Los días comenzaron a pasar de manera complicada; Kyojuro trataba de adaptarse a vivir con su mejor amigo, las cosas entre ellos no eran complicadas, ambos estaban acostumbrados en vivir en compañía y la disfrutaban, pero habían dos cosas que no podían negarse. Por una parte, Extrañaba a su familia, echaba de menos a su hermano y este constantemente estaba en su pensamiento, no lo veía de manera tan frecuente como se lo había imaginado; por otro lado, el chico que había traído consigo resultaba ser mas problemático de lo esperado, tenía demasiada energía y constantemente los retaba de manera física, Uzui ya había tenido varios enfrentamientos con el y ambos se desquiciaban mutuamente.
Sin embargo las misiones de campo que habían estado teniendo los despejaban de la impulsividad del niño; justo ahora se hallaban en uno de esos momentos. El rubio se encontraba en una zona de bodegas junto con su amigo en una misión de incognito, ambos simulaban ser personas corrientes sentados en la calle como cualquier hombre drogadicto que se encontraba por la zona. Tenían la orden de esconder cualquier aspecto físico que los identificara por lo que ambos traían unos sombreros en donde habían tratado de disimular su cabellera llamativa.
-Honestamente, no me agrada trabajar de esta manera, el no poder ser vistoso... me quita toda mi personalidad, y además, ¡¿Por que soy yo el que se debe de acostar en el piso y cubrirse con unas frazadas viejas como si fuera un vagabundo?!- Se quejó Uzui en un susurro aprovechando que su amigo estaba a su lado sentado con una botella vacía simulando estar sumido en un especie de coma etílico.
Kyojuro no le respondió, el a comparación de Tengen solía realizar este tipo de trabajos antes del ejercicio de emparejamiento, ya antes había fingido ser un repartidor de comida en estaciones de tren, vendedor ambulante, entre otras cosas y conocía el riesgo que implicaba el salirse del papel. Le dio un suspiro como respuesta a su amigo y volvió a sumirse en el completo silencio causándole una mueca de molestia.
-Por lo menos mis cobijas me protegen del frio, ¿viste la nube de vaho que salía de tu boca? te vas a congelar con este clima.
Eran altas horas de la madrugada y aquellas personas a las que esperaban nada más no hacían acto de presencia, llevaban media hora de retraso, es por eso que Uzui había comenzado a inquietarse. Se removió un poco para quitarse el dolor de espalda que le estaba dando el estar acostado en el piso y abrió los ojos unos instantes para contemplar todo aquello que le rodeaba, no había nadie. Estaba dispuesto a volver a quejarse de su misión cuando un ruido le llamó la atención, una camioneta se acercaba a gran velocidad hacia ellos. Sus ojos se cerraron por instinto y se dedicó a escuchar todo lo que sucedía.
El vehículo frenó a pocos metros de ellos y de el bajó lo que parecía ser una mujer; por lo que lograba escuchar era una chica que usaba zapatos de tacón, y por lo que alcanzaba a percibir era una omega con una tenue fragancia floral. Quiso arrugar su nariz, ese aroma no le gustaba en lo mas mínimo, por mas delicado y floral que pudiese ser tenía un trasfondo amargo, además, estaba mezclado con un aroma mucho mas fuerte, era de un alfa cuyo olor era como de hierbas quemadas, era desagradable. Unos pasos se le sumaron a los de esa mujer, y por lo que podía escuchar era un hombre, tal vez un beta, no percibía ningún olor.
-¡Daki, querida mía! Temí que no te presentaras... ¿Dónde está el perro de tu hermano?- El hombre al final de esas palabras había sonado un tanto nervioso, pero eso no era importante.
-Cierra tu maldita boca de cerdo, el donde esté mi hermano no es de tu incumbencia ¿Has traído el dinero?
-Debes cuidar tus modales niña, no me importa que tan cercana seas al jefe, este es un negocio peligroso.
-Pero no harás nada, si me pones una mano encima serás tu el que se deba de cuidar la espalda, y sabes a lo que me refiero.
-Al perro guardián... lo se, solo es una advertencia princesa, yo no podría hacerte nada, solo es una advertencia para cuando trates con otros que no sean tan decentes como yo... Aquí tengo el dinero.
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La validez de tus palabras (Kyotan)
Fiksi Penggemar¿Qué sucede cuando encuentras a tu destinado, pero por culpa de una promesa que hiciste no puedes tenerlo? ¿Qué tanta validez pueden tener las palabras cuando se está enamorado? Una mala jugada del destino hace que Rengoku Kyojuro se ofrezca a ayud...