Capítulo 11

2.4K 461 74
                                    

Katsuki

Tenía dieciséis años cuando la vi por primera vez.

Su voz me encandiló por completo. Cantaba perfectamente. No había desafinación alguna en ella.

Era la que más destacaba en esa banda. Sus manos se movían veloces en distintos acordes de su guitarra.

Cantaba de una forma alucinante, mientras la parsimonia no abandonaba su rostro. Jamás se veía nerviosa.

Y fue justamente ella una de las primeras personas que me dijo mis verdades a la cara.

«Eres sarcástico, amargado, explosivo, no sabes tratar a las personas, no eres amable, tienes un carácter del asco y tu propia furia sin límites nubla tus habilidades. ¿Debería añadir algo más, o lo dejamos así, "Señorito Bakugo"?».

Esa maldita.

Como la extrañaba.

—¡Eh, Señorito Bakugo! ¿No vas a saludar a una vieja amiga?

Apenas terminé de bajar los escalones cuando volví a verla después de cuatro años.

No ha cambiado en nada.

Su corto cabello violeta se mantiene tan rebelde como siempre. Esas extrañas marcas que adora hacerse en sus mejillas no la abandonan y sus auriculares de siempre siguen ahí.

—Kyoka —suelto, viéndola ahí con la funda de su guitarra colgada al hombro—. Maldita desgraciada.

Suelta una carcajada para después dejar la guitarra en el suelo y correr a abrazarme, a lo que la recibo con incredulidad.

—¡Imbécil, no tienes idea de cuanto extrañé tu cara de amargado! —dice, separándose. Toma mis mejillas con sus manos—. Dime por favor que estás en la universidad y no desperdiciando tu vida como siempre.

—Vivo debajo de un puente, jodida perra. E incendié la puta universidad, pero shh, aún nadie lo sabe —respondo, quitándola de encima—. Es obvio que sigo estudiando. La bruja obligó.

Kyoka sonríe, aplaudiendo feliz.

—Me alegra mucho. Cuando me fui, dijiste que volviera a visitarte en la cárcel. La verdad es que pensé en preguntarle a la tía Mitsuki si ya te habían arrestado por traficar alcohol dentro de la preparatoria, pero algo me dice que ella no tiene ni idea. —Sonríe de lado, poniendo las manos en su cintura.

—Serías demasiado perra como para hacer eso —farfullo, avanzando hasta el sillón y lanzándome de una. Aún me duele un poco la cabeza. La verdad es que estoy un poco desesperado por saber y entender que hice ayer en mi estado de borrachera. 

Tiendo a hacer muchas estupideces estando alcoholizado.

—Oye, Señorito Bakugo —habló, sentándose en el suelo, recostando su cabeza en el sillón—. Ahora que volví del conservatorio, me gustaría que me ayudaras para poder reagrupar los miembros de mi antigua banda. Ya sabes. Fumikage, Eijiro, tú... Necesito un poco de acción. Y tocar urgentemente algo que no sean las notas de Mozart, Chopin y Debussy. Estoy harta de la música clásica. En el conservatorio todo el mundo amaba eso. No había nadie que escuchara Green Day o The Doors. ¡Ni siquiera Pink Floyd, con las tremendas armas instrumentales que se cargan!

—Las personas de ese maldito conservatorio no tienen una mierda de gustos —replico, imaginando lo idiotas que tenían que ser como para no apreciar el arte de Pink Floyd—. Deberías haberte quedado aquí.

Oh mierda.

De inmediato me arrepiento de haber dicho lo que dije.

Joder.

Que no llore.

Que no llore.

No sé que hacer si alguien llora.

—Tenía que irme —murmura. Pero en su voz no se escucha más que melancolía—. No podía seguir aquí viéndola con él cuando solo quería tenerla en mis brazos y no soltarla nunca.

Va, no está llorando.

—Bueno, ¿te hizo bien esa mierda de irte al otro lado del mundo? —pregunto, alzando una ceja—. Digo, dejaste a todo porque tenías el corazón roto. Si me lo preguntas, para mi es una jodida mierda ridícula. ¿Por qué deberías abandonar todo lo que quieres por una persona pasajera? Es, totalmente, inaceptable. Pensar con esa asquerosidad cursi nunca te lleva a buenas decisiones. Por pensar así, nací y créeme, no es como si hubiera elegido seguir viviendo, lo que también es muy jodidamente fastidioso.

—Hablas tan fríamente, Katsuki —dice. Sus ojos me miran y siempre he temido eso. Esa mirada. Que una persona me conozca tan bien como para examinar dentro de mi alma. No me gusta que me conozcan. Es escalofriante. Dejo de ser impredecible y empiezan a conocer todas las formas en las que me escondo—. Aceptaría tus palabras si eso fuera lo que pensaras después de enamorarte. Sin embargo, no comprendes la magnitud con la que una persona ama y se enamora. Es una gran gama de notas musicales que alternan entre las notas alegres y furibundas. A veces en vez de subir de escala, bajamos a la última. ¿Entiendes lo que puede llegar a significar una mirada o incluso el sonido de una risa en una persona completamente enamorada?

Cursi.

Kyoka Jiro es una jodida cursi. Por algo es compositora. Escribe mierda cursi y ridícula.

Pero, algo de lo que dice me deja pensando.

¿Incluso el sonido de una risa detona un amor? 

Porque de ser así, solo imagino a alguien riendo y ese sonido retumbando por cada parte de mi cabeza, reproduciéndose una y otra vez, lo que me hace pensar que debería grabarla y esconderla para mi.

¿Eso significa amor? Porque también puede significar que me gusta la risa de Deku y ya, nada más. Tampoco es como que el brillo abundante de esos iris jades me llamara la atención, ni que a curvatura de su boca me hace pensar en muchas cosas. No, claro que no. Ni siquiera sus pecas incontables provocan algo en mi. O el hecho de que no parece tenerme miedo alguno como para responder a toda la mierda que digo con esa actitud desafiante y salvaje. No me importa en absoluto que se vea tan bien peleando con alguien ni que el poco tiempo que haya pasado bastara como para dejarme completamente idiotizado. Es, ridículo, porque nada de eso me pasa.

No significa amor.

Para nada.

—No puedo creerlo.

Salgo de mis pensamientos con rapidez, observando a la chica atónita enfrente de mi.

—¿Qué mierda pasa? —pregunto, extrañado.

—Tienes esa mirada.

—¿Cuál?

Sonríe socarronamente. —Esa que me informa que te llama la atención una persona en específico. Es demasiad increíble. Dime, dime. ¿Ya se besaron? Sabes que odio esa mierda de rodeos y todo el drama. Es beso y si no se gustan, no se vuelven a ver, simple.

—¿Qué demonios dices, maldita? Claro que no, jamás besaría a Deku, nunca en...

Me interrumpo a mi mismo cuando un recuerdo llega como un flechazo a mi cabeza, acompañado de otros más. De inmediato sube el color a mi rostro, al comenzar a recordar como simplemente lo besé y luego me dormí, después de que él me contara algo importante sobre su mundo.

Mierda. 

Mierda.

Y más mierda.

Besé a Deku.

Clandestino (KatsuDeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora