Capítulo 4: "Ella me gusta"

277 26 11
                                    

Se escuchaban las aves cantar, un rayo de sol pegaba en el rostro de la hermosa pelirroja. La despertó. Miró a su alrededor y procesó lo que había pasado anoche.

- ¿Fue un sueño? – Pensó

Revisó debajo de su almohada y encontró el testamento de su abuelo.

- No fue un sueño – Susurró.

Se levantó de la cama y abrió su ventana, miró el cielo y dio un suspiro de aire fresco. Esa mañana fue emocionalmente diferente a las otras, ella estaba feliz. Caminó hacia su toca discos y lo encendió, bailó delicadamente con la música, las cortinas flameaban dulcemente con el viento del exterior. Con una danza elegante entró al baño y se aseó, desnuda y limpia danzó hacia su clóset, buscó el mejor de sus vestidos. Se paró frente al espejo y peinó su largo cabello anaranjado. Tocaron a la puerta.

- Pase – Dijo Elena con una voz fina y melodiosa, como si estuviera cantando.

Era su padre.

- Buenos días, te levantaste temprano – Dijo el hombre sentándose en la cama

- Buen día, hoy es un día hermoso – Respondió Elena.

- Supongo que ya lo sabes – Dijo el hombre mirando el suelo.

Elena se acercó a él y lo abrazó, Albert le devolvió el abrazo sollozando.

- Gracias – Le susurró Elena

- Dale las gracias a tu madre, ella me hizo abrir los ojos. Ya eres una mujer, debes comenzar a vivir. Tu abuelo te dejó todos sus bienes, estarás bien por un tiempo, además...

- Podré descubrir que fue lo que realmente le pasó – Interrumpió Elena.

- Escríbeme, ¿Si? – Dijo su padre, dándole un beso en la frente.

- No lo olvidaré – Dijo Elena acurrucándose en los brazos de su padre como una niña.

- ¿Qué le dirás a Henry? – Dijo Albert, subiendo una ceja.

- Papá, apenas salí con él ayer, no es que tengamos un compromiso – Dijo Elena dando carcajadas.

Su padre la miró sonriendo, ambos se quedaron abrazados.

- Te amo, hija – Dijo Albert acariciando el cabello de Elena

- Y yo a ti, papá.

Se escuchó una voz a la distancia.

- ¡Yo también quiero un abrazo! – Dijo Jocelyn acercándose a ambos para cubrirlos con sus brazos

Elena recibió el abrazo de su madre, el número de abrazos de ambas eran contados con los dedos.

- Gracias, papás – Dijo en voz alta Elena.

Elena empezó a empacar ese mismo día, mientras antes terminara, más rápido estaría alejándose de casa. Ella estaba satisfecha, feliz, emocionada, poco a poco los muebles de su habitación empezaron a quedar vacíos.

- Recuerdo como si fuera ayer cuando vine a trabajar a esta casa – Se escuchó una voz

Elena volteó y vio a la pequeña anciana que se acercaba a ella.

- Estabas pequeña, te convertiste en una hermosa mujer y ahora te vas de casa – Dijo la mujer tomando las manos de Elena para cubrirlas con las suyas.

- Siempre estaré pensando en ti, mamá – Le dijo Elena a la anciana

- Yo también pensaré en ti, cariño – Dijo la mujer abrazando a la muchacha

Ya no me queda nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora