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Barrios Bajos, Cambridge, Nueva Inglaterra
24 de Diciembre, 2018

Daphne estaba recostada en el sofá de su casa mientras leía el periódico del día, ninguna noticia le llamaba la atención, solo había notas sobre el clima y sobre cómo había aumentado el precio de la carne. Su perro Sami estaba acostado a su lado, y sobre su regazo ronroneaba su gato Bigotes.

Su madre le había prohibido estrictamente que ayudara en lo más mínimo a preparar la cena de Nochebuena, así que resistida se quedó toda la tarde sin hacer nada.

Llamó una vez a Matthew para preguntarle por la salud de su madre, él le dijo que lucía mejor de lo que creía que se vería, tal parece que la visita de su hijo la había animado bastante, cosa que tranquilizó mucho a Daphne pues si bien no conocía a la mujer, le preocupaba mucho ya que era la madre de su amigo, y también porque temía mucho como la muerte de ésta podría afectar en la vida del chico. También trató de llamar a Victorie, pero ella no le contestó la llamada, así que optó por llamarla al día siguiente porque quizás estaba ocupada. Titubeo también varios minutos frente a su teléfono que le mostraba el número de Louis, pero finalmente, y empujada por el pensamiento de que parecería muy intenso, decidió no llamarlo.

Resignada a que no encontraría ninguna buena noticia que leer, encendió la pequeña televisión que había en la sala; era un aparato muy antiguo, con pocos canales y muy una resolución bajísima. Busco en los canales disponibles alguna película navideña que le resultara interesante. Encontró algo de su agrado, y se disponía a acomodarse sobre el sofá cuando alguien llamó a la puerta.

—Daphne, linda —le gritó su madre desde la cocina —. Sé que te dije que no te pediría que hicieras nada estas semanas, pero ¿podría atender la puerta?

La madre de Daphne estaba muy atenta de que la comida que estaba cocinando no fuera a quemarse, por lo que no podía descuidarse. Su padre estaba arreglando la luz de la antigua habitación de Daphne pues el foco se había fundido. Pete había ido a comprar un par de huevos que le hacían falta a mamá. Y Lavender estaba vistiendo a Alexander.

—¡Claro! —respondió ella poniéndose de pie.

Daphne camino hasta la puerta, tomo el pomo de esta y lo giro. Al abrir la puerta se encontró con un hombre que vestía un abrigo negro largo, un sombrero elegante, un traje que lucía caro y lentes de sol a pesar de estar nevando.

—Déjame entrar.

—¿Louis? —preguntó Daphne confundida tras escuchar la voz.

—¿Quién más voy a ser? —repuso él —. Déjame entrar, no sé qué tanto hayan mejorado los periodistas sus niveles de seguimiento.

Daphne estaba algo anonadada por la situación, así que por algunos segundos no dijo nada. Realmente nunca se imaginó que Louis iría a visitarla, mucho menos que llegara de sorpresa. Él esperaba que la chica lo dejara pasar mientras la nieve teñía su abrigo de blanco.

—Yo... No creo que sea buena idea... —murmuró ella.

Pero Louis decidió optar por ignorar sus palabras y se adentro a la casa pues ya se estaba congelando de frío. El chico se sacó los lentes y los guardó en su bolsillo, y luego se quitó el sombrero. Daphne cerró la puerta y se paró a su lado con rapidez.

—¡Pete, ¿dónde está el destornillador rojo?! —gritó una voz varonil.

—¡James, cariño, Pete fue a comprar! —le respondió una mujer.

—¡Daphne, Alexander te llama! ¡No, Alexander, baja de ahí! —gritó otra voz desde el piso de arriba —. ¡Mamá, ayúdame con Alex!

—¡Se me va a quemar el pollo, Lavender! ¡No puedo subir!

El peso de la corona [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora