Capitulo XIII

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Cerró la entrada de su hogar en silencio y contempló con cautela cada centímetro de la sala, no parecía haber nadie más en ese momento aparte de él; todo estaba sumergido en un tortuoso silencio y ni siquiera sentía la presencia de su padre, al parecer había salido y su hermano aún no llegaba. La tensión que había estado manteniendo en su cuerpo se dispersó y se permitió suspirar con alivio, no se sentía con ánimos de enfrentar a los dos alfas de la casa por haber desaparecido por tanto tiempo.

Colgó sus llaves en el perchero que tenían a la entrada y abrazó la bolsa que traía entre sus manos con su ropa de la mañana, la cual a petición de cierto azabache se había cambiado por algo que le quedaba mucho más grande. A pesar de todo, le extrañaba que nadie más estuviese, casi siempre estaba cualquiera de los dos, pues su padre no acostumbraba salir mucho y su hermano generalmente después de una misión iba inmediatamente a casa con la intensión de convivir con ellos.

-Tal vez se encontró con Tenguen o alguien le pidió un favor.

Se dijo mientras atravesaba descalzo por la sala, dado que sus zapatos los había dejado en la entrada, todo le estaba saliendo muy bien, hasta que repentinamente pisó algo húmedo que le provocó un estremecimiento de pies a cabeza, odiaba pisar cualquier líquido; bajó la mirada y sus cejas se levantaron con una mezcla entre temor y asombro, el recipiente de dónde solía beber su progenitor estaba completamente despedazado y el alcohol se esparcía lentamente por los alrededores, ¿Por qué no se percató de ese detalle antes? Su hogar apestaba a esa bebida más de lo normal y los fragmentos del resiliente eran bastantes visibles, si tan solo no le hubiese prestado tanta atención a las presencias nulas de sus familiares se hubiese podido evitar esa desagradable sensación. Reprimió un pequeño grito y levantó su pie dando media vuelta con cuidado de no pisar los residuos de cristal y se encaminó a paso veloz hacia uno de los armarios dónde guardaban la aspiradora y demás utensilios de limpieza, dejar eso así como estaba era demaciado peligroso para cualquiera.

En lo que caminaba pasó cerca de la cocina y sus pasos se detuvieron, algo había hecho ruido en ese lugar. Se suponía que no había nadie, ¿Que había sido eso? ¿Por qué justo ahora que estaba solo? ¡¿Por qué alguien se metería en la cocina?! Desesperado tomó el primer objeto que tenía a su alcance y se escabuyó hasta la entrada de la cocina implorando que aquel sujeto no tuviese buenos instintos o lo detectaría, pues era muy malo escondiendo su presencia. Mordió con fuerza su labio inferior y sintió como algunas lágrimas se juntaban en sus ojos producto del terror que estaba sintiendo, todo el día tuvo angustias, apenas había comenzado a sentirse tranquilo y tenía que pasarle esto ¿Por qué todo hoy?

Apretó con fuerza el objeto entre sus manos y se erguió decidido, debía afrontar las cosas como su hermano. Abrió de golpe la puerta de madera sosteniendo su arma entre sus manos cuál espada, pero justo cuando iba a acertar el golpe en la cabeza del contrario una mano tomó con firmeza el objeto deteniendo cualquier otro resultado. Senjuro lentamente abrió los ojos sin haber sido consiente del todo cuando los había cerrado y miró con sorpresa el rostro del alfa.

-¡Si cierras los ojos jamás vas a poder acertar un golpe a tu enemigo!

Le habló con energía su hermano mientras soltaba lo que agarraba girandose de nuevo hacia lo que estaba haciendo; por su parte Senjuro, bajó la escoba que sostenía y miró estupefacto al mayor ¿Cómo no había notado su presencia? Sus ojos se posaron en lo que captaba la atención de Kyojuro y su sorpresa no fue mayor al notar que se preparaba algo para comer.

-¿Vas a querer también un emparedado?- Ofreció el mayor un tanto serio.

-No gracias hermano, ya he comido algo.

En eso el alfa se giró hacia el completamente serio y lo examinó de arriba a bajo, el menor tenía su aroma mezclado con el de otras personas y esa ropa no era suya.

La validez de tus palabras (Kyotan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora