Capitulo I

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Sus orbes aguamarina se posaron serenos sobre la pantalla de su móvil leyendo con paciencia el mensaje que había recibido recientemente de su antiguo maestro; le extrañaba que en ese momento aquel hombre se comunicara tras los largos años de silencio que se habían asentado entre ellos.

Una mueca se posó en sus labios y posteriormente guardó su celular en una de las bolsas de su chamarra mientras suspiraba audiblemente, el mensaje solamente contenía lo que seguramente sería una carga más en su agenda ocupada.
Todas esas acciones fueron captadas con sumo cuidado por un joven alfa de un cabello rubio alborotado con curiosas terminaciones en puntas rojas, le llamaba la atención que el chico que estaba a su lado mostrase algo más que indiferencia hacia cosas,  quería saber que era lo que le estaba causando pesar.

Volvió su vista al frente manteniendo una usual sonrisa adornando su rostro, casi no había gente caminando cerca de ellos ya esas horas del día casi no ocurría nada interesante, por lo que no veía nada de malo preguntarle al beta a su lado sobre el tema que le acomplejaba; tomó algo de aire y ensanchó su sonrisa antes de comenzar a soltar las palabras.

-No sueles recibir mensajes y menos a esta hora Tomioka, ¿Algún suceso en particular?

Preguntó desbordando en cada palabra su energía tan característica. El nombrado miró al más alto unos instantes mientras inclinaba ligeramente la cabeza en señal de confusión.

-Yo ... Si recibo mensajes a diario.

-... ¡Bueno! Pero no tiendes a poner esa cara, algo te ha desagradado.

-No es que me desagrade, es solo que no me esperaba que me dijeran esto, y de una manera tan repentina.

-¿Pasó algo malo?

-Tampoco es eso- Negó el pelinegro cerrando sus ojos -Mi maestro me dijo que me enviará a su más reciente alumno a que viva conmigo para que le enseñe más cosas que el no puede, pero el chico viene de provincia, por lo que me está pidiendo que lo recibido en mi casa- Hizo una pequeña pausa deteniendo de paso su andar frenando a su compañero -Y es más que seguro que lo tenga que hospedar más de un año.

-¡Eso es muy bueno, será como tener un hermano menor! ¡Yo disfruto mucho de la compañía del mío!

-... Pero tú sabes más de esto que yo.

-¿Qué tan difícil puede ser? Si te va a enviar al chico se supone que ya debería tener que tener edad para ser más independiente, dudo que te genere mayor conflicto.

-Mi conflicto no es ese.

-¿Entonces?

-...No se tratar con omegas.

Ambos guardaron silencio, el rubio ahora entendía el por qué del pesar de su compañero, se trataba de algo meramente desconocido para el, y por supuesto conflictivo. Por su parte había algo que el no entendía del todo, ¿Por qué un hombre entrenaría a un Omega para un trabajo que era prácticamente exclusivo de alfas y difícilmente de betas? ¿Qué estaba pensando en el señor Urokodaki para tomar semejante decisión y responsabilidad? Era irracional.

Por primera vez en ese momento borró su sonrisa de su rostro y miró a su contrario con seriedad esperando a que esté emitiera alguna palabra, entendería perfectamente si esta fuera una queja o algo semejante, hasta para el era algo difícil de aceptar y eso que no sería su responsabilidad.

Los minutos pasaban silenciosos y el sol poco a poco comenzaba a ocultarse, a ellos les correspondía la guardia del ocaso y parte de la nocturna, así que eso no les molestaba en lo absoluto; la gente iba lentamente desapareciendo dejándolos completamente solos y sin un solo ruido más allá de los sonidos nocturnos y de sus respiraciones; si no fuesen ellos la zona se pondría bastante peligrosa, pero eso tampoco les angustiaba en lo más mínimo, al fin y al cabo estaban más que acostumbrados a su trabajo.

La validez de tus palabras (Kyotan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora