La Coartada Perfecta

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Alison

La tensión era palpable en la habitación.

Blake miraba desafiante al señor, como si quisiera obtener respuestas solo mirando al sujeto parado en el umbral de la puerta.

Los segundos pasaban, el tortuoso silencio hacía sentir que el tiempo avanzaba lentamente.

Lo miré fijamente, no me daba buena espina. Su aire no me emanaba confianza. Divagué un poco.

Tal vez él podría ser el asesino.

Si él era el asesino estábamos perdidos. Tal vez venía a matarnos a todos para terminar con su masacre. Para eliminar cualquier testigo.

Aunque, a decir verdad, el señor no se veía muy fuerte después de todo. 1 contra 5 no sonaba como la mejor opción. A menos que sus secuaces estuvieran detrás de él, pero en el patio todo se miraba sereno y tranquilo.

El hombre regordete con cabello cano, nos miraba interesado. Portaba una camisa de manga corta, color amarillo narciso, su pantalón hacía juego y su chalequillo de cuadros con tonalidades cafés, le daba un aire de abuelito adorable.

—Usted debe ser el joven Blake ¿Cierto? — pregunto el señor, afable.

Creo que me estoy volviendo paranoica. Tal vez debería dejar de ver tantas series y películas de suspenso y enfocarme en confiar más en las personas.

Podría considerarlo. O tal vez no.

Blake asintió sin dejar de mirarlo, desconfiado.

—Usted no es el señor Pete. ¿Qué hace en mi casa? — ataco el castaño, aturdido.

—Oh no. Mi nombre es Nicholas. Y soy el nuevo cuidador de la cabaña Foster. Su padre me contrato ayer. Es un gusto conocerlos a todos. — respondió el señor, sonriendo escandalosamente.

Nadie respondió al saludo. Solo Oren le dedico una pequeña sonrisa que se esfumó al instante.

Nicholas continúo hablando. —Su padre me ha contratado ayer. El señor Pete ha tenido que regresar a Texas con su familia, según escuche, su hermano ha fallecido y le dejo una pequeña casa por allá, por lo que decidió retirarse y cambiar de residencia. Así que su padre me ha llamado para saber si me interesaba el trabajo. Sin duda acepté en el instante que me ofreció el puesto. La cabaña Foster es una de las más hermosas de la zona. No podía desaprovechar la oportunidad de encargarme de esta belleza. — El hombre profirió, tocando el marco de la puerta con cierta admiración. Saco de su bolsillo izquierdo un reloj de bolsillo. Miro la hora y sorprendido finalizo. —Es tarde, debo regresar a mi puesto. — Se agachó a recoger algo que reposaba a un lado de la puerta.

Lo miré en alerta.

Recogió lo que sea que se encontraba en el piso y nos lo ofreció. Una canasta llena de pan artesanal fue presentada ante nosotros. Estaba adornada con un moño rojo y envuelta en papel celofán.

—Les he traído un presente. Creí que sería buena idea entregárselos en el desayuno. Mi esposa es muy buena horneando y en agradecimiento por mi nuevo puesto de trabajo me pidió trajera este humilde obsequio. Tal vez para la próxima fiesta pueda traerles un pastel.

Lo miré enternecida. Esto si era un gesto demasiado lindo de admirar.

Oren tomo la canasta y se abrazó de ella como si temiera que alguien se la quitará.

—Ha sido un placer. Me retiro. — el señor se retiró, avanzando lentamente por el camino de regreso a la reja que daba acceso a la cabaña.

Connor se encargó de cerrar la puerta.

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