Capítulo XV

97 10 0
                                    

Narra Eärendur

Ahora mismo me encuentro en el mundo de los sueños reviviendo de nuevo la sensaciones que tuve cuando presencié el corto combate entre Gandalf y el último de los Balrogs de Morgoth.

Ver al mago gris plantar cara a una de las criaturas más antiguas y poderosas que quedan en la Tierra Media me pareció tanto admirable como demente. El poder del Balrog era muy superior al de toda la población de los enanos de tres de las siete grandes casas cuando el pueblo de Durin todavía moraba en Khazad-dûm; no obstante, sé que los rumores y habladurías entre mi padre y los jinetes negros sobre que Gandalf era una amenaza a tener en cuenta eran ciertas. Nadie se enfrenta a un enemigo como el Balrog sin tener suficiente poder para darle un buen combate o se encuentra completamente dominado por la imprudencia.

Gandalf: Soy siervo del fuego secreto. Administrador de la llama de Anor. ¡Tú fuego oscuro es en vano Llama de Udûn! Le dijo para repeler una estocada de la espada de llamas del Balrog. - ¡Regresa a la sombra! -. Le grita para que la bestia inmensa de un paso en el puente. - ¡No puedes pasar! -. Le grita de nuevo para que uniendo su espada y bastón al tocar la piedra del puente, una luz blanca salga a todos lados desde la roca, y cuando el monstruo que una vez fue una alma pura siguió caminando para atacar al mago gris, el suelo por el que pisaba cedió por completo haciendo que empiece a caer hacia las profundidades del mundo.

Seguidamente observó como el látigo llameante del demonio de fuego se cierne sobre las piernas del mago para finalmente caer al abismo oscuro que son las profundidades del reino más poderoso y próspero de la historia de los enanos.

Veo como el mago va profundizándose cada vez más en la oscuridad del lugar siendo flanqueado por paredes de piedra hasta que una luz llameante producida por el cuerpo de sombras y fuego del Balrog surgen delante de sus ojos.

El Daño de Durin daba manotazos al aire mientras creo que intentaba pararse ante la caída al vacío de donde surgió en un comienzo. No sé con certeza en qué momento este ser oscuro – al haber olvidado ya por completo su pasado como un ser de luz-, llegó a adentrarse en la montaña, ya que por lo que yo conozco de la historia de Moria los enanos llevaban desde los inicios de la Primera Edad del Sol morando estas tierras, por lo tanto, la manera de la que se salvó de la guerra entre la alianza de los enemigos del primer Señor Oscuro y las fuerzas de este es un completo misterio.

Rápidamente extiende su brazo y agarra a Glamdring con firmeza para caer sobre el pecho de su temible enemigo y comenzar a asestar diferentes golpes con su espada a la bestia que tenía delante. Los gemidos de dolor no tardaron en surgir de una manera grotesca y horrenda. Su voz resonaba en el lugar como el de un animal transformándose en algo antinatural.

Cuando el monstruo sintió el dolor recorrer su cuerpo al completo intentó defenderse dando manotazos al aire en un vago intento de herir o dañar al anciano mago. En eso Gandalf le asesta una estocada con Glamdring en todo el pecho del Balrog, hundiendo la hoja en su cuerpo haciendo que el Daño de Durin tenga que dejar escurrir su acero de entre sus manos entre alaridos de dolor; no obstante, en uno de sus arrebatos consigue golpear al mago desplazándolo a un lado, pero con el mago de nuestro compañía manteniéndose firme cerca suyo con la intención de acabar con su enemigo.

De repente veo como el último de los Balrogs agarrar el cuerpo de Gandalf con una de sus manos de fuego y oscuridad hasta que choca con parte de las paredes y lo tiene que dejar ir al sufrir un gran golpe que chapisca oscuridad y ceniza. Seguidamente, el enemigo del mago no para de chocarse contra los bordes siéndole inútil librarse de Gandalf y asestar golpes, oportunidad aprovechada por su enemigo que se coloca en su cabeza hasta hundirle de nuevo de otra estocada el acero de Glamdring con gran fuerza.

HIJO DE SAURONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora