NUEVE

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El almuerzo fue interesante. Catra se había encargado de llamar a su mamá para avisarle que no iría a comer con ella, así que por ese lado todo estaba bien... aunque, por otro lado, Adora y su madre parecían tener su propia guerra personal de la que ella no estaba enterada. Se disparaban miradas fulminantes (parte de la chica de copete) y picaras (de parte de su madre), pero la que sí compartían era la de desafío.


¿Qué se estaba desatando en la familia Ivanov?


ꟷ¿Y cómo va mi bebé en la escuela? ꟷpreguntó animadamente la señora, embarrando queso en un panecillo y viéndose como en un comercial de los ochenta. Adora arqueó una ceja porque su madre estaba al tanto de que ella no tenía problemas en clases. Es más, ella era la mejor de ésta. Qué va, la mejor del instituto.


ꟷTú sabes que yo...


ꟷLe pregunté a Catra ꟷmanteniendo la sonrisa, masculló. La castaña tragó la pasta.


ꟷOh, ella es excelente. Me ayuda mucho con las materias que no entiendo ꟷcomo ese mismo día, por ejemplo, cuando se había tildado en matemáticasꟷ. Estoy muy agradecida.


ꟷ¿Y qué tal le va a la hora de socializar?


Ah, así que ese era el punto que quería tocar.


Apenas abrió la boca para protestar, su madre le pisoteó el pie debajo de la mesa. Había sido una desventaja sentarse delante de ella sólo para poder estar al lado de Catra. Tenía que pensar más con la cabeza y menos con el corazón.


«Oh, soy toda una romántica».


ꟷElla...


ꟷSiguen teniendo envidia de mis triunfos tanto en lo intelectual como en apariencia. No pueden manejar el que sea más bella que todos ellos ꟷes increíble que diga todo eso en serio, pensó Catraꟷ y que, de paso, la marca para la que trabajo haya crecido más gracias a mí. ¿Qué puedo decir? No puedo culparlos; de ser igual de mediocre, tampoco querría ser opacada por alguien tan impresionante como yo.


ꟷComo has notado ꟷoferta tranquilamente la señora Ivanovꟷ, mi hija es muy humilde.


ꟷY que lo diga...


ꟷPero a mí no me vengas con tonterías. ¡Es hora de que hagas amigos! ꟷsu voz obtuvo un tono formal que fue acentuado cuando ancló las manos a sus caderas, la posición típica que adoptan las madres que estaban a punto de darte un sermónꟷ. Tienes que cambiar esa actitud tuya, ya te lo dije. A la gente no le gusta, tienes que adaptarte. Nadie querrá estar contigo así.


¿Qué estaba diciendo su madre? Ella siempre le había recordado ser ella misma, sin importar la opinión ajena, "porque ella no tenía por qué adecuarse a los demás cuando había nacido para ser mejor".


Su madre le guiñó un ojo.


LA CHICA DEL COPETEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora