Capitulo 13

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—Mierda. —Susurra Diego para levantarse, yo hago lo mismo y no sé qué hacer. Doy vueltas en círculos nerviosa.

Vuelve a golpear la puerta, estoy tan nerviosa que hago lo primero que se me pasa por la cabeza; abro la ventana y comienzo a salir por ahí. Agradezco mentalmente cuando veo que hay un alero bajo la ventana donde pararme.

—¿Qué haces, estás loca? Baja de ahí, te puedes caer. —Me mira preocupado, pero yo no puedo pensar en otra cosa que en huir sin que me atrapen.

—No me voy a caer, tú solo cállate y lánzame el vestido. —Se da la vuelta para tomar el vestido y lanzarlo, pero como a mí nada me sale como planeo, el vestido pasa por mi lado sin que me dé tiempo agarrarlo, y cae al suelo, tres pisos abajo. Golpeo la ventana con mi cabeza varias veces por la frustración, pero me doy cuenta de que empeoro la situación con el ruido que provoca.

—Amor, sé que estás ahí, te he escuchado. —Diego me mira con cara de pocos amigos.

Me pongo en marcha, el alero es estrecho, por lo que me pego de frente a la pared lo más que puedo y comienzo a caminar de lado hasta que mi cuerpo quede a unos metros de su ventana.
Me detengo y caigo en cuenta de que estoy a unos tres pisos de altura y no tengo de dónde sostenerme. Me entra un poco el pánico. «Vamos Alejandra puedes, solo no mires abajo, no mires abajo». Me repito internamente, pero un sonido me hace distraerme y termino mirando hacia abajo.

—¡Ay madre! Si caigo desde aquí moriré, y de la forma más vergonzosa del mundo. —Ya puedo imaginar los titulares: "Universitaria es encontrada muerta en ropa interior, al caer de un 3er piso, intentando huir de las garras de la novia de su amante".

—... Dios, protégeme, soy muy joven para morir. —Suplico con los ojos cerrados. Decido seguir mi camino cuidadosamente intentando no volver a mirar abajo. Veo que hay otra ventana cerca y con toda mi esperanza voy hacia ahí. Suspiro aliviada al poder sostenerme de ella.

—Bien, lo lograste Alejandra, ya estas a salvo. —Sigo caminando un poco más hasta quedar en medio de la ventana y mirar hacia adentro.

Maldigo por lo bajo cuando noto que la habitación está llena de chicos viendo un partido de fútbol. Me lo pienso un poco, pero decido entrar, como sea, esto es mejor que morir.

Abro la ventana cuidadosamente para no hacer ruido, pero al entrar mi pie choca con una lata de cerveza vacía que hay en el suelo, provocando que el ruido haga voltear a todos los chicos en mi dirección. «Definitivamente la suerte no está de mi lado hoy». Un silencio inunda la habitación, solo se escucha la tele.

—Hola. —Les sonrío falsamente y comienzo a caminar rápido hacia la puerta. El silencio es reemplazado por los chiflidos de los chicos y algún que otro comentario: "No te vayas", "Lindo sostén", "Se mi novia". Llego a la puerta, la abro, me despido con un "Adiós" y salgo sin mirar atrás.

Observo que no haya nadie en los pasillos y corro escaleras arriba para ir a mi habitación. Al llegar me encuentro con mis amigas abriendo la puerta, acaban de llegar. Se me quedan mirando sorprendidas y cuando van a abrir la boca las detengo.

—Sin comentarios... —Me tiro en la cama y suspiro, ya puedo respirar en paz.

—No te preguntaremos nada... por ahora. —dice Thalia para luego meterse a la ducha.

Todo eso ha sido muy loco. Debo ser fuerte y no caer ante las caricias y los besos de Diego, pero no me arrepiento, me ha encantado estar así con él, moría por volver a besarlo desde la última vez. Solo espero que no esté jugando conmigo y sea verdad que hablará con su novia para terminar su relación.

Luego de pensar en todo lo que sucedió hoy, no puedo evitar reírme a carcajadas, Sara y Cuco me miran como si estuviese loca, pero no puedo parar de reír.


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Me alisto para bajar a desayunar, eso solo significaba una cosa, veré a Diego. No sé cómo actuar después de lo sucedido.

Ya en el comedor, nos dirigimos hacia la mesa donde nos esperan los chicos. Mi corazón late agitadamente mientras más nos acercamos. Él levanta la vista y nuestras miradas coinciden, siento mis mejillas arder al recordar lo que hicimos ayer; me da una sonrisa ladeada mordiendo su labio inferior y sé que también lo está recordando.

Tomo asiento frente a él, y no podemos evitar mirarnos a cada rato y sonreír como tontos. Al parecer nuestros amigos se dan cuenta, y se quedan mirándonos raro.

—¿Ustedes que se traen? Un día no se dirigen la palabra ni se pueden ver, y al otro andan mirándose y sonriendo como unos tontos enamorados. —Pregunta Gabriel.

—Sí, siento que nos estamos perdiendo de algo aquí. —Secunda Frank. Mis mejillas vuelven a sonrojarse y veo que Diego también lo está, no puedo evitar sonreír por lo tierno que se ve.

—Digamos que ya hemos resuelto nuestras diferencias. —Habla él, pues yo no sé qué decir.

—¡Ohhhh! —Dicen todos a la vez sugerentemente, captando la atención de todos los estudiantes, incluida Stephanie, que me mira de una forma extraña, logrando que un escalofrío recorra mi espina dorsal.

—Ya chicos, no molesten. —Reclamo. Las chicas me dan una sonrisa pícara y sé que ya ataron cabos sobre el porqué estaba en ropa interior por los pasillos.

Luego de terminar, vamos hacia la facultad, en el camino nos encontramos a un apresurado Marcos que me saluda con un beso en la mejilla, para luego irse corriendo, supongo que va tarde. Veo de reojo como Diego bufa y se cruza de brazo al presenciar la escena. Río internamente por lo gracioso que se ve celoso.

Cambio de Planes©️✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora