Capítulo 11: Nuestra canción.

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San guarda su cambio de ropa dentro de su bolsa de lona y la cuelga en su hombro cuando cree tener todo lo necesario. Su celular, llaves, dinero y un obsequio que encontró en un local el día anterior de camino a casa. Sonríe mirando la cajita color verde pastel con un moño rojo en la tapa y lo guarda con cuidado entre todas sus cosas, al mismo tiempo que sale de su habitación y baja las escaleras sin ver hacia donde se dirige.

-No lo olvides.-La voz repentina que habla a sus espaldas hace a San detenerse justo cuando ha tomado la perilla de la puerta.-Ve directo a entrenar, San. No quiero que se repita lo de la última vez.-San hace fuerza en la perilla antes de girarla y abrir la puerta.-El entrenador te verá ahí en media hora.

No mira hacía atrás, su espalda está relajada, pero sus dientes están crujiendo con ligero resentimiento. Se da cuenta de que el hombre detrás suyo sigue esperando una respuesta, así que San tiene que relajar su mente.

-Sí, padre.-Responde, saliendo sin esperar recibir una respuesta por parte del otro.

Sus pisadas son pesadas mientras se dirige hacía la parada de autobuses, suspirando sonoramente cuando toma asiendo, no le importa que haya llamado la atención por sus reacciones exageradas; está molesto. Sigue irritado, con su progenitor. No importa lo mucho que San rogó por tener un día libre, su padre y entrenador continuaron diciendo que no. Repitiendo una y otra vez lo importante que era que San se preparara para el gran día.

San lo sabe. Sabe lo importante que es esa carrera que tendrá dentro de una semana, es la razón por la que entrena tan duro, aún y cuando sus músculos duelen o lástima a las personas a su alrededor por su falta de tiempo. Pero sigue siendo una persona, que se cansa y tiene sentimientos. No es un robot. Su padre parece que se ha olvidado de ese detalle.

San quiere ser feliz. Quiere un día para estar con su novio. Así que ha decidido escaparse. Da igual el regaño que reciba, solo quiere estar con Yeosang y apoyarse un momento en su hombro y ser mimado por el otro.

En ese día, no quiere pensar en nada más que no sea Yeosang. Por eso, apaga su celular, no sin antes, enviar un mensaje de texto rápido a Yeosang diciendo que está de camino a verlo.

Él toma el primer autobús, mirando el camino por la ventana y distrayéndose con el sonido de la ciudad, imaginándose todas las cosas maravillosas que hará una vez que vea al dueño de su corazón.

Esta sonriendo cuando toca el timbre. Las manos le sudan y el estómago le cosquillea, se siente como si fuera la primera vez que tendrá una cita en su vida. Debe tratarse de la felicidad que siente de, finalmente, pasar un día con Yeosang después de que ambos hayan declarado sus sentimientos por el otro.

San se ha puesto bálsamo labial con sabor a fresa anticipando lo que vendrá.

Cuando la puerta se abre lentamente, San se cepilla el cabello recién cortado, sonriendo en grande cuando ve la figura de Yeosang, quién está envuelto en una ligera sábana alrededor de los hombros, con el cabello negro humedecido y el flequillo pegándose a su frente. Sonrojado de la cara y con la nariz goteando.

Yeosang estornuda sobre un pañuelo y San se alarma.

-Oh, Sannie, ¡oh!

Yeosang jadea por la rápida manera en la que San está metiéndose en su espacio personal para tomarlo de las mejillas y buscar algo en su cara. Yeosang se ríe, quizás es por la fiebre o porque San se ve demasiado gracioso y lindo preguntando muchas cosas hacía Yeosang que éste apenas comprende.

-¿Estás enfermo? ¿Yeosang?

El pelinegro parpadea como un gato somnoliento. No le da tiempo de responder la pregunta cuando San hace una mueca y le frota los hombros, diciendo antes de soltarlo y darse la vuelta:

Time Of Love; sansangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora