SIETE

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Clase de matemáticas. La desgracia de Catra y la alegría de Adora. Tener un cerebro capaz de comprender un montón de cosas debe ser el cielo.


O eso pensó, pero después de cuatro días hablando con la chica, notó que aún con ese cerebro a Adora se le escapaban bastantes cosas sobre cómo interactuar con la gente, por ejemplo. Parecía perdida en lo que respectaba a actitudes normales y amistosas, incluso interesadas, pero eso era extrañamente refrescante. Exasperante también, pero agradable de todos modos.


ꟷPodrán salir temprano si hacen el ejercicio siete, ocho y nueve. Tráiganmelos, les firmo y ya se pueden retirar ꟷanunció el profesor, recibiendo algunos vítores y varias quejas porque muchos parecían no haber entendido la lección. Catra miró su cuaderno, sus ojos en blanco.


ꟷ¿Lo vas a hacer? ꟷpreguntó Adora que tenía los brazos cruzados detrás de su cabeza y se balanceaba con pereza en su silla.


ꟷ¿Cómo lo voy a hacer si no entiendo nada? ꟷprotestó. La rubia encogió los hombros, desinteresada, y Catra estuvo a punto de darle una palmada en la cara de su frustración cuando se le ocurrió una mejor ideaꟷ. ¿Lo haces y te invito el almuerzo?


Adora resopló una risa, primero mirándola a ella, después mirando a su derecha, al techo y por último regresando a sus ojos, hacia la castaña, todo esto sin detener los extraños resoplidos. Catra le arqueó una ceja, divertida por su reacción, y entonces la chica extendió la mano.


ꟷPásame los ejercicios. Tenemos un trato.


O tal vez no estaba tan perdida con ciertas actitudes.


Apoyó su mentón en la palma de su mano, observando cómo Adora resolvía todo con fluidez y sin pausas; la chica era una calculadora y la misma Wikipedia andante. Todavía recordaba cómo al segundo día de conocerla le comentó algo relacionado a las brujas de Salem y ella le había salido con todo un debate sobre la iglesia católica y la cacería de brujas, sobre cómo por el simple hecho de que tuviera lunares le podrían lanzar a la hoguera para luego perderse un momento en el cuello de Catra y ese lunar que tenía justo en medio.


ꟷAdora ꟷllamó y la chica le respondió con un "¿mh?" concentradaꟷ, cuéntame qué hacías en el orfanato para divertirte.


ꟷSolía pelearme con una niña que vivía en la casa de al lado ꟷborroneó algo y volvió a la carga, no perdiendo el ritmo mientras le hablabaꟷ. Nos tirábamos limones porque ella decía que como las ramas daban hacia su casa, el árbol era suyo, pero el árbol crecía de nuestro lado ꟷexplicó con sus ojos ahora clavándose en Catra, buscando su aprobación, a lo que la castaña sólo asintió cómicaꟷ. Entonces se desataba una guerra campal hasta que un día yo no me sentí de ánimos y sólo me recosté al lado del árbol, y esa rastrera me lanzó una fruta, y estaba tan enojada que le tiré una piedra. No sé si quedó más tonta o le arreglé un poquito la cabeza, pero obtuvo una rinoplastia gratis.


ꟷ¿Se la tiraste a la cara? ꟷCatra sintió que debía regañarla, pero la risa le ganaba. Tal vez no estaba preparada para ser adulta aún.


ꟷYo no estaba de humor y ella vino a tocarme los nervios. Demándame ꟷladeó la cabeza y extendió una mano para que Catra le pasara la regla y pudiera dibujar los planos. Lo hizo con gran precisión, no errando punto alguno.

LA CHICA DEL COPETEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora