Palacio Real, Londres, Nueva Inglaterra
11 de Diciembre, 2018Matthew y Daphne toparon sus miradas, ambos voltearon a ver en la dirección que miraba el otro antes de verse entre ellos.
—Estamos perdidos —dijeron al unísono.
Daphne tomó su copa y le dio un trago a su bebida. Matthew no le había quitado el ojo a Charlotte en todo el día, y no era para menos, se veía hermosa, más de lo que se veía siempre. Con su larga cabellera rubia recogida en un elegante peinado, un maquillaje sutil que resaltaba sus facciones y un vestido rosa pastel que le hacía favor a su silueta, mostrando un poco de sus hombros y espalda, marcando su cintura.
Y Daphne... Ella intentaba no mirar a Louis, quién, para su sorpresa, había llegado a la fiesta del brazo de la Marquesa Irene de Bristol.
—Al menos no creo que Charlotte se case pronto —comentó la chica viendo a su amiga, conversar con una pareja de ancianos, muy probablemente unos condes de alguna parte del reino.
—¿Y de qué me sirve? —respondió con la voz apagada —. Ella está a otro nivel, y aunque sienta lo mismo que yo por ella, nunca podremos estar juntos. No lo aceptarían, ella es una princesa y yo soy solo un chico con un golpe de suerte. Si no hubiera sido becado con el puesto de la Academia ni siquiera nos conoceríamos.
Daphne apretó los labios en una sonrisa apenada, Matthew era muy emocional, así que se imaginaba que él realmente la estaba pasando mal, en una encrucijada entre el deber y el querer. La castaña, no muy decidida aún, busco a Louis con la mirada. Matthew y Daphne se quedaron mirando cada uno a la persona que les robaba suspiros, lamentándose internamente la distancia y las circunstancias.
—Tan cerca y a la vez tan lejos —susurró Daphne viendo a Louis bailar con Irene.
Parecían ser sacados de un filme con el mejor director y con equipo de grabación de última tecnología, ambos se veían hermosos, como si se contemplaran a la perfección, ella era alta, con porte y una sonrisa radiante, su vestido dorado la hacía lucir bella. Ella estaba diseñada para él, eso parecía, y para cualquiera que no los conociera realmente con profundidad aseguraría que así era. Y Louis, como el príncipe que es, vestía un bello traje, hecho por los más prestigiosos diseñadores del país, y su brillante corona, de oro con incrustaciones de bellas piedras caras, que con lo que valía de seguro daría de comer a todo un país en desarrollo.
La marquesa estaba hipnotizada por él, él también la miraba, pero no de una manera especial, y era justamente esa mirada la que rompía toda la fantasía, porque la mirada enamorada de Louis era para solo una chica, y era lamentable para muchos que no fuera para la marquesa.
—¿Un brindis por nuestros problemas amorosos? —propuso Matthew tomando su copa. Daphne salió de su transe, aquel en el que inconscientemente se sometía cada vez que Louis aparecía en su campo visual, y alzó su copa y la chocó contra la de su amigo haciendo que los cristales hicieran un clásico ruido al tocarse.
Daphne soltó una risa, tal parecía que el alcohol ya comenzaba a subirle a la cabeza.
—¿No crees que es gracioso? Somos unos malditos genios, podemos resolver ecuaciones difíciles en cosa de pocos minutos, pero no tenemos ni la más mínima idea de cómo tratar un problema de amor —comentó con amargura.
Divago viendo a varias parejas en el salón. Todos con sus trajes y vestidos finos, todos hermosos y caros. La música de la orquesta le daba el toque a la ambientación, sonaban hasta en el último rincón del palacio, había algunas parejas bailando al compás de la música y otras sentadas en las elegantes mesas conversando diferentes cosas.
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El peso de la corona [✔️]
Romance-Tú eres mi corona, mi vida y mi muerte. Voy a contarte una historia sobre una corona demasiado codiciada, ese pesado de oro tenía tanto poder que terminó por pudrir muchas almas, hizo que corriera sangre y cayeran lágrimas. • • • Cuando la guerra...