Blinding Lights

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Caminamos a un costado del tren, y de las puertas del primer vagón se escurría un icor de color verdoso ─ ¿Qué es eso? ─ miré a Dante ─ Nada de lo que nos debamos preocupar por ahora ─ seguimos caminando hasta llegar al segundo vagón, me detuve y empuje la puerta mientras un chirrido anunciaba que se iba abriendo. Saltamos hacia dentro del vagón ─ ¿Donde están? ─ ─ Están más adelante ─ comenzamos a caminar ─ Oye ─ me detuvo del brazo ─ ¿Estás bien? ─ trague seco, y me dejé caer sobre uno de los asientos, negué ─ Son demasiadas emociones en muy poco tiempo ─ una luz dorada alumbró los vagones, era la misma luz de los atardeceres en el metro cuando iba a perderme por la Ciudad, me gustaba cuando los vagones estaban vacíos y podía sentarme como me diera la maldita gana ─ Tengo miedo ─ se sentó en los asientos delante de mí ─ ¿De no sobrevivir? ─ ay si tu supieras ─ Si ─ en parte sí aunque iba más evocado a lo que me tengo que enfrentar, espero equivocarme ─ Estarás a la altura ─ acarició mi mejilla

─ Ven, vamos por Agramón ─ se levantó ─ Antes de que vayamos a buscarlo debes saber algo, Arnold está con nosotros ─ inflo su pecho y frunció su ceño ─ ¿Donde se les juntó? ─ abrí mi boca, ¿de verdad es necesario decírselo? ─ Estaba en el tercer anillo ─ asintió levemente mientras desviaba su mirada hacia afuera ─ Lo hubieran dejado que se pudriera ahí ─ ─ No digas eso, aún no sabes, bueno sabemos del porqué actuó como actuó ─ sus labios formaban una línea recta, contuvo el aire antes de suavizar su expresión ─ Bien, vamos por esos dos y apresuremonos. Tu novio te ha de estar esperando ─ tosí una risa ─ Dios te oiga ─ me levante y comenzamos a caminar hacia ellos pero a lo lejos logré divisar a Arnold ser arrastrado por Agramón hacia nosotros, se le veía realmente molesto ─ Toma tu porquería de humanidad ─ y nos arrojó a Arnold, nos replegamos a los asientos dejando que se estampara contra un par de tubos ─ Hijos de perra, ¿Por qué no me han sostenido ninguno? ─ Dante y yo intercambiamos miradas y negamos irónicos ─ ¿Y a ti que te hizo? ─ levanto su camisa una enorme quemadura avanzaba de su cadera hacia arriba, volteamos a ver a Arnold ─ ¿Cómo lo hiciste? ─ sonrió con malicia y su rostro comenzó a rotar dejando su boca hacia arriba, cerré los ojos. Puta madre, ¿es enserio?

─ Yo voto que lo matemos ─ miré a ver a Agramón ─ No vamos a matar a alguien, por Dios. ¿Queremos respuestas, no? y nos las vas a dar ─ sonrió más ─ Jamás sucio Abandonado, mereces arder en medio de esta brea y que... ─ una estrella explotó afuera de las vías ─ Dices que Miguel lo provocó, ¿no? ─ asintió levemente ─ ¿Entonces si existe el fuego celestial? ─ asintió levemente ─ Pero solo él y únicamente él puede invocarlo ─ sonreí ─ En teoría, lo que está lloviendo son estrellas de fuego celestial ─ asintió ─ ¿Qué es lo que quieres hacer? ─ mi mano vibró e Ilustrísima estaba entre mis dedos ─ Una locura ─ susurró Agramón, abrí una de las puertas y salte hacia las vías de nuevo, divisé una bola de fuego que venía hacía mí, coloqué la espada frente a mi y esta recibió el impacto, sentí mi cuerpo arder al igual que todo a mi alrededor, comenzaba a patinar sobre la grava ─ ¡Peter! ─ miré por mi rabillo a Dante ─ ¡No! Tengo que hacerlo solo ─ cerré los ojos e inhale, el fuego celestial entro por mis pulmones quemándome, era como inhalar menta caliente y de pronto todo se volvió negro.

¡Peter! abrí los ojos, el olor a sangre invadió mis sentidos, Quirón sostenía del cuello a Gabriel ¡Nooo! trate de correr pero una bofetada me derribó al piso, levanté mi rostro ¿¡Quién demonios eres!? galopo tratando de aplastarme con sus cascos Humano ingrato gire hacia atrás y me levanté de un brinco, mis manos no vibraban. Carajo, levanto su saeta, retrocedí Ven aca me levantarón del piso y me sostuvo otro centauro haciendome ver a Gabriel, Quiron lo sostenía del nacimiento de sus alas ¡No! lo arrojo al arroyo de sangre hirviente

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