Capítulo XVI

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Narra Eärendur

Seguidamente de que los jinetes de Rohan nos dejarán con dos de sus caballos, nos montamos en las monturas y partimos rápidamente a donde relucía y surgía la estela de humo blanco de la gran hoguera producto de haber quemado la partida de Uruks-hai que perseguíamos desde hacía días.

Tan solo de pensar que posiblemente Pippin y Merry han muerto en medio de la refriega de anoche produce un daño terrible a mi corazón. La esperanza de encontrarlos con vida se ha disminuido por completo, pero me niego a aceptar la terrible verdad que puede mostrarse ante mis ojos.

La sangre es bombeada furiosamente por mi órgano vital mientras nos acercamos al lugar de la masacre. Yo estoy subido con Aragorn en el corcel de pelaje castaño, detrás suyo, siguiéndonos de cerca Legolas y Gimli en el de pelaje como las nubes.

Eärendur: (Ellos son fuertes y astutos. Habrán encontrado una manera de escaparse de sus captores y no caer muertos por culpa de esos malditos jinetes de la marca. No han muerto. No han muerto). No paraba de repetirme esas mismas palabras una y otra vez en mi cabeza "no han muerto" esperando que eso provoque que despejé mis miedos de mi mente, aunque sé perfectamente que conseguiré el efecto contrario al esperado.

Cuando finalmente llegamos descabalguemos y Gimli se puso a revisar en toda la mole de carne y armadura chamuscada. Tenía que admitir que era una imagen algo grotesca de ver, pero completamente perfecta para los monstruos que fueron aniquilados.

En eso noté como nuestro compañero enano extraía con una mano los restos de lo que parecía un cinto de la pira funeraria de la partida que perseguíamos. Cuando mis ojos se posaron sobre los fragmentos carbonizados de la pieza de vestir casi se me paró el corazón al reconocerlo: era uno de los cintos de Merry o de Pippin, pero eso daba igual, era uno de sus pequeños cintos.

Gimli: Es uno de sus pequeños cintos. Nos informó con su voz notándose un poco quebrada por la emoción que le comenzaba a recorrer por todo su cuerpo.

Rápidamente Legolas dijo unas palabras en élfico, lo más seguro sobre algo para que sus almas tengan un buen viaje en el más allá; seguidamente Aragorn, dominado por la cólera que se pudo notar que se esparcía por su rostro en una mueca de rabia, pateó una cabeza de un Uruk que portaba un casco de cuero y, al mismo tiempo, lanzaba un grito al aire repleto de furia que expulsaba su corazón.

Eärendur: (Acabaré con todos vosotros. Lo juro por todo lo bueno de esta tierra. No pienso dejaros con vida, padre, Saruman. Vosotros y vuestros lugartenientes, sin importar si tengo que enfrentarme a ti, hermano. No os dejaré escapar de mi venganza). Pensé mientras cerraba mis puños con una furia irreconocible para mí. Mi ceño se frunce y mis ojos se entrecerraron mientras miraba directamente dirección Mordor, y esperando de que mi padre pudiese ver mi rostro para saber lo que le esperaba si conseguía a enfrentarme a él en persona.

Gimli: Les hemos fallado. Comentó el maestre enano mientras miraba al suelo.

Aragorn: Un hobbit yació aquí. Nos dijo el montaraz mientras observaba el suelo y visualizaba los cuerpos de nuestros dos camaradas pequeños que íbamos a rescatar. – Y otro aquí -. Nos señaló removiendo la tierra. – Gatearon -. Continuó mientras comenzaba a moverse y seguir el camino que hicieron Merry y Pippin. – Estaban maniatados -. Siguió informándonos al mismo tiempo que se levantaba y empezaba a andar a una dirección, con nosotros detrás, hasta cerca de la ubicación en dónde se hallaba una hacha con unas cuerdas cortadas por su mal filo. – Cortaron sus ataduras -. Dijo y, en ese momento, la esperanza comenzó a recobrar fuerza en mi corazón, expulsando la oscuridad que se sedimentaba como una tormenta alentadora. Dándome más fuerzas a creer en la posibilidad de que sobrevivieron a la matanza de anoche.

HIJO DE SAURONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora