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Soobin creyó que el día en el que Yeonjun por fin terminara con Minhyuck sería un día para celebrar. Por semanas, estuvo anticipando que comerían cantidades impías de helado mientras veían alguna película divertida y ligera, para burlarse de la estupidez de los protagonistas o de las decisiones directivas y luego hablar mierda del ex idiota en cuestión. Era algo que siempre había querido hacer, pero nunca lo había podido cumplir, porque nunca había detestado tanto a la pareja de algún amigo.

En cambio, el día fue tan sombrío que ni siquiera el helado que tenía guardado en su congelador lo tentó.

Una noche, Yeonjun regresó a la habitación con una expresión de luto. Sus ojitos estaban hinchados y sus hombros caídos, evidenciando que no la estaba pasando nada bien. No dijo nada al cambiar sus botines por medias de casa, ni al tomar un débil suspiro mientras colgaba su chaqueta en el perchero, ni al encerrarse en el baño.

En cuestión de segundos, Soobin logró escuchar la regadera de la ducha encenderse. Le hubiera parecido normal y hubiese seguido atento a su serie, si no fuese porque pronto escuchó la caída de agua acompañada por sollozos, tan desgarradores que le pusieron la piel de gallina y estrujaron su corazón.

一Hey... 一Se acercó a la puerta del baño, tocando un par de veces. No quería interrumpir a su compañero de cuarto cuando podía estar desnudo, pero tampoco se sentiría bien si no hacía nada.

Déjame solo. 一Aunque demandante en su pedido, la voz de Yeonjun estaba notoriamente quebradiza, incapaz de esconder el pesar一. Me estoy bañando.

Por unos segundos, los sollozos se detuvieron, dejando que sea sólo la lluvia de la ducha la que llene la habitación. Cuando Yeonjun no se contuvo más, se lamentó en voz mucho más baja, haciéndole saber a Soobin que definitivamente no quería que sepa de lo destrozado que estaba.

一Bueno, iré a comprar algo 一avisó, con lo primero que se le ocurrió para salir de la habitación一, pero estaré aquí más tarde por si me necesitas.

Yeonjun no le dijo más, así que Soobin tuvo que regresar a sus cosas. Apagó el televisor, se cambió por un atuendo para salir y buscó sus llaves y su billetera. Pensaba cumplir con su palabra, pese a que realmente podía sentir el dolor de Yeonjun en su propio corazón, hasta el punto en el que creía que si no salía de allí comenzaría a llorar en cualquier momento. No podía evitarlo, se preocupaba por él.

Salió por unos minutos, haciendo tiempo para tomar el camino largo hacia la tienda de conveniencia más cercana. Buscó un playlist para que lo acompañara durante todo el camino, lo que fue relativamente efectivo para distraer sus ánimos.

Aún así, Yeonjun no abandonaba su mente por completo. Siempre que un amigo la pasaba mal, Soobin sentía que podía hacer algo para contraatacar esas emociones negativas y que ambos se encuentren mejor, pero nunca estaba seguro de qué era ese algo. ¿Hacerle caso y dejarlo solo? ¿Insistir para demostrar que le importaba? ¿Fingir como si todo estuviese bien hasta que realmente lo esté?

No tenía la certeza de cuál era el motivo para su desánimo, pero su instinto le decía que tenía que ver con Minhyuck. Yeonjun le había estado hablando un poco sobre su relación, los altibajos y los detalles que lo hacían quedarse. Soobin no era un experto en relaciones, pero incluso para él era obvio que no eran compatibles.

Cuando llegó a la tienda tras deambular por el campus, compró un par de tazones de ramen instantáneo, porque sabía que a Yeonjun le gustaban, y que quizás la comida lo lograría animar un poco. De todos modos, tenían que cenar algo.

Regresando a la residencia estudiantil, fue directo a la cocina de su piso, que estaba ocupada por un grupo de unos seis chicos, todos desconocidos para Soobin. Estaban en medio de una discusión sobre una reunión, al parecer.

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