Capítulo 13: "Querida Elena"

189 26 4
                                    

- ¿Cómo que "un elfo"?, ¡Esas criaturas no existen! – Dijo la mujer impaciente

- Ella no era exactamente un elfo, pero lucía como uno... uno muy bello – Dijo Heisenberg tocando el pecho de una de las esculturas de mujeres desnudas en la habitación

- Eres un degenerado – Dijo la mujer – La pregunta es, ¿Es una amenaza para nuestro culto?

- No, es solo una muchacha nueva en el pueblo, está viviendo en la casa del viejo espía – Dijo Heisenberg apoyándose en una escultura, quitándose las gafas.

- Yo daré aviso a Madre Miranda, lo hiciste bien niño. Retírate, quiero darme mi baño en paz – Dijo la mujer haciendo un movimiento con una mano.

- ¿Qué debo hacer ahora? – Preguntó Heisenberg

- Pues nada, si el punto naranja es nuevo en el pueblo, quizás no conoce las tradiciones, ese ya es trabajo de Madre Miranda, ella convierte a los creyentes. Lárgate de una vez – Dijo la mujer salpicando un poco de sangre para manchar a Heisenberg

- Gracias Alcina – Dijo el muchacho saliendo de la habitación

- Ah, Heisenberg – Interumpió la ida del joven

Heisenberg volteó

- Recuerda que tenemos prohibido aparearnos con los mortales – Dijo la mujer sumergiendo un cáliz en la sangre para llevársela a la boca

- Sí, lo recuerdo – Dijo el joven yéndose de la habitación

Bajó la enorme escalera, silbando como un triunfador, si bien lo que descubrió no es muy importante, pero le dará bastantes puntos con Madre Miranda. Además, que no pueda tener contacto sexual con la mortal, no significa que no pueda mirar su belleza de lejos.

Las molestas moscas se pusieron en su camino, las tres traviesas niñas aparecieron frente a él:

- Nos debes un favor – Dijo la pequeña de cabello negro

- Bien, ¿Qué quieren? – Preguntó Heisenberg fastidiado cruzándose de brazos

- Un conejo – Dijo la pequeña rubia

- ¡Si! – Dijo una pequeña de cabello rojo

- Que delicia – Agregó la de cabello negro

- Bien, les traeré un conejo. ¿Vivo o muerto? – Preguntó

- ¡Vivo!, así podremos perseguirlo por la casa hasta matarlo – Dijo Daniela evaporándose en moscas rodeando a sus dos hermanas

- Perfecto, lo traeré vivo – Dijo Heisenberg apartando a las tres niñas de su camino para seguir con lo suyo.

- ¡Cumple con el trato! – Gritaron las 3 niñas al mismo tiempo

Saliendo del castillo, encendió un cigarrillo, caminó por el desolado bosque hacia su enorme fábrica, afuera de esta se encontró con la carreta del duque, lo que quería decir que el duque estaba dentro de su fábrica. Entró, a la habitación en donde estaba el robusto hombre sentado en el suelo.

- Duque, bienvenido a la fábrica Heisenberg – Dijo el muchacho pisando su cigarrillo para terminar de exhalar el humo de este.

- Gracias, Lord Heisenberg, le traje lo de siempre – Dijo el duque lanzando un montón de periódicos sobre la mesa

- Grandioso – Dijo el joven sacando de su bolsillo monedas, poniéndolas sobre la mesa.

- También tengo puros y cigarrillos

- Solo una caja de cigarrillos – Dijo Heisenberg sin despegar su vista de su informativa lectura

- ¿Supo de la nueva visitante del pueblo? – Preguntó el duque mientras sacaba una caja de cigarrillos de un saco de tela

- La muchacha naranja – Dijo Heinsenberg despegando los ojos de su lectura

- Es fascinante lo colorada que es, además de fascinante, amable – Dijo poniendo la pequeña caja sobre la mesa

- ¿Hablaste con ella? – Preguntó interesado el joven

- Claro que sí, compró mucha comida, fue al mercado con el hijo de la señora Luiza. Me dijo que se llamaba Elena

El cerebro de Heisenberg procesó la información y su memoria empezó a recordar. Preocupado preguntó:

- ¿Te dijo su apellido?

- No – Respondió el duque

- Gracias por los periódicos y los cigarrillos – Dijo Heisenberg poniendo monedas sobre la mesa para alejarse rápidamente.

Estaba preocupado, su caminar era rápido, con un movimiento de mano abrió de golpe una de las enormes puertas de metal, para entrar a una oscura habitación. Lanzó los periódicos en una mesa, guardó los cigarrillos en su abrigo, prendió una vela, entre los enormes estantes sacó un bolso, volteó el bolso sobre la mesa dejando caer cartas, fotos y una antigua cámara. Tomó una carta y la abrió

"Querida Elena.

Estoy descubriendo algo maravilloso"

Cerró la carta y abrió otra.

"Querida Elena

Madre Miranda es una farsante"

- Mierda – susurró Heisenberg

Una fotografía calló al suelo, Heisenberg se volteó para recogerla.

- Oh, mierda... - Dijo en voz alta

Entonces vio, a la bella joven junto al anciano espía. Anciano que Madre Miranda había dado muerte meses atrás. Heisenberg lo descubrió espiando su fábrica, robó sus pertenencias y usó su cabaña como lugar de ocio. 

- Es su nieta... - Dijo es voz alta 

 - Dijo es voz alta 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ya no me queda nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora