Capítulo 1.
Bournemouth, dos días después.
-Eres todo para mí Ann, ¿me amas?
-Sí –vacilé un poco-.
-¿Me perdonas?
Hubo una pausa. La idea de volver a ser amada por él parecía un cuento de hadas, pero no podía; no podía perdonarlo. Él me había engañado, y eso era insoportable.
Llevaba dos años y medio de noviazgo con él. Zac había sido la única persona que me había querido, bueno, eso pensaba hasta ahora. Digamos que yo no era una modelo de revista ni nada parecido, más bien era una de esas chicas que nadie quiere, que son repulsivas para la sociedad.
-Ann…. –era Zac que interrumpía mis pensamientos-. ¿Me perdonas?
-No –dije firme-. Adiós –corté y dejé caer el celular al suelo, me apoyé contra la pared del baño y comencé a llorar.
-¡Ann! ¡Sal de ahí de una vez! ¡Me estoy haciendo!
Era mi hermanito. Creo que me había quedado dormida. Las lágrimas que caían sobre mis mejillas hace un rato, ya estaban secas. Lavé mi cara y salí del baño. Mi hermano entró corriendo y si no me hubiera corrido unos centímetros me hubiera golpeado con la puerta.
Estábamos en Bournemouth, Inglaterra, de vacaciones, era agosto y hacía un calor infernal. Me encerré en mi cuarto, o más bien de mi prima y mío, ya que no había suficientes en la casa, y empecé a reflexionar. Debí saberlo antes, porque un chico como Zac, nunca se fijaría en mí, una chica que sólo lo que hace es quedarse en casa viendo películas.
Agarré una chaqueta y mi bolso, y salí de la casa.
-¡Ann! ¿A dónde vas? –Me gritó mamá desde la puerta.
-Uhm…, voy al centro comercial, quiero comprarme lentes de sol, los míos se han roto. –mentí.
-De acuerdo, pero no vuelvas tarde.
Seguí caminando sin saber a dónde ir. Un par de lágrimas empezaron a caer por mi pálida cara. La rabia y la tristeza que sentía se apoderaron de mí, y sin razón alguna empecé a correr sin rumbo alguno.
Debo haber corrido como 10 minutos, o algo así, porque el sudor empapaba mi frente. Llegué a un bosque, se veía maravilloso. Cabe mencionar que daban las siete y algo de la tarde, así que en el cielo los colores celeste, rosado y anaranjado se mezclaban creando un paisaje de ensueños. Me interné en ese lugar, al principio sólo había maleza y árboles. Seguí caminando, definitivamente ya estaba en el corazón de aquel gigante bosque. Decidí irme hacia los lados. Seguí el rumbo que me decía mi instinto hasta que vi una pequeña casita de madera. Era una casita del árbol; estaba abandonada. Ya que estaba cansadísima decidí subir.
Definitivamente no era una mansión, ni tampoco estaba bien cuidada. Miré la hora, el reloj marcaba las siete con cuarenta y cuatro minutos. Me iría a las ocho para no causar problemas en casa.
Comencé a observar la casita, ya que aún había luz para poder notar los detalles que habían en ella: había un escritorio viejo y desgastado, lleno de dibujos, también un mural de corcho, donde también habían dibujos. Todos eran muy hermosos, eran paisajes sobre amaneceres, campos y playas. De todo un poco, este chico era un artista. También había una guitarra apoyada en el rincón de la casita, tenía telarañas. Sabía tocar algo de guitarra, pero no expertamente. Un sillón y un par de cojines estaban tirados por la pequeña casita. Una estantería llena de libros. Todos eran sobre fantasía, aunque no para pequeños, sino para adolescentes como yo, de quince o dieciséis años, o por lo menos eso era lo que decían en sus tapas. Yo tenía dieciséis, pero todos me decían que me veía mayor. Pude adivinar que esta casita pertenece, o más bien pertenecía a un chico, ya que había un par de autitos de juguetes y una pequeña alfombra de color azul.
Volví a mirar mi reloj, marcaba las ocho en punto. Pase mis brazos por las mangas de mi chaqueta y bajé. Me puse en camino y en unos minutos ya estaba fuera de ese bosque mágico. Mientras caminaba hacia mi casa me puse a pensar en aquella casita. Era tan…, tan mágica, me quitó toda la rabia y pena que tenía dentro. ¿Quién sería capaz de dejar botada algo así? Se veía que no fue abandonada hace muchos años, ya que sólo había algo de polvo y telarañas, creo que había empezado a amar esa pequeña choza.
Un único pensamiento coherente pasó por mi cabeza.
Debía arreglar esa casa.
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Paraíso de las Pesadillas. [Terminada]
Romance¿Un verano completamente normal puede cambiar totalmente tu vida? La respuesta: Sí. Ambos están locamente enamorados del otro. Pero no todo es color de rosa Un pasado imposible de olvidar Tal vez este amor no sea para siempre, pero si es de los v...