Capítulo XIII

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Narra Eärendur

Eärendur: Comprendo completamente que sin Gandalf nuestra misión se complique a un nivel que nadie pueda creerse. Pero eso no quita que hayamos sido derrotados, porque no creo que mi Padre tenga su maldito Anillo en sus dedos. Le comento para ver como a Boromir se le abren los ojos de par en par, al escuchar sus palabras, y notar como en su corazón un odio hacia mí crece sin precedentes. Sin embargo, poco me importa ahora. - Soy hijo del Señor Oscuro. Pero eso no quiere decir que soy igual que la persona que cuando me mira no ve a un hijo, sino a un arma para acabar con sus enemigos. Ahora mismo tendré a toda la Compañía en mi contra. Rodeado de elfos que me querrán muertos en seguida, pero no pienso descansar hasta que Gondor, la patria de mi madre esté a salvo de las garras oscuras de mi progenitor. Así que, adelante. No me importa morir en estos momentos. Ya sé lo que me espera cuando mi alma llegue a los dominios de Sauron -. Digo quitando toda mi frustración de golpe. A la vez de que estas palabras salen de mi boca, envió a mi brazo derecho a la vaina de Oscuridad Pura, para rápidamente lanzarla al suelo lejos de mí. Mientras que mantenía mi mirada clavada en Galadriel.

Galadriel: La misión se encuentra en el filo de la navaja. Descuidaos un instante y fracasará, para desgracia de todos. Aún hay esperanza mientras la Compañía permanezca fiel. Comenta como si mi arrebato de ira no le hubiese significado nada en absoluto. - No dejéis que os inquieten vuestros corazones. Ir a descansar ahora. Estáis agotados de tanto esfuerzo y sufrimiento. Yo me quedo mirándola sin palabras. No le parece preocupar que sus hombres estén a punto de apresarme o matarme. Seguidamente recibo su mirada. - (No te preocupes Eärendur. Tu misión no termina aquí) -. La oigo decir en mi cabeza, para yo seguir a la Compañía sin decir absolutamente nada, y cuando acampan quedarme en una esquina de una de los árboles cercanos sin decir nada en absoluto. Nadie va a decirme algo, salvo reproches, aunque noto la mirada de Aragorn y el resto sobre mí, mientras estoy estirado con mi cabeza apoyada en un árbol con los ojos cerrados. Intentando tranquilizar mis emociones.

Eärendur: (Actualmente la confianza de la Compañía en mí ha menguado a un nivel gigantesco. Creo que el único que confía en mí es Frodo, pero ahora mismo no lo veo bien, ya que pensaran que lo he manipulado de alguna manera o ha caído ante el Anillo al estar apoyándome. Ahora mismo estoy solo en este vasto mundo. Volver al oscuro y yermo páramo que es Mordor es una locura, sin embargo, las tierras de los Pueblos Libres tampoco son seguras. Mira que ser enemigo de dos bandos es difícil, pero, al parecer he conseguido obtener la enemistad de las facciones de esta cruenta guerra). Pienso frustrado viendo el panorama en el que me encuentro. - (Solo espero que mi muerte sea rápida. No quiero dar gozo a mi Padre diciéndome que tuve la muerte lenta y dolorosa que me merecía, para seguidamente, comience el tormento que me tenga preparado para quebrar mi voluntad) -. Sigo en mis pensamientos para elevar mi cabeza y abrir un poco mis ojos para mirar el cielo estrellado desde este lugar. Y sigo con parte de mi cerebro en la incógnita de porque la Dama Galadriel todavía no ha enviado a varios de sus hombres a encerrarme. Esta duda lentamente me carcome la cabeza y la mente. No llegó a ninguna respuesta lógica desde mi punto de vista.

Aragorn: Ve a descansar. Estas fronteras están bien protegidas. Le oigo decir a Aragorn mientras se encuentran cerca de Boromir, que noto como las dudas y el temor se va apoderando lentamente de la mente y corazón del Capitán de Gondor.

Boromir: No encontraré descanso aquí. Le responde Boromir al heredero de Isildur, para tener la mirada atenta del mayor enemigo según mi "querido" Padre. - Oí su voz en mi interior. Habló de mi padre y de la caída de Gondor -. Dijo para yo tener completamente la atención sobre lo que iba a decir. Gondor es el pueblo de mi madre. No pienso dejarlo caer por las buenas. - Ella me dijo... Incluso ahora hay esperanza -. Comento para quedarse un momento en silencio. - Pero yo no la veo -. Continua bajando la cabeza para seguidamente unos segundos después, levantarla para encontrarse con la atenta mirada de Aragorn. - Hace tiempo que la hemos perdido -. Seguidamente reino un silencio momentáneo, salvo que los pasos del montaraz se escucharon hasta sentarse al lado del capitán de Gondor. - Mi padre es un hombre noble. Pero su mandato decae, y nuestro... pueblo pierde la fe. Confía en mí para ordenar las cosas y lo haría. Restablecería la gloria de Gondor -. Siguió hablando para dar un suspiro. En ese momento llegaron a mi mente los recuerdos cuando estaba estudiando los reinados de los diferentes Reyes que tuvo el pueblo de Númenor. Su tiempo pasó hace mucho tiempo atrás. Por culpa de mi hermano dicho Reino se quedó sin un Rey, dejando a los senescales al mando, que, aunque haya alguno que otro que dieron sus esfuerzos para mantener el poderío que una vez tuvo uno de los Reinos humanos más poderosos, por desgracia, no sirvió de nada. - ¿Has llegado a verla Aragorn? La Torre Blanca de Ecthelion, brillante como una aguja de nácar y plata. Sus pendones ondean con la brisa temprana -. Se quedó callado para yo tener algún que otro recuerdo en Osgiliath, observando la poderosa e implacablemente bella Minas Tirith. - ¿Alguna vez te han recibido con el claro sonido de las trompetas de plata? -. Le pregunta a Aragorn mirándolo directamente, mientras que yo solamente podía imaginármelo.

HIJO DE SAURONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora