love songs [book 1]

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Me calzo mis botas color camel de media caña sin tacón y con tachas, y me levanto de un salto de la cama. Voy hasta el baño y lucho frente al espejo para domesticar mi indomable melena castaña, pero es una batalla perdida y al final opto por hacerme una cola de caballo. Vaya, así se me ven aún más las ojeras. Quedarse estudiando toda la noche tiene sus consecuencias. Debería maquillarme un poco.

Me asomo a la puerta y, poniendo en compromiso mi integridad física, consigo inclinarme lo suficiente para ver el reloj de la cocina. Son las nueve y veinticinco. ¡Es tardísimo!

Salgo al salón ajustándome la camiseta nadadora blanca y el jersey azul marino de punto con escote muy ancho que deja uno de mis hombros al descubierto. Ya estamos en julio, pero no te puedes fiar del tiempo en Nueva York en esta época del año. Llevo mi falda azul con lunares blancos. Tiene algo de vuelo y me queda por encima de las rodillas. Me encanta esta falda. Además, me trae suerte y la necesitaré para mi examen, ya que, para colmo de males, es con el señor Adreson.

Álex, mi mejor amiga, está sentada en el borde de mi sofá, mordiéndose las uñas compulsivamente. Me alegra comprobar que no soy la única que está sufriendo un ataque de nervios interno por este examen. ¡El último!

—¿Estás lista, ____? —me pregunta levantándose enérgicamente. Voy a responder, pero Álex me lo impide haciéndome un gesto con la mano a la vez que se lleva su BlackBerry al oído. Yo aprovecho para buscar mi bolso, escondido en algún punto del salón.

—Bajamos en un segundo... lo sé... lo sé —responde mecánicamente —. Hasta ahora.

Guarda su móvil en el bolso.

—James nos espera abajo. Está muy nervioso y muy pesado —dice poniendo los ojos en blanco. Es una de sus más arraigadas costumbres, sobre todo si habla de su hermano James.

Yo sonrío y por un momento me distrae de los nervios que siento.

—Será mejor que no le hagamos esperar.

Bajamos desde mi cuarto piso sin ascensor en la 10 Oeste con la calle

Bleecker. Vivir en el West Village es caro. Vivir en un cuarto sin ascensor en un diminuto apartamento, es menos caro.

—¿Cuándo dejaremos todo esto y nos mudaremos a Martha's Vineyard? —protesta Álex mientras entra en el viejo Chevrolet Camaro convertible de su hermano.

—No te quejes —le replico—. Te encanta esto. No sobrevivirías ni quince minutos sin ver un taxi amarillo.

Me siento en la parte de atrás y busco en mi bolso el brillo de labios. Mientras me lo doy mirándome en el espejo retrovisor central, mi mirada se cruza con la de James.

—Señorita Parker —me saluda con fingida cortesía profesional. —Señor Hannigan —le respondo de igual modo y ambos sonreímos. Pone el coche en marcha.

En el equipo de música suena The lazy song, de Bruno Mars. Cómo me gustaría estar haciendo ahora mismo todo lo que dice la letra de ese tema, sobre todo eso de tumbarme en la cama jurando que hoy no pienso hacer absolutamente nada. Sonrío ante esa posibilidad justo antes de que toda mi atención vuelva a concentrarse en los nervios que atenazan mi estómago.

James aparca frente al edificio Arthur L. Carter cerca de la Sexta Avenida. Los tres tenemos esta mañana nuestro último examen del Máster en gestión de publicación impresa que hacemos en la Universidad de Nueva York. No puedo creerme que sea el último. Hace exactamente un año estábamos licenciándonos en Periodismo en Columbia y este día parecía lejanísimo.

ONE SHOTS  [HARRY STYLES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora