Capítulo 4

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Izuku

Siento mi cuerpo pesado. Duele.

Ese dolor me trae recuerdos. Una versión de mi mismo, a los cinco años, frente a otros niños. Éramos cinco. Ahí estaba el líder, de pie, observando.

Siempre observaba.

Es débil —fue lo que dijo el entrenador, Goto Imasuji. Un hombre rubio, alto, lleno de músculos que cada vez parecían más grandes—. Es el peor de todos. Tiembla y no deja de llorar. ¿Estás seguro de que quieres que lo entrene? No seré compasivo. Mucho menos ligero. Va a ser sometido a muchísimas dificultades para que este en el nivel que tú quieres.

Ese día yo estaba en el suelo, arrodillado. Sí, temblaba. Sí, estaba llorando. Me dolía el cuerpo de forma similar, aunque menos. Un poco menos. Los otros cuatro chicos me habían golpeado porque era el más débil y querían ser ellos a los que el líder eligiera.

A veces sigo preguntándome por qué me eligió a mi para pelear.

—¿Cuestionas mi juicio? —cualquiera que me mirara a esa edad, sabría que yo estaba muerto de miedo. No quería estar ahí—. No lo notas, Goto. No puedes ver más allá de unas cuantas lágrimas y esos temblores. Si él quisiera, podría evitar cualquier golpe. Mira sus ojos. Ahí, donde no se ve el miedo, están los ojos de un chico que será grande en el mundo de las peleas.

Tienes razón, no veo nada más que un debilucho, pero después de todo, nunca te equivocas. Seré su entrenador. Lo haré tan fuerte que nadie será rival para él. Y entonces, solo tendrá que derrotarme para que yo lo reconozca como un digno discípulo.

En ese entonces, Tomura ya estaba bajo el cuidado del líder, pero él jamás lo entrenó para pelear, sino que para administrar todo el sitio. Para tomar el cargo de mi presencia. Para ser el próximo líder.

El dolor que sentí ese día y las semanas, meses y años que le siguieron, fueron sin duda más de lo que siento ahora.

Mucho más.

Estoy seguro de que mi cuerpo entero debe estar lleno de hematomas.

Estoy cansado. Me pesan los ojos.

—¡Izuku da el golpe final, dejándolo completamente inconsciente! —Escucho que dice Jin, con obvio deje de satisfacción—. ¡Ganador local!

Miro al tipo en el suelo, que cayó sobre su rostro. Apenas debe escuchar que está pasando.

Quiero decirle que lo siento. Que intento no excederme. Que cada golpe que doy es similar a mil cuchilladas en mi consciencia. Que no es mi intención lastimarlo. Que tengo que hacerlo porque eso hará que todos ganen. Que tengo que cumplir con las expectativas de todos. Que no puedo darme el lujo de perder ante nadie. Que no me enseñaron a parar. Que tuve que aprender a detenerme y no matar a golpes.

Que esto no es lo que yo quería.

Sin embargo, no puedo. Porque un solo atisbo de debilidad en este mundo equivale a una abertura por la cual dañar.

Y no puedo permitir que dañen el único motivo por el que sigo aquí.

***

A la mayoría de las personas le desagradan los hospitales. La visión de un lugar en donde se pierden vidas es dolorosa.

Me gusta. A mi me gusta.

No sólo se pierden vidas. También se salvan.

Eso están intentando hacer con mamá. Salvarla. Aunque es demasiado doloroso para ella, intenta luchar con toda sus fuerzas contra ese cáncer que la priva de hacer todo lo que quiere.

Clandestino (KatsuDeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora