Capitulo XX

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Su sonrisa apareció antes de que siquiera pudiese elevar su mirada para ver al muchacho; la alegria de volverlo a tener frente suyo era inmensa, más aún cuando en su mente se había formado la idea de no volverlo a ver gracias a los problemas con Tomioka.
El chico se le aproximó a una distancia razonable y dejó ver una expresión entusiasta y llena de energía, cosa que emocionó aún más al alfa, le encantaba verle de esa manera.

-No esperaba verlo aquí, ¿Ha venido a ver mi examen?

-¿Tú examen?

Las cosas encajaron en ese momento e instintivamente levantó su mirada a las gradas buscando una cabellera negra, pero no había nadie así.
Más tranquilo regresó su vista a los ojos de Tanjiro y negó con tranquilidad y una ligera risa.

-Estas equivocado, no vengo a ver tu examen- El menor frunció el entrecejo confuso, pero no pudo hablar dado que el mayor prosiguió -Soy uno de los aplicadores, por lo que quiero ver tu mejor esfuerzo.

-¡¿De verdad?! ¡No le voy a decepcionar!

-Estoy seguro de que cumplirás tu palabra.

Con gentileza posó una de sus manos sobre la cabellera rojiza y acarició con sumo cariño las finas y suaves hebras sin ser conciente del desastre de emociones que desataba en el Omega, no era conciente de que el chico se emocionaba por la más inocente caricia, ya le era inevitable. Kyojuro comenzó a relajarse y una grata sensación de paz y alivio llenó su pecho, después de todo lo que había pasado era justo esto lo que necesitaba y lo curioso es que no se había dado cuenta hasta este momento.
Las respiraciones de ambos se sincronizaron y se volvieron tranquilas, estaban disfrutando del momento de tal manera que se hicieron ajenos a todo aquello que pasaba a su alrededor, la estridente voz de Uzui era un simple murmullo, las charlas nerviosas de los otros participantes del examen se habían extinguido, solo eran ellos dos en ese momento; la conección entre sus miradas era tan especial e íntima como los sentimientos que existían dentro de cada uno. Tanjiro entendía a la perfección lo que estaba sintiendo y ya lo aceptaba, lo aceptaba de lleno tal y como era, y no podía estar más feliz por esos sentimientos, Kyojuro era una persona buena y leal, no podía ver ninguna maldad en el y a su lado volvía a sentir el verdadero cariño, un cariño tan especial como el que había casi jurado no volver a sentir... Por otro lado, Kyojuro ya no se complicaba por buscarle un nombre a lo que sentía, solo quería quedarse con esa sensación durante cada momento de su vida, se sentía tranquilo, se sentía completo, era felíz...
Tal vez demaciado feliz.
Su mente reaccionó.
Estaba intimando demaciado con su discípulo, posiblemente se estaba equivocando, todo se prestaba a malas interpretaciones.
La caricia de su mano se detuvo en ese instante y casi con dolor se separó de la cabeza del menor, quería continuar el contacto, de verdad quería hacerlo, pero ¿Cómo cuando no se sabe lo que la otra persona quiere?
Su sonrisa decayó a la par que su mano se iba posicionando de nuevo a su costado, pero justo cuando esta terminaba su recorrido fue sujetada por una mano ajena mucho más pequeña que la suya.

-¿Está usted bien, señor Rengoku?

Los ojos de Tanjiro reflejaban angustia sincera, si bien le había desilucionado que el mayor apartase su mano, le había preocupado el declive de su ánimo, algo había pasado por su mente que no entendía, o que más bien no quería entender del todo.
El tono de voz del pelirrojo había traspasado de tal manera a Kyojuro que el deseo de sincera sus preocupaciones se hizo presente, quería decirle lo confundido que estaba y lo preocupante que estaba resultando todo para el, quería hablar del estrés y la tristeza que sentía y que cargaba día con día, quería ser escuchado por el menor y buscar las respuestas que necesitaba aunque no sabía si el podía dárselas.

-Kamado mi chico, yo... -Un grito agudo le interrumpió haciéndole reflexionar sobre aquello que estuvo a punto de decir, haciéndolo desistir de ello.

La validez de tus palabras (Kyotan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora