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La Academia, Cambridge, Nueva Inglaterra
1 de diciembre, 2018

—Les tengo una noticia que creo podría gustarles —comunicó Miss Evans cuando el almuerzo terminó. Todos la miraron expectantes esperando que revelara la noticia.

El servicio que venía a la hora de las comidas por órdenes del Rey levantó los platos de la mesa y se retiraron dejándolos solos en el comedor.

La habitación estaba tibia gracias a la chimenea que estaba a un costado, sobre ella colgaba un magnífico cuadro que retrataba, haciendo mucha justicia a su belleza, a la Familia Real; en el centro parados con elegancia estaban el Rey Charles junto Lady Katherine, a su derecha, y sentados sobre un par sillas, Rey Arthut y la Reina Elizabeth, parados tras ellos la Princesa Charlotte y el Príncipe Louis, a su costado la Princesa Sophie junto a su esposo el duque Phillip y sus dos hijos Harriet y William, y al lado de izquierda el Príncipe Harry con su esposa la duquesa Heather y los hijos de estos Timothy y Athenea.

—La princesa Athenea, duquesa de Kent, está organizando un baile en honor a su cumpleaños número veinte —comenzó Miss Evans —, y han sido personalmente invitados por ella —informó y luego se puso de pie para darle la invitación correspondiente a cada uno de sus personajes —. Por claras y obvias razones debemos de asistir. La Princesa Charlotte me comentó esta mañana que la Princesa Athenea estaba particularmente interesada y entusiasmada por contar con su presencia, me dijo que les tiene bastante estima y que los considera sus amigos. Supongo que han tenido varias oportunidades de convivir con ellos sin mi presencia.

—Louis y Charlotte siempre insisten mucho para que convivamos con ellos en nuestros ratos libres —le informó Victorie a la mujer.

—Princesa Charlotte y Príncipe Louis, Victorie —corrigió Miss Evans —. Puede que sean amigos, pero él sigue siendo el heredero al trono y ella la segunda en la lista de sucesión.

Era un sobre amarillento, muy semejante al que se les envió con la carta de admisión a la Academia. Con tinta verde esmeralda oscura estaban escritos los datos necesarios de toda carta, y estaba sellado con un sello de cera rojo con la insignia del ducado de Kent. Los chicos abrieron sus invitaciones con cuidado y leyeron el contenido, parecía que la carta había sido escrita a mano, seguramente por alguno de los cientos de empleados de la familia.

Estimada Daphne Loughty

Ha sido cordialmente invitada a la celebración real en honor al cumpleaños número veinte de Su Alteza Real la Princesa Athenea, duquesa de Kent.

Se tiene permitido llevar a un acompañante, para esto es necesario presentar la invitación.

El baile se celebrará en el Palacio de Londres, el día 11 de Diciembre del presente año, a partir de las 20:00 p.m.

—Vaya... —murmuró Harry —. Un baile... ¿Cómo en las películas?

—Probablemente —respondió Adele sonriente —. Esta misma tarde vendrás varios modistas a tomarles medidas para sus trajes y para que ustedes puedan darles una idea acerca de su vestimenta, así que si quieren algo específico vayan pensándolo.

—¿Podemos elegir cualquier tipo de vestido? —preguntó Ophelia maravillada.

—Sí, mientras no sea nada extravagante, es el cumpleaños de la Princesa, no queremos que la atención se desvíe a alguien con vestido llamativo —respondió la mujer —. Como pueden leer, el baile será dentro de dos semanas, así que piensen en cuál será su regalo, se lo comunican a su representante y este se encargará de comprarlo por ustedes.

Todos asintieron con la cabeza.

—Miss Evans, dice que es con parejas, ¿a quién se supone que vamos a invitar? —preguntó Orion.

—Pueden invitarse entre ustedes. No es una obligación que asistan con pareja —respondió sin darle importancia.

Cada uno pensaba en diferentes cosas; Ophelia se imaginaba a ella misma en un pomposo vestido estilo princesa, Adhara pensaba en qué diseñador se encargaría de su vestido, Victorie pensado en la desagradable idea de tener que convivir con Condes de más de setenta años y dolor de cadera. Daphne, como cualquiera que supiera de ese algo que tenía con el Príncipe Heredero se podría esperar, pensaba con quién iría este al baile.

—Este es el momento en el que deben demostrar que son dignos de estar en la Academia —habló Miss Evans con seriedad —. El baile estará repleto de duques, marqueses, condes, vizcondes, barones y lores, estos irán con sus familias, claro. Además de la presencia de los reyes.

—Creo que a la princesa le gusta celebrar en grande —comentó Theodore sonriente sin tomarle el peso al asunto.

—Dolo son invitaciones de cortesía —respondió Victorie tirando el sobre sin cuidado sobre la mesa —.  Imagina el escándalo que se armaría si Athenea no invitara a la amiga de la tía de la prima de su abuela, con la cual obviamente toma té todos los jueves.

—Ese tema no es de su incumbencia, Victorie. Como les decía —prosiguió la mujer tras mirar a la morena de mala manera —. Este es un evento grande e importante, no pueden cometer errores. Los paparazis los tienen en la mira y quieren algo fresco para perjudicar a la corona. No pueden dar un paso en falso.

Miss Evans solía espantarlos con ese tipo de comentarios cada vez que debían asistir a eventos importantes organizados por la Corona, siempre exigía lo mejor de cada uno, pero la verdad era que en el fondo la mujer se preocupaba mucho por él como todo eso podría afectarle a sus estudiantes.

( . . . )

—¿Te sucede algo, Matthew? —preguntó Daphne con algo de preocupación —. Te he notado decaído desde ayer.

Matthew suspiro y apoyó su cabeza en el respaldo de la banca, dejando que el frío viento chocara con su rostro.

—Creo que yo también me enamore, Daphne —murmuró —. Ayer Charlotte vino a hablar conmigo respecto al cumpleaños de Athenea, creo que ella espera a que la invite. ¡Pero no puedo! Si la invito Miss Evans podría expulsarme de la Academia... Sin embargo tampoco quiero lastimar a Charlotte... ¡Odio esto!

Daphne torció la boca pensativa. Ella se encontraba en una situación muy parecida a la de su amigo, y desde ese casi beso que se dio con Louis no había podido pensar en algo que no fuera el Príncipe. Su mirada, su olor, su sonrisa, su voz, todo volaba por su mente estando dormida o despierta, y no habían vuelto a hablar desde ese día.

—Entiendo... Aunque creo que en este caso no hay mucho que puedas hacer —respondió la castaña con sinceridad —. Deberías hablar con Charlotte, dile la verdad, dile que quieres ir con ella, pero que no puedes porque podrían expulsarte, estoy segura de que ella va a entender.

El peso de la corona [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora