Al volver al salón, me encuentro con Marcos, me estaba buscando porque debe regresar con sus amigos a la fiesta de su facultad. Luego de que se marcha, decido regresar a la residencia, temo que si me quedo ahí más tiempo, Diego me provoque otra vez y debo ser fuerte, aunque como él dijo yo también muero por besarlo, no puedo caer. Odio cómo reacciona mi cuerpo ante sus caricias, pero no lo puedo evitar.
Decido perdonarlo, no gano nada si sigo evitándolo, solo momentos incómodos; además de que parecía sincero cuando me explicó. Pero que lo perdone no quiere decir que pueda ocurrir algo más entre nosotros que una amistad, no soy tan débil, o eso quiero creer.
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—Buenos días dormilona. —Grita Sara tirándose encima de mí en la cama, me remuevo intentando empujarla para que se quite, pero termino cayendo al suelo yo.
—Hermosa manera de empezar el día. —Nótese el sarcasmo. Me levanto y mis amigas no paran de reír, les lanzo almohadas para que se detengan, pero no funciona.
—No te enojes, tenemos buenos motivos para despertarte tan temprano. —dice Thalia.
—Más les vale. —Respondo de mala gana.
—Hoy quedamos de ir con los chicos a la playa. —Sara se ve muy emocionada.
—Vayan ustedes chicas, a mí no me apetece, y tengo mucho sueño. —Vuelvo a meterme entre las sabanas.
—Hey, si lo dices por Diego, él no irá, tenía cosas que hacer. —dice Sara.
—No es por él, de hecho, ya todo está arreglado entre nosotros, es solo que no tengo ganas.
—¿Dejó a su novia por ti y ahora están juntos? —Chilla Thalia.
—Noo, solo somos... amigos.
—Amiga, eso no lo crees ni tú, pero si te quieres engañar, adelante.
Luego de dormir unas horas más y almorzar, decido ir a la biblioteca para adelantar unas tareas que debo entregar la próxima semana. Al terminarlas, recorro parte del campus, me gusta caminar y sentir el aire fresco inundar mis pulmones. Estoy llegando al lago cuando escucho un ruido, sigo el sonido para ver de donde proviene, pero me arrepiento al momento.
—Ahh, Samuel sii... —Abro los ojos como platos; una pareja está teniendo sexo a unos metros de mí. Camino lentamente hacia atrás para marcharme, cuando tropiezo con una piedra y caigo de sentadilla al suelo.
—¿Qué fue eso? —«Mierda». Me levanto y comienzo a correr lo más rápido que puedo, no quiero que piensen que los estoy espiando, sería demasiado vergonzoso.
Llego a la residencia y me detengo para poder recuperarme. Veo que la señora Julia viene hacia mí con una caja en los brazos.
—Ale ¿te encuentras bien? —Pregunta al llegar a mi lado.
—Si si, solo estaba haciendo un poco de ejercicio, ¿quieres ayuda con eso?, se ve un poco pesado. —Señalo la caja.
—Oh, sí, de hecho, venía a pedirte si se lo podías llevar a Frank, es para él.
—Claro, yo se lo entrego. —Tomo la caja, no es tan pesada como creí. —Ellos fueron a la playa esta mañana, pero de seguro ya regresaron, iré a ver.
—Gracias, eres un amor. —Me despido de ella y subo hasta la habitación de los chicos, es en el tercer piso, uno más abajo del nuestro.
Doy unos golpes en su puerta, pero nadie responde, golpeo una vez más cuando la puerta se abre dejando ver a un Diego recién bañado. Solo lleva una toalla alrededor de la cintura y su torso al descubierto, mostrando su marcado abdomen y una deliciosa V que se pierde bajo la toalla.
—Hola. —Su voz me saca del trance en el que estoy, alzo la vista a su rostro y veo que una sonrisa arrogante se forma en sus labios.
—Ho-hola, vengo a ver a Frank, llegó este paquete para él.
—Él no está aquí, aún no llega de la playa, pero puedes pasar a dejar el paquete. —Se mueve a un lado indicándome que entre. Dudo unos segundo si es buena idea, pero decido entrar, solo voy a dejar el paquete ¿Qué puede pasar?
Dejo cuidadosamente el paquete en su cama y me doy vuelta para salir, pero Diego se atraviesa en mi camino, cerrando la puerta tras él. Comienzo a ponerme un poco nerviosa.
—Ya me voy, permiso. —Camino hacia un lado y el imita mi acción, evitando que salga.
—¿Por qué tan rápido? Quédate un poco más.
—N-no puedo, te-tengo cosas que hacer. —Mis ojos se posan nuevamente en su torso desnudo y trago saliva.
—¿Te gusta lo que ves? —Siento mis mejillas arder.
— ¡No!, estás frente a mi prácticamente desnudo, abarcas mi campo de visión. —Alza una ceja con su sonrisa ladeada.
—¿Entonces no te gusta mi cuerpo? —Se acerca demasiado, quedando a centímetros de mi boca.
—Sí... digo no. —«¡Dios, no sé ni lo que estoy diciendo!». Estoy demasiado nerviosa y ya comienza a hacer mucho calor aquí dentro.
Acaricia una de mis mejillas con su mano, para luego depositar pequeños besos en mi cuello. Sus manos recorren mi espalda hasta posarse en mi cintura y pegarme más a él. Debo detenerlo, esto no puede seguir, se supone que tengo que ser fuerte y no caer ante sus caricias, por más deliciosas que sean.
—Diego, debes detenerte, esto no puede... —Muerde mi labio inferior y siento una corriente de calor atravesar mi vientre. —... ser.
Mi fuerza de voluntad me abandona en el mismo instante en que sus labios tocan los míos. Este beso no es tierno como el primero, es un beso desesperado y pasional, abro mi boca para darle paso a su lengua, que juguetea con la mía, provocando un mar de sensaciones.
Me levanta en brazos y enrollo mis piernas alrededor de su cintura sin detener el beso. Me lleva hasta la cama y se sienta en ella, conmigo a horcajadas encima de él.
Nos detenemos para recuperar el aliento, y él baja a mi cuello besándolo deliciosamente; muerde el lóbulo de mi oreja y un gemido escapa de mis labios, siento en mi feminidad como el bulto bajo su toalla aumenta. Vuelve a besarme y yo le respondo con la misma intensidad. Inconscientemente muevo mis caderas rozando nuestras partes íntimas, el gruñe adentrando sus manos debajo de mi vestido y aprieta mis nalgas para que el roce sea aún más intenso, logrando que un gemido con su nombre se me escape.
—Me encanta escucharte gemir mi nombre. —Su voz es ronca por la excitación y no puede oírse más sexy.
Se deshace de mi vestido, dejándome en ropa interior. De una, me acuesta en la cama quedando encima de mí para comenzar a besarme, lo rodeo con las piernas para atraerlo más a mí, mientras mis manos se enredan en su pelo.
Su boca baja por mi mentón dejando una suave mordida que me hace sentir una fuerte presión en mi feminidad, para luego bajar por mi cuello hasta llegar a mis pechos cubiertos por un pequeño sujetador. Chupa el contorno que sobresale mientras su mano desciende hasta mis bragas, se cuela debajo de estas para introducir sus dedos dentro de mí.—Ahhh... —No puedo parar de gemir bajo el movimiento de sus dedos.
—Estás tan mojada, lista para mí. —Sus ojos ámbar están oscurecidos de lujuria y placer.
Con su mano libre busca el cierre de mi sujetador para quitarlo, pero es interrumpido cuando llaman a la puerta.
—¡Amor! ¿Estás ahí? —Abro los ojos de par en par al escucharla. Stephanie está fuera de la habitación y yo en la cama con su novio.
¿Y ahora qué hago?
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Cambio de Planes©️✔️
Teen FictionAlejandra es una chica de 18 años, terminó la preparatoria y tenía pensado ir a una universidad que estuviese cerca de su casa para estar junto a su madre, pero sus planes se ven destruidos al saber que ha sido aceptada en una gran universidad... ¿E...