Prólogo
Junio de 2012
Londres
Dejé a Harry en los ascensores suplicándome que no me fuera. Fue lo más difícil que había tenido que hacer en mucho tiempo. Pero me fui. Había abierto mi corazón a Harry y me lo había destrozado. Le había oído cuando me dijo que me quería y también cuando me aseguró que solo estaba tratando de protegerme de mi pasado. Le había oído alto y claro. Pero eso no cambiaba el hecho de que necesitaba alejarme de él.
Solo puedo pensar en la misma idea aterradora una y otra vez. Harry lo sabe. Pero las cosas no siempre son lo que parecen. Las impresiones se obtienen de manera intuitiva. Las ideas se forjan basándose en emociones y no en hechos reales. Ese fue el caso de Harry y yo. Por supuesto que esto lo descubrí más tarde, y con el tiempo, cuando pude alejarme de los acontecimientos que me habían convertido en la persona que soy, fui capaz de ver las cosas de forma algo diferente.
Con Harry todo era rápido, intenso..., explosivo. Desde el principio me decía lo que pensaba. Me decía que me deseaba. Y sí, hasta me había confesado que me quería. No tenía problemas en comentarme lo que quería de mí, o lo que sentía por mí. Y no me refiero al sexo únicamente. Eso era gran parte de nuestra conexión, pero con Harry no lo era todo. Él es capaz de compartir sus sentimientos con facilidad. Esa es su manera de ser, pero no significa que sea la mía.
En ocasiones sentía como si Harry quisiera consumirme. Me abrumó desde la primera vez que estuvimos juntos y sin duda era un amante exigente, pero una cosa era cierta: siempre quise lo que él me daba.
Me di cuenta una vez que lo dejé. Harry me proporcionaba paz y seguridad de una forma que realmente no había sentido antes en mi vida adulta y que desde luego no había experimentado nunca con respecto a mi sexualidad. Él es así y punto, y creo que ahora lo entiendo. Él no era exigente y controlador porque quisiera dominarme; era así conmigo porque sabía que era lo que yo necesitaba. Harry trataba de darme algo que necesitaba para hacer que lo nuestro funcionara.
Así que aunque esos días sin él fueron terribles, la soledad era fundamental para mí. Nuestro fuego apasionado había ardido al rojo vivo y ambos nos habíamos abrasado con el calor que con tanta facilidad se desataba y encendía cuando estábamos juntos. Sé que necesitaba ese tiempo de cura, pero eso no hizo que el angustioso dolor que sentía disminuyera.
No hacía más que volver a la misma idea que me sobrevino cuando descubrí lo que él estaba haciendo.
Harry sabe lo que me pasó y ahora no hay forma de que pueda quererme.
Capítulo 1
Mi mano latía al ritmo de mi corazón. Todo lo que pude hacer fue respirar contra las puertas ya cerradas del ascensor que se la llevaba lejos de mí. Piensa. Perseguirla no era una opción, así que abandoné el vestíbulo y me fui a la sala de descanso. Allí se encontraba Elaina preparándose un café. Mantuvo la cabeza agachada e hizo como si yo no estuviera. Una mujer inteligente. Espero que esos idiotas de la planta hagan lo mismo o van a tener que buscarse otro trabajo.
Eché algo de hielo en una bolsa de plástico y metí la mano dentro. Joder, cómo escocía. Tenía sangre en los nudillos y estaba seguro de que también habría en la pared junto al ascensor. Volví a mi despacho con la mano en la bolsa de hielo. Le dije a Frances que llamara a la gente de mantenimiento para que viniesen a arreglar la maldita abolladura de la pared.
Frances asintió con la cabeza y miró la bolsa de hielo al final de mi brazo.
— ¿Necesitas hacerte una radiografía? —preguntó con la expresión típica de una madre. O al menos como yo me imaginaba que sería una madre. Apenas recuerdo a la mía, así que probablemente solo estoy proyectando mis ideas sobre ella.