo y de un solo jalón me lanzó al suelo. Solté un gemido de dolor mientras ella reía contenta—. No crees que puedes ganar a base de estrategias. No todo es dar y dar golpes.

—¡Eso Mitsuki! —escucho gritar a mamá.

La verdad no sé si me está apoyando a mi o a ella. Su lealtad cambia en cuestión de segundos, que terrible.

Miro en dirección a la mujer que me dio la vida. A su lado sigue el chico de la U. A. Tiene la misma sonrisa victoriosa de su madre. 

Ugh.

Aprovechando que Mitsuki está distraída, aprieto su tobillo en mis manos y la jalo al suelo, a lo que ella suelta un gritito desprevenido. Ahora me rio yo.

—¿Esa estrategia fue suficiente?

—¡Vamos Izuku! —vuelve a gritar mi madre.

¿Qué dije?

La rubia ceniza se sienta, pasando su mano llena de vendas por su frente.

—Peleas bien —habla. Me siento enfrente de ella. Esta es al menos la décima ronda de peleas que hemos tenido. Me ganó cuatro rondas. Yo le gané tres y las otras fueron empate—. Tal y como lo haría un chico que fue entrenado por él. 

—Si me viera ahora, diría que soy un fracaso. Estoy de suerte, porque está en Estados Unidos de vacaciones, pero en cuanto vuelva me hará entrenar más de lo que ya entreno.

—Ay, no te pongas así. Me sorprende que me hayas ganado tres veces. Y que seas tan bueno como para que lleguemos a un empate. Tienes talento. Pero...

—¿Pero qué?

Sonrió de lado. —Algo me dice que no viniste con todo contra mi. Apostaría cualquier cosa a que al menos todos esos golpes eran solo el treinta por ciento de tu fuerza. 

—Es instintivo —murmuro, masajeando mi cabeza—. No puedo ir con todo contra las personas. No quiero hacerles daño.

Ella frunce el ceño, observándome de arriba a abajo.

—¿Cómo es que tú fuiste entrenado por él? No tienes una pizca de malicia o ganas de sangre. Cualquier persona que tuviera tu capacidad para sobresalir así en este mundo la aprovecharía al cien por ciento.

La risa que escapa de mis labios es irónica.

—No quiero sobresalir.

—Es notable. —Suspira, extendiéndome su mano. La tomo—. Pero en ese mundo tienes que ir con todo. Nadie va a pensar en tu comodidad como tú piensas en la de ellos. Las personas ven por sí mismas. A veces ser demasiado amable te pasa factura. Te puedes romper. Y no hay nada peor que un peleador roto.

—¿Por qué?

—Porque esos que están rotos no se detienen ni con las personas que aman, Izuku.

No contesto. En cambio, ambos nos levantamos del suelo.

Clandestino (KatsuDeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora