CAPÍTULO IV

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Narra Eärendur

Han pasado ya 2 años desde que inicie esta misión de espionaje en la ciudad de Osgiliath, pero hace medio año que decidí dejar de hacer la misión y rebelarme contra mi padre mandándole siempre que los gondorianos reforzaban la guarnición de la ciudad cada mes con un par de soldados.

En estos momentos, estoy cerca de la puerta este de la antigua ciudad enana de Moria, esta ciudad siempre me ha llamado su atención porque el rey brujo siempre me decía que era una ciudad de gran esplendor, que los momentos actuales no hay ningún enano que no sea el enano muerto en esa ciudad.

Al observar la puerta este de la ciudad enana, me quedo maravillado de lo que podían hacer trabajando en la piedra. No por ello dejo de caminar hasta puerta, y al entrar puedo ver algunos cuerpos de enanos en el suelo junto a lo que parecían algunos cuerpos de orcos que también estaban con el esqueleto. 

Voy adentrándome poco a poco en el reino y caverna del enano, cuando observo a lo lejos a algunos orcos patrullando la zona. Yo tranquilamente me voy acercándome a ellos, para que uno de la patrulla me aviste y avise a los demás, y entonces me cargan con la segura intención de matarme para comer mi carne. Entonces mientras se me acercan un total de 20 orcos, desenfundo mi espada "la oscuridad pura", y al primero que se me acerca le doy un tajo que lo asesine dejando su cuerpo se caiga en el suelo, el siguiente le corte el brazo donde sostenía su maza y le empujo mientras agoniza de dolor.

Y al resto de los orcos, salen volando gracias a un empuje de magia oscura que hago para que si me conocen paren de combatir contra mi.

Orco de patrulla 2: ¡¡¿¿ Lord Eärendur que hace por aquí??!! ¡¡¿¿No tendría que estar en Mordor junto a su padre??!! Me pregunta uno de los orcos al reconocerme y hace al resto asustarse por mi presencia.

En eso me acerco al orco que me ha reconocido, y envolviendo mi mano izquierda de mi magia oscura le agarro de la cara para que sus ojos se conviertan de color verde y me mire fijamente.

Eärendur: He venido por mi cuenta gracias a que mi padre me ha dejado salir de las fronteras oscuras de Mordor soldado. ¿No os importaría no decir nada sobre mi paradero a mi padre verdad? Les pregunté al final para directamente decapitar a todos los orcos que estaban conmigo de un solo tajo rápidamente, mientras que el que le había tocado con la mano se marchaba como si no hubiese pasado absolutamente nada.

Poco a poco me iba adentrando en el antiguo reino de los enanos de la Casa de Durin. Al fijarme en las paredes construidas sobre la misma montaña, pude ver el paso del tiempo de un amo a otro.

Estuve caminando durante un tiempo hasta encontrarme cara a cara con el puente de Khazad-dûm. No me detuve a mirar a tal majestuosa creación enana, porque avance sobre el puente para llegar al otro lado. Por el camino observe que el puente era muy fácil de defender con un par de centenares de hombres al mando, y podrían detener a un gran número de soldados enemigos por el estrecho paso que tenían que cruzar para llegar a los salones principales.

Al cruzar el acceso del puente, me encontré con alguien que tenía muchas ganas de conocer en persona, por las historias que me han contado sobre él.

Eärendur: Al fin puedo conocerle en persona Balrog, ¿O quiere que le llame por Daño de Durin? Le pregunté por la manera que tendría que dirigirme hacia una persona muy superior en poder conmigo.

Balrog: Con que tu eres el hijo de Sauron, ¿Como te llamas muchacho? Me pregunto en lengua negra, que por lo que podía observar pocos orcos entendían lo que decíamos.

Eärendur: Mi nombre es Eärendur hijo de Sauron, el señor oscuro de la Tierra de Mordor. Me presento para recibir las carcajadas del gigante hecho de fuego, y yo, enfurecido por no saber el motivo de su risa.

Balrog: No me puedo creer que Sauron haya puesto a su hijo el nombre de uno de los reyes de Arnor. Me comenta la enorme figura que impone por su gran tamaño, su espada y látigos del mismo material que su piel, y sobretodo su cara que asustaba bastante a todo oponente que se encontraría por delante si no estaba preparado para luchar con dicha criatura.

Estuve en la antigua mina del enano unos días hasta que sentí la presencia de los nueve lejos, pero la notaba igualmente. Entonces decidí marchar hacia el norte, hacia las antiguas tierras del extinto Reino de Arnor hasta la ciudad conocida como Bree para descansar en su posada.

Al pasar los soles y las noches llegué a la ciudad de noche con una potente lluvia que hasta los gritos de personas morir ni se podrían escuchar en la inmensa oscuridad. Al estar delante de la puerta de la ciudad toque para que una persona me preguntó.

Persona: ¿Que hace un adolescente a estas horas de la noche solo? Me pregunta por verme sin nadie.

Eärendur: Perdone señor fui llamado por Gandalf para reunirme con él en esta ciudad. Le respondí mintiéndole en mi objetivo, porque a ese tal Gandalf lo escuche por parte de mi padre en conversaciones con los jinetes negros.

El me dejo entrar en la ciudad, para yo dirigirme a la posada "Poney Pisador" para ver si ese tal Gandalf aparecía allí.

Al entrar en el establecimiento, pude ver a humanos y hobbits bebiendo y charlando tranquilamente como si el hijo de Sauron no estuviese aquí y, un poderoso peligro se acerca, en forma de nueve jinetes negros encapuchados que no tendrían piedad con nadie para cumplir con su objetivo o misión.

Me acerqué al posadero para preguntar sobre el tal Gandalf.

Eärendur: Disculpe señor, ¿Gandalf el Gris se encuentra en este lugar? Es que me llamó para reunirme con él en esta posada. Le comente al posadero con intriga por no saber si se encontraba en este lugar.

Posadero: Lo siento decepcionar joven, pero como les dije a cuatro hobbits que preguntaron lo mismo, el mago Gandalf no ha llegado todavía. ¿Si quiere puede esperar con los cuatro hobbits de aquella mesa? Me sugiere señalándolos después de responder a mi pregunta por el paradero de Gandalf.

Al fijarme en el grupo que mencionó el posadero, dos de ellos se encontraban bebiendo y comiendo disfrutando como si nada, pero en cambio había otro que por alguna razón me atraía a él por algo relacionado con mi padre, Mordor y los nazgûls.

Me fui acercando a ellos para preguntarles por su relación con el mago de la orden de los Istari.

Eärendur: ¿No les importa si me siento con ustedes para aguardar al mago Gandalf? Les preguntó con amabilidad dándoles gracias a mi padre desde mi mente, por las clases de manipulación.

Ellos aceptaron al mentirles diciéndoles que el mago me tenía que contar algo con suma importancia después de reunirse con unas personas en este lugar.

Estuvimos pasando el rato tranquilamente y, por primera vez en mucho tiempo pase un buen rato y feliz.

Al paso del tiempo pude ver al hobbit que me inquietaba que se llama Frodo Bolsón ponerse nervioso, al ver a unas personas preguntando por él y, al verlos se asustó cayó al suelo para yo observar el anillo creado por mi padre hace ya muchos años que, incluso ese maldito anillo provocó una guerra que devastó Eriador.

Después de dejar ese pensamiento pude ver como desaparecía (para el asombro de casi todo el mundo) salvo para mí, y el montaraz que se encontraba en el fondo mirándonos desde hace bastante tiempo.

Rápidamente active mis poderes sin que la gente se diese cuenta, y me fije por donde estaba el joven Bolsón.

Al dejar de utilizar el anillo, el montaraz le agarró y se lo llevó, entonces Sam, Merry, Pippin y yo le seguimos hasta una habitación.

Las horas pasaron hasta notar la presencia de los nueve otra vez, en esta ocasión intentaron asesinar a los medianos seguramente por el anillo forjado en el Monte del Destino.

HIJO DE SAURONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora