Capitulo VII

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Una fresca brisa matutina soplaba aquel día, a lo lejos los murmullos de pequeñas aves resonaban como una melodiosa sinfonía y el cielo estaba bañado en una tenue mezcla de naranjas y amarillos; aquella era sin dudas una mañana hermosa y tranquila, en todo el lugar reinaba una paz como ninguna otra y el aire que se respiraba era limpio y puro, todo era tranquilidad. Una mañana como esa era justo lo que necesitaba aquel alfa rubio desde hace ya bastante tiempo; sus orbes amarillos estaban admirando el verde pasto que estaba cubierto con gotas de rocío matutino y sus manos reposaban relajadamente sobre su regazo, la expresión en su rostro por primera vez en mucho tiempo era suave y para nada forzada, estaba tranquilo.

Ese día había perdido el sueño en plena madrugada, aún el sol no había hecho acto de presencia por el horizonte y las estrellas todavía reinaban los cielos, agobiado por no haber podido conciliar su sueño decidió levantarse y salir al jardín de su casa para caminar un rato, pero tristemente, eso no le sirvió de mucho, ya no recuperó ni la más mínima pizca de su cansancio. Sin embargo, ahora agradecía que las cosas se dieran de esa manera, ya no recordaba cuando fue la última vez que vio un amanecer.

Tomó asiento en un escalón de la finca y colocó ambos brazos a sus costados en una posición relajada permitiéndose admirar por unos instantes más aquella mañana tan despejada.

Un suave caminar provocó que su mirar se desviará por unos instantes para ver de reojo a aquella persona que ahora le brindaba una silenciosa compañía, y no podía sentirse más regocijado. Con un leve movimiento de su muñeca le indicó al recién llegado que tomara el lugar al lado suyo volviendo su vista al cielo; inmediatamente su petición fue captada y ahora un pequeño Omega de cabellera idéntica a la suya estaba descansando al lado suyo.

-Hace mucho que no me detenía a mirar el cielo.

-¿Te gusta admirarlo?

-Me hace sentir tranquilo, quisiera...poder sentirme así todo el tiempo.- Sus ojos se apagaron ligeramente y la sonrisa disminuyó un poco, pero aún era visible.

-¿Te has sentido nervioso, hermano?

-No estoy seguro de que nervioso sea la palabra.

Una mueca se dibujó en el fino rostro del menor y un sentimiento de preocupación surgió por su hermano, ya llevaba casi una semana actuando raro, menos efusivo que de costumbre, ya no estaba comiendo igual y apenas y lo veía en su hogar a pesar de que por el momento estaba escaso de trabajo. El alfa al percatarse de la preocupación del menor dejó de observar el cielo y le prestó su completa atención a su hermano, no quería preocuparle, el era la persona a la que menos quería angustiar con sus asuntos, el menor ya tenía más que suficiente con estar cuidando a su padre.

-Hace unos días... Ocurrió algo en el trabajo, asesinaron a una persona y no fui capaz de llegar a tiempo para evitarlo, todavía no puedo perdonármelo.

-Eso no fue tu culpa.

-Me distraje hablando un momento con mi compañero de trabajo, de una forma u otra tengo parte de la culpa.

-Puedes tenerla, pero no te aferres a ese momento- Mientras hablaba sus brazos rodearon el cuerpo del mayor y lo abrazó con ternura- Tu tenías toda la intención de ayudar y posiblemente si hubieras podido lo hubieras hecho, pero el que hablaras con tu compañero no afectó en nada, era imposible saber lo que pasaría- Acarició con afecto los rubios cabellos del contrario tratando de darle un poco más de calma- Siempre ayudas a muchos sin dudarlo.

Kyojuro asimilando las palabras de su hermano comenzó a corresponderle el abrazo escondiendo su cabeza en el espacio entre el hombro y su cuello. Agradecía de todo corazón las palabras que el menor le estaba dando.

La validez de tus palabras (Kyotan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora