I Feel You

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>> Mi familia al ser de sangre pura tenía acceso a la corona de los reinos de Dalriada y Escocia pero en la unión que hubo hace poco fuimos anexados al Reino de Gran Bretaña esto provoco una serie de diferencias entre las distintas casas –de vampiros- que habían gobernado anteriores a mis padres: ellos eran los Alpin, Los Dunkeld, Los Balliol, Los Bruce; cada una de estas casas se encoleraron al saber de la resolución de mis padres, Los Estuardo, quienes habían llegado a un acuerdo con la reina Isabel I, Ana y Jacobo trataron de mantener el orden internamente e incluso convocaron a una de las cenas más esperadas que daba la familia. El inicio del Invierno, los valles de Escocia se vestían de blanco e incluso lograban resaltar aun más debido a la oscuridad de los troncos desvestidos que trataban de arañar el cielo durante todo el año.

Recuerdo que esa noche estábamos engalardonados, esa noche mi madre traía su vestido de dos piezas hechas de seda importadas de las lejanas tierras de donde las estrellas explotan en las noches, era una seda tan ligera a la piel que era casi como si la virgen se posara en ella, el color de sus mejillas era el mismo de su vestido. Ningún fruto del osco bosque se le asemejaba, el encaje de los puños y el pecho le daban ese porte que siempre la caracterizo; mi padre y yo íbamos vestidos en tonalidades contrastantes para cualquiera que nos viera, el llevaba una singular tonalidad de escarlata que le resaltaba la profundidad de sus ojos, agua marina mientras que yo iba con una tonalidad mas reservada con colores parecidos a los del jade pero brillantes como las mañana en Edimburgo. Mi cabello era cubierto por la nieve que caía, lo que me daba un aspecto más delicado de lo que en realidad soy.

Tuve un hermano, Carlos I, ese bastardo fue quien orquesto lo horrores de esa noche y los venideros, sin duda alguna se convirtió en el más odiado por el resto de las casas gobernantes y soberanas del ilustrísimo viejo mundo. Esa noche no quiso salir de su cómoda, presentaba síntomas de delirio y locura; cuando bajamos al Comedor vimos a las a las cuatro familias ya dispuestas en la mesa, los mancebos venían presurosos de las cocinas con los manjares dispuestos de todas las suertes en los platones de plata, cada familia tiene una característica que los defiende, la nuestra es psíquica, podemos hacer casi todo con el solo pensarlo; la noche iba avanzando y los invitados se iban acomodando en el Salón, no se dirigían una sola palabra pero los oía, oía como sus envenenados pensamientos corroían sus corduras, los pudrían por dentro, pronto comencé a ver como sus rostros se deformaban, gire a ver a mis padres quienes se levantaron, se vieron así mismos

— El banquete — susurro mi madre, mientras los demás ya habían terminado el primer plato y ellos apenas habíamos comenzado, mis pensamientos habían estado tan inmersos que ni siquiera había tocado el plato, giré a verlos, su rostro se desfiguraba — Aliento de ángel, es eso — el aliento de ángel es el más toxico de los polvo creados por los celestiales, un grupo que busca la erradicación de las especies bajas como nosotros. Sus rostros se desfiguraban así que hicieron lo que la tradición dictamina, me envistieron como rey. Mi padre tomo un cuchillo de los que estaban dispuestos en la mesa y corto las palmas de las manos de cada uno de los presentes colocándolo en una copa brillante que tuvo la fortuna de estar ahí, mi padre comenzó a recitar algo en una lengua vulgar, antigua y sin duda poderosa ya que la copa comenzó a brillar; mi madre por otro lado se quito su corona, empezaba a llorar sangre mientras su piel se agrietaba envejeciéndose con el paso del viento, mi padre llego a su lado con la copa, está resplandecía con gran fuerza y viveza, era como ver un amanecer en las manos

— Hijo, que injustísima tarea te hemos de encomendar, a ti a quien le tocaba vivir por la eternidad y ser testigo de la creación de mil soles y mil estrellas, a ti que solo te debería tocar enterrar al infeliz de tu hermano que no le toco la vida que debería. Encuentra a quien hizo esto, desenfunda el brillante metal y que la cálida sangre de ese infeliz encuentre el destino que merece a lado de los perros de caza y aves de carroña — tiro el amanecer sobre mi, esa sería la noche más larga de mi vida, sentí como el conocimiento de los muertos acariciaba mis cienes posando en ellas el laurel y el olivo de oro y cobre. Mire a mi madre, me veían con tristeza — Mi apuesto Dante, como aquel que visito el infierno de la mano de alguien que lo conocía espero que mis suplicas sean atendidas por la fuerza que nos rige, ve, anda y has que este reino vea los amaneceres más bellos que solo tu has visto. Encuentra a un partido que lleve a la casa Estuardo a donde las estrellas bailan con el infinito — me acaricio la mejilla una última vez mientras mis padres tomaban sus manos, caí de rodillas, sentía como la felicidad se evaporaba, como el dolor, la ira me consumían, abrace sus rodillas suplicante que no se fueran miré al techo, empezaba a consumirse revelando un arcoíris — Bifröst, hijo. Ese prodigio te ha de iluminar, guiar y saber que estaremos bien — abrace sus rodillas de nuevo pero se evaporaron igual que lo hacen los espectros que rondan por los cementerios.

***

Camine hacia el balcón que daba al Salón, mi alma pesaba igual que miles de planchas de plomo. Veía los retratos de la familia con dolor pero debía anunciar su muerte, el olor a podredumbre me alcanzo y la parca acaricio mi nuca. Corrí y al llegar al salón estaban todos muertos, la sangre me llegaba a los talones — Ahora el reino es mío — Carlos estaba bien, le estaba tomando la mano a Josh Devine — ¿Qué hiciste? — Josh Devine había sido encerrado en la cumbre más oscura, fría y alejada de estas tierras, era custodiado por fuertes guerreros de una tierra muy lejana en donde los caballos son tan veloces que vuelan igual que las aves; él había asesinado a un gran numero de seres del mundo feérico incluyendo a seres más antiguos que los mesopotámicos, y ahora está libre — Lo necesario para acabar con los de tu especie — sentí como se estrujaba y sangraba por dentro mi corazón — El enemigo de mi enemigo es mi amigo — sonrió de lado, conforme caminaba oía los susurros en mi cabeza que me decían una y otra vez la misma comanda "Corre, Dante, Corre" me giré y comencé a correr, la sangre estaba coagulada en mi cabeza pero aún sentía las coronas sobre mi.

***

— Eso explica tu acento — me interrumpió a lo que solo asentí y proseguí con mi presentación — He viajado por el mundo errante y sin rumbo en búsqueda de como vencer a Josh, mi hermano ha de morir pronto pero el problema es él — alce la mirada hacia la luna que alumbraba de manera grácil las sombras que nos rodeaban — Lamento lo de tus padres — gire a verlo — No, no te disculpes. Hay que concentrarnos en que tenemos un enemigo en común y que tenemos que atraparlo, no sé cuál sea su propósito pero si se algo — lo vi fijamente — No estarás solo — me sonrió — Ni tu — La noche comenzaba a crecer mientras las brasas de nuestro fuego iba cada vez más en declive, no sentía el cambio de la temperatura sobre mi piel pero si podía sentir el ruido vibrar tal vez los más grandes pensadores eran seres iguales que a Dante y ahora a mi. — Tranquilo Arnold, si puedes dormir que eso no te asuste — y la oscuridad me sumergió en la tranquilidad.

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