All the Stars

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Camine por el desolado corredor, las luces titilaban creando sombras e iluminando el agua en turquesa cada vez que se oscurecía el corredor como si brillara en la oscuridad. el agua iba subiendo de nivel conforme iba avanzando aunque siendo sincero no sé si subo o bajo. Mierda. El agua comienza a lamer mis rodillas y muslos; las paredes eran perforadas lentamente por la piedra y lágrimas de oro, una escalinata comenzó a aparecer a lo lejos, miles de sombras corrían como sabuesos hacía el final de las escaleras, la luz terminó por irse y el agua comenzó a brillar, levanté mi mano y dispare las cadenas que se incrustaron en una de los peldaños de la escalinata, se enraizó en mi brazo y me jalo dejándome a los pies de la escalinata,

Estaba dividida por un canal de aguas turquesa, conque de ahí sale esta agua, y alrededor este canal había largos arbusto con espinas doradas y cuyos tallos eran blancos. Sería como subir las escaleras de metro Polanco, sencillo. Comencé a subir por un costado rebasando a las sombras que se arrastraban y los que aún tenían energía gateaban; rápidamente me di cuenta que conforme subía el agua comenzaba a tornarse cristalina soltando un resplandor perlado, la cual salía de una estatua de Hades alzando una espada de la que salía el agua. Conforme iba llegando a la cima me iba acercando a la estatua logré ver lo que estaba escrito en la base de la estatua "Mors mendacium coram te, desperato animarum. Statera iusta et facit eos, qui fuit animabus descenderunt ad infernum" — La muerte yace frente a ustedes, almas sin esperanza. Almas cuya balanza ha sido justa y las hace descender el infierno — mi alma bajo a mis pies, llegue mi mirada hacía los ojos de Hades — Me verás a través del Mesías — y esta a su vez me llevó hacía enfrente, no había nada. Mis oidos zumbaron, tenía el yelmo puesto "STATERA" estaba escrito en una parte del techo con arañazos — Balanza — En una ocasión el niño bonito de Miguel decidió bajar aquí pero Gloriosa simplemente comenzó a palpitar y el noveno anillo se incineró. Muchos fuimos alcanzados por la explosión, no era su intención pero de todas maneras ya estaba hecho. Y la imagen de Miguel con una espada en alto y en otra una balanza apareció, a eso había bajado y quien la tenía era Lucifer

Me tiré a un costado — Tengo que vencerlo para poder salir de aquí — saque el aire de mi pecho y me acosté sobre las escaleras. No, no, no; las lágrimas comenzaron a correr por mi rostro humedeciendo el canal de mis orejas; ¿Por qué yo? no creo estar listo para morir, las cosas aparecieron y desaparecieron de manera rápida y siento que aún tengo que vivir —Entonces pelea — me senté y una sombra gris se sentó a mi lado — No quiero morir, me duele ser humano, me duele y estoy cansado y... y... — entonces me abrazo, deje que saliera — Ven muchacho — me levanto y me tomo de la mano guiándome hacia arriba, tenía los ojos cerrados. No quiero sentir dolor, ya no quiero que duela — Pisa con cuidado — abrí los ojos un poco y camine dentro de quien sabe que — Siéntate — me sentó en algo rígido y abrí los ojos completamente.

— ¿Donde estoy? ¿Quien eres? — acarició mi mejilla secando mis lágrimas — Flegias, un gusto — su mirada lucía apagada como si la vida se la hubieran arrancado hace tiempo, tenía puesta una túnica gris, su cabello amanecer estaba apagado — Estas sobre el último río del infierno — estábamos dentro del vagón del conductor, las puertas estaban abiertas pero el agua no se metía — Moriré allá abajo — sentí como mis tibias lágrimas recorrían mi rostro — ¿Por qué dices eso? — se sentó frente a mi, trataba de entender él porque decía eso — Mate a alguien — su expresión cambió a una de asombro — Yo lo amaba — las luces comenzaron a titilar — ¿Como se llamaba ? — el tiempo fue más lento en ese instante, sentía molestia en mi nuca — Julio — la luz terminó por apagarse, una lluvia de reflejos explotó detrás de mí, un brazo me tomó del cuello tratando de arrastrarme al río, el agua comenzó a brillar en un morado translúcido.

Me impulse hacia enfrente y ambos rodamos por el pasillo, me levanté lentamente. Sus ojos hazel habían quedado atrás dando paso a unos color lodo, su cabello castaño goteaba agua morada resaltando más su palidez — Mira lo que me hiciste — levanté con temor mi mirada, su camisa de botes estaba salpicada de sangre en la zona del diafragma — Lo siento — tragué seco mientras — ¿Lágrimas? — bajé la mirada, no podía seguir viéndolo, mi corazón se estrujaba haciendo un escozor en mi pecho. Camino a paso decidido, Flegias trato de detenerlo — No te metas, sucio barquero — mis manos vibraron obteniendo a Ilustrísima y el mangual de Hades. Que él estuviera muerto era mi culpa, observe como de su mano emergía algo lustroso, fui retrocediendo hasta que choque contra la puerta del maquinista, las deje caer — ¡Éramos un maldito equipo! — sentí como se acalambraba mi abdomen, trague seco —¡Tu! — me apuñaló en el pecho — ¡Me dejaste! — sentí arder mi cuello, ni siquiera vi cuando movió la mano — Morir — sentí mi cuello humedecerse — Perdón — me tomó del cuello — Jamás — cerré los ojos y todo se volvió oscuro.

[***]

Abrí mis ojos, yacía tirado en el piso y con un charco de sangre humedeciendo mi cabello — Sigues vivo — mi cabeza dolía demasiado, creo que debo acostumbrarme a este tipo de dolores — ¿Sabes cual es el problema? — me fui incorporando para poder sentarme, mi espalda estaba contra la pared y estaba frente a mi — El problema es que todos quieren huir del dolor, tarde o temprano moriremos o alguien querido lo hará pero sencillamente decidimos ignorar eso en vez de reflexionar y afrontarlo — mi mano vibró y pase la hoja de Ilustrísima por mi cuerpo — No se trata de huir del dolor — estaba sentado en los asientos frente a mí — Se trata de aceptarlo, de asimilarlo y disfrutar de las personas con que quieres, no te lo digo porque esté muerto, te lo digo porque la muerte misma me lo enseño, es una gran maestra esa hija de la chingada — inhale y recargue mi cabeza en la pared.

— No peleaste, simplemente dejaste que te apuñalara y te cortara la garganta — cerré los ojos — Estabas dispuesto a morir, ¿Por qué?, tengo mi teoría pero me gustaría saber la tuya — trague seco — Era lo justo, lo correcto — sus ojos se suavizaron un poco — No te creo — sonreí levemente — Jamás lo hiciste a la primera vez — frunció el ceño — No era tan difícil — sonreí de lado — Porque tu no recibías lo que lanzabas cuando estallabas o cuando amenazabas con inmolarte — inhale tranquilo — Según tú, ¿Por qué lo hice? — se levantó y caminó hacía mi y sentó en el piso — Porque buscabas alguna respuesta, bien dicen que en la muerte encuentras la redención y las respuestas a las preguntas que devoran tu tranquilidad — trate de no sonreír tanto, ese era mi chico — No has cambiado nada, Peter — sonreí — ¿Y cuál era esa pregunta? — inhalo — No cuál, si no porque — se escuchó como crujió la puerta del maquinista y salió Flegias — Me alegro que esten platicando— cerró la puerta tras de sí.

Salté los torniquetes de acceso y comencé a subir por las escaleras de incendios, con cada relámpago el edificio crujía haciendo parpadear las luces de emergencia, era la peor lluvia de los últimos trescientos años ─ ¡Peter! escuché que alguien gritaba mi nombre, no estaba seguro si lo estaba alucinando o realmente me estaban hablando lo que si sabía era que tenía que llegar al nuestro piso y para ello faltaban como unos diez pisos más.

Cuando por fin estuve ahí corrí por el corredor para llegar a nuestro departamento, abrí y lo único que alcanzaba a distinguir eran los muebles, todo estaba a oscuras ─ Vete de aquí, Peter ─ estabas sentado en la mesa viendo hacia la ventana, te respondí que no me iría que así no se arreglaban las problemas, te bajaste de la mesa y me encaraste, me dijiste que era curioso que siendo yo quien provocaba los conflictos hablará de ese modo, ambos sabíamos a lo que nos referíamos. Habíamos empezado a tener problemas con empresas rivales que querían el corredor Reforma - Misterios, no te gustaba que lo arreglara porque era algo tuyo, algo que solo a ti te concernía pero no me importo y lo trate de arreglar y te habías dado cuenta.

─ ¡¡Qué te vayas a la mierda!! ─ empezaste a caminar hacia la salida pero te tome del brazo ─ ¡Sueltame puta madre! ─ me empujaste contra la mesa pero afiance más mi agarre ─ ¡Eramos un equipo! ¿¡Crees que no puedo solo!? ─ y fue cuando te regrese pero no medí mi fuerza y te estrellé contra el sofa, me arrojaste algo que había en el y yo te arroje lo primero que alcancé en la mesa. Ya no dijiste nada y caíste hacia enfrente ─ ¿Julio? ─ camine hacía ti pero estabas ya en un charco de sangre

— Ahora parece una estupidez como nos peleabamos —asintió levemente — Nuestras madres nos advirtieron de esa forma de pelear, pero no hicimos caso —negué mientras miraba el río — Veme — desvié mi mirada hacia él — Ese amor que sentí por ti no se va, sigue en nuestro departamento, en este río que no refleja las estrellas y es por eso que también afirmó que por eso dejaste que te matara — mordió su labio inferior — Porque esperabas retribuir lo que hiciste, esperabas un último consejo de un muerto — juntamos nuestras frentes, estaba helado — Te extraño mucho y no hay día que no me arrepienta de lo que hice — las lágrimas comenzaron a caer, hipaba y dolía — No te guardes nada, Peet — el dolor me consumía, mi garganta dolía y ardía. Mi cabeza me dolía y sentía como si cada lágrima quemara.

— Te perdono — lloré más alto (si es que se puede) — No me dejes — nos separamos — Si de algo estoy seguro es que el amor no se va — sonrió — Toma — era ese cuchillo, mi corazón se detuvo — Ocupalo para hacer el bien — fruncí mi ceño y sonreí — Lo haré — acarició mi mejilla, comenzó a desvanecerse en estrellas — Lo sé — mi corazón crujió de nuevo. Este era mi camino, mi reivindicación — Te amo — Yo tambien.


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