CAPÍTULO V

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Narra Eärendur

Han pasado unas horas desde que el grupo liderado por mi figura de hermano mayor, el Rey Brujo del extinto reino de Angmar intentó atacar a los hobbits en la posada Poney Pisador.

Fuimos avanzando poco a poco sin rumbo conocido para los hobbits, pero para mi ese rumbo nos dirigimos hacia Rivendel.

Por el camino pude ver que los medianos desconfiaban del montaraz, y al Sam preguntar hacia dónde nos dirigimos, Trancos nos respondió que a Rivendel.

Avancemos hasta llegar cerca de la Cima de los Vientos, la antigua fortaleza de Amon Sûl del Reino de Arthedain derruida por las hordas de mi hermano hace varios milenios atrás.

Eärendur: Nunca pensé que pasaría la noche en la ya derruida fortificación de Amon Sûl. Dije en voz alta sin darme cuenta, porque me encontraba maravillado de encontrarme delante de esta reliquia de los guerreros de la isla de Númenor.

Aragorn: ¿Ya conocías dicho lugar? Me pregunta el montaraz intrigado porque poca gente sabía ese dato en estos momentos.

Eärendur: Siempre me ha gustado la historia, pero sobretodo los reinos que por desgracia, han dejado de existir después de luchar contra un enemigo durante tanto tiempo. Le respondí a la pregunta con bastante nostalgia, por recordar como el Rey Brujo me relato la guerra contra el fragmentado Reino de Arnor.

Poco a poco nos acercabamos y a la vez recibía lo que vio el joven Frodo cuando se puso el único en el dedo por solamente pequeños fragmentos, seguramente por será por el anillo.

Al llegar cerca de la atalaya, el montaraz les dio cuatro espadas a los hobbits, y cuando iba a preguntarme sobre si yo tenía alguna le interrumpí.

Eärendur: Como puede ver, yo tengo una espada, y sí es verdad que no soy un gran y experimentado espadachín, pero puedo durar algo de tiempo antes de caer en las manos de la muerte durante el combate. Le comunique señalando "la oscuridad pura", bueno al menos la empuñadura.

Frodo se fue a dormir, mientras yo observaba el paisaje pensativo por si me encontraba con los nazgûls, que no me di cuenta de que estaban haciendo los tres hobbits faltantes.

Eärendur: (Si los nueve llegan a nuestra posición, me veré forzado a utilizar mi magia para defender al portador). Pensé para ser interrumpido por un grito de Frodo.

Frodo: ¡¿Pero que estais haciendo?! Le pregunta el bolsón alarmado recién despertado para girarme hacia ellos, pero quieto apoyado en una roca.

Después de que Frodo apagase el fuego, escuchamos los gritos de los nueve, o parte de ellos.

Yo sentí la presencia del Rey Brujo de Angmar junto a la de Khamûl el Oriental entre los cinco espectros sin reconocer a los demás y, al oír a Frodo decir que corrieramos seguí su consejo con premura.

Subimos hasta llegar a la cima, para ser rodeados y emboscados por los cinco buscadores del anillo único de mi padre.

Eärendur: (Si tengo que luchar contra tí, lo haré, hermano). Pensé adentro mío, mientras desenfundo mi espada preparándome para el combate que tendremos en segundos, y no será fácil de ganar, por no decir casi imposible sin ningun milagro.

Los hobbits estaban algo asustados, por no decir demasiado, pero igualmente no retrocedieron o se apartaron de Frodo con el poco valor que les quedaba.

Sam: Atrás malditos. Les dijo para cargar contra ellos y ser apartado con suma facilidad por un de los cinco oponentes que teníamos.

Merry y Pippin les sucedió lo mismo que a Sam, pero yo cuando tenía un gran temor por las posibles represalias de mi padre decidí proteger la única esperanza de derrotarlo o que reine sobre los pueblos libres de la Tierra Media.

Entonces me puse delante de Frodo para la sorpresa de los nazgûls y, sobretodo del que estaba detrás de los cuatro espectros del anillo.

Respire fondo y cargue contra ellos, los dos primeros conseguí pasar sobre ellos, los otros dos en el que estaba Khamûl me fue más difícil, porque nunca me había enfrentado a él en algún entrenamiento que tuve en Mordor.

Y para el final, me encontraba cara a cara con el que considero mi hermano, aunque tenía una herida en el hombro producida por el Oriental decidí seguir por tal de ganar tiempo para Frodo.

Exhausto por pasar por cuatro de los nueve jinetes negros, me rodearon y yo me maldecí a mi mismo por no prevenir dicha situación en la que me encontraba en estos momentos.

Rey Brujo: Ríndete ahora y unete de nuevo a las órdenes de tu padre el señor oscuro Sauron para acabar con los pueblos libres de la Tierra Media. Me dijo mi hermano con lengua negra para que nadie lo entendiese, y yo no queriendo escucharle le ataque para que me detuviese la estocada que le lanze elevando mi sable hacia arriba.

Retrocedí un poco por un pequeño empujón que me dio, y volví a cargar con un tajo que fue detenido con facilidad, para que el Rey Brujo me hiciese un corte en el hombro y me dejase inútil para combatir de un golpe hacia uno de los tantos restos de la construcción del pueblo de Númenor.

Después de que ha Frodo le apuñalaron con una hoja de Morgul, y Aragorn espantase a los nazgûls que nos atacaron con fuego seguimos nuestra marcha hacia Rivendel con más velocidad por la vida del pequeño hobbit que estaba entre la vida y la muerte.

Seguidamente, unos días después, una elfa se llevase a Frodo al hogar de Elrond seguimos nuestro camino hasta llegar a nuestro destino.

HIJO DE SAURONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora