Rojo

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La chica miraba su reloj con hastío.

Tic-tac.

Las manecillas seguían su camino, los segundos pasaban y nada ocurría.

Esto no era divertido en absoluto. La pesada respiración del rubio la estaba cansando.

El castaño se mantenía inerte en la silla, sus ojos vendados. Al parecer todavía se encontraba sedado.

El cabello chino en aquel castaño le parecía sexy, el chico no era feo, el uniforme le sentaba bien. Aunque no era su tipo. Lástima que acabaría de aquella manera. Su vida debía ser importante para alguien. Pero no para ella.

Miro la escena una vez más. Veía patético tanto sentimentalismo. Solo había que disparar el gatillo. ¿Tan inútil era aquel chico?

— ¿Estás seguro de que puedes hacerlo, cariño? — hablo con suavidad y fiereza a la vez. Se colocó detrás del chico y masajeo ligeramente sus hombros. — Estás tenso. — el rubio fue sucumbido por un escalofrío que hizo sonreír a la chica en un puchero. —¿Acaso tienes miedo? — susurro, dejando la pregunta al aire.

Se separó de él caminando con desdén mientras se dirigía al castaño inconsciente. Se detuvo al lado del cuerpo inerte. Miro el uniforme del chico, tomo delicadamente la placa que reposaba en su pecho y la desprendió del uniforme del chico.

—Creí que esto daba valor. —agrego mirando el objeto con indiferencia. — Pero al parecer solo brilla por fuera. Se supone que lo has hecho antes. ¿Es tan difícil hacerlo ahora?

El rubio cerro los ojos, nervioso. Sus manos temblaban, su corazón latía fuertemente. La adrenalina recorría todo su ser. Solo debía jalar el gatillo. Lo había hecho miles de veces, incluso había ocupado tácticas más crueles, pero algo se lo impedía. Tal vez la presión que ejercía la chica en él o el simple hecho de que el castaño era la víctima.

El chico había sido su único amigo cuando no tenía a nadie. No eran como hermanos, pero había surgido una pequeña amistad entre ellos. Habían sido solo algunas semanas, pero el castaño era un chico amable, amigable, noble...

¿En qué demonios estaba pensando?

Los sentimientos no debían existir en estos momentos, mucho menos tratándose de ella.

— ¿Es que acaso no me quieres? — el rubio abrió los ojos. La chica estaba detrás de la víctima. Sus alucinantes ojos lo miraban con lo que parecía ser decepción.

—No es eso, solo fue un momento de debilidad. — se defendió él con voz temblorosa.

—Oh. Sabía que no eras el indicado. Tal vez la metamorfosis sigue en ti. Aún eres débil. Tus sentimientos te traicionan. Otros son más importantes que yo. Creí que todo estaba completado, pero sigues siendo débil, te faltan agallas. Tendré que buscar a alguien más, esto es demasiado para ti. Lamento la presión. Creí que eras perfecto para esto.

Algo parecido a rabia se apoderó del cuerpo del chico. No soportaba que ella lo viera como un ser débil, como alguien inútil que se dejaba vencer por sus estúpidos sentimientos. Pero ella continuo.

—Corre por tus venas, pero el lugar aún no es tuyo. Creí que serías más fuerte, más hábil, mi perfecto compañero, inclusive el amor de mi vida. Creí que me estaba enamorando de ti. Pero la debilidad me repugna, Grayvil lo sabe tan bien. Esos sentimientos te hacen sentir débil, incapaz, inútil. No solo lo hacen sentir. Te recuerdan que lo eres. — siseo la chica caminando alrededor de los dos chicos. El castaño parecía estar recobrando la cordura, su respiración se hacía presente entre ellos ahora.

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