Capítulo 8: ¿Qué sientes por él?

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Yeosang tiene harina en la punta de su nariz y en su pómulo. San deja de batir la mezcla y sonríe tiernamente, mirando a Yeosang. Sus hombros se relajan y ve una luz blanca alrededor del delegado cuerpo de Yeosang, quien se encuentra demasiado concentrado en su tarea, incluso tiene la punta de su lengua de fuera mientras se encuentra batiendo su propia mezcla. San siente como si estuviera elevándose mientras lo ve, una calidez creándose en el interior de su pecho que baja hasta su estómago creándole cosquillas y que le hace olvidarse de su tarea de batir, abrazando el cuenco con la mezcla contra su pecho, apoyando la cadera en el desayunador en una postura relajada. Podría mirar a Yeosang por horas y jamás se aburriría.

San lo observa con atención, un suspiro queriendo escapar de sus labios, porque, Señor, Yeosang es tan adorable. Con su mandil rosado que tiene un bolsillo en frente donde hay tiras de calcomanías para adornar las envolturas cuando los postres estén terminados. Hay un rubor natural en sus mejillas rellenas que son provocadas por el trabajo y la luz del sol primaveral que entra por la ventana de la cocina, su rosada y pequeña lengua se asoma entre sus labios pálidos (y eso es algo que ha notado antes, la adorable manera en que Yeosang muestra su lengua cuando está concentrado en algo), y la harina en su mejilla y nariz, tiene un poco en el cabello también. Es adorable y hace a San querer apretarle las mejillas.

Luego, él está mirando más de cerca y a detalle a Yeosang. Esta sudando, el cabello negro y ligeramente largo está peinado distraídamente lejos de su frente, tiene las mangas de su camisa blanca arremangadas hasta los codos, probablemente una acción natural para querer evitar ensuciar su camisa, pero provoca que la punta de las orejas de San se pongan rosadas. Observando los brazos pálidos y las manos con dedos largos y delgados, las venas marcándose y resaltando en medio de la luz solar blanca detrás de Yeosang.

San traga sonoramente, su garganta se balancea.

Yeosang es... Él es la definición de ternura. Se ve pequeño debajo de su ropa de gran tamaño y sus manos apenas y se notan, escondidas en las mangas de los enormes suéteres que Yeosang suele usar. Siempre está tan tímido y sonriente que parece pequeño y solo provoca en San querer protegerlo y pellizcar sus mejillas (que parecen bombones). Pero es un hombre; con el cuerpo delgado y, sin embargo, marcado sin la necesidad de hacer ejercicio (San envidia un poco eso, debido a que él debe ejercitarse con regularidad para mantener su cuerpo marcado como está), y no es que él haya sido un fijón, es fácil de notar a simple vista, cuando Yeosang usa esas bonitas camisetas que lo hacen ver aún más suave y son de su talla, la tela casi pegándose a su piel hace que sus músculos delgados se noten.

Es adorable y atractivo. Es, sin duda, el tipo de San. Y ni siquiera sabía que tenía un tipo.

-Gracias por ayudarme.

San se sonroja, apartando la mirada de las venas marcadas en las manos delgadas de Yeosang, tapándose la boca con la mano queriendo esconder su rubor. Solo espero que no haya sido atrapado por el chico que le gusta mirándolo. Tampoco quisiera ser malinterpretado, eso provoca que se San se frote las manos en la cara queriendo alejar su sonrojo, solo haciendo reír a Yeosang porque San se ha llenado la cara de harina. Yeosang alcanza un trapo limpio para San y se acerca a él para pasar el trapo por la cara de San suavemente y limpiar la harina.

San se abre la boca, el corazón latiendo debido a la cercanía. Yeosang huele bien, es una mezcla de pastelillos y colonia que, de alguna manera, crea un delicioso aroma que nubla la mente de San.

-Gracias por venir a ayudarme.-Yeosang repite, sin estar al tanto que San lucha para que sus temblorosas rodillas no lo hagan caer. Es tan raro, están sudándole las manos y está empezando a preocuparse por saber si Yeosang puede oír los latidos de su alocado corazón, porque siente que es ruidoso. Sin embargo, Yeosang, no parece saber que San se encuentra nervioso por su cercanía. El pelinegro continúa, sus ojos no ven los de San y pasa el trapo por la barbilla de San antes de alejar su mano.-Sé que el domingo es tu día libre, y hacer galletas para la venta de pasteles no es muy divertido. ¿Seguro ya te aburriste? Lo siento, suelo perderme cuando hago repostería.-Yeosang se ríe, es un sonido tan encantador que suena como el canto de un ángel. Evita la mirada de San, la punta de su nariz cubierta de harina está rosada, y se cepilla con timidez un mechón de su oscuro cabello detrás de la oreja.

Time Of Love; sansangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora