Capítulo 26: El camino de los errores (7)

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Kaburamaru siseo al ver a los estudiantes del Han'yō, el cual permitía deslizarse por sus hombros y brazos. Los cinco discípulos se encontraban bastante tranquilos para estar cerca de humanos. La Yūrei contaba que la mujer era bastante amable y el Kitsune solo dijo que los cazadores que guió estaban plagados de hostilidad, sin embargo, aceptaba que los esposos eran bastante agradables. El Han'yō solo se encontraba sentado, bebiendo un tónico con una expresión pacífica mientras el Tanuki acercaba uno de sus bocadillos a la inquieta serpiente que no dejaba de deslizarse por el 'Protector'

"Es verdad, Hanyou-san, ¿por qué la serpiente parece tan familiarizada con usted?" pregunta el Tanuki, cuando el animal acepta el aperitivo.

"En realidad, yo tampoco sé la razón" Kaburamaru siseo y el Han'yō rió débilmente, acariciando las escamas con cuidado.

Los discípulos simplemente lo dejaron pasar, nunca irían en contra de un animal y si hablan con sinceridad: también querían acariciar a la serpiente, en ese bosque no era una especie que hayan logrado encontrar, ni siquiera cuando eran niños.

La campana tintineo dos veces, la Yūrei se levantó para abandonar el lugar. Después cuatro tintineos bruscos resonaron, el Kitsune frunció ligeramente su entrecejo, sonriendo como de costumbre para aligerar su expresión, también se retiró. Al final, las campanadas suaves sonaron, rápidamente el Tanuki fue a atenderlo.

Los discípulos restantes se dirigieron a la cocina, apagando el fuego que hervía la comida, sirviendo los platos y llevándolo todo hacia la sala común, donde los cuatro invitados se encontraban sentados en silencio. Por supuesto, los rostros de ambos jóvenes humanos era de confusión absoluta al ver la suavidad en los nítidos ojos de su patrón. La esposa sonrió cuidadosamente, tomando una de sus manos con cariño.

"Gracias" por supuesto, a los discípulos les agradaba demasiado la pareja, eran tranquilos y respetuosos, pero no podían decir lo mismo de los cazadores sumergidos en el mutismo que, a pesar de haber curado a su mentor, seguían apestando a enemistad.

"No es nada, señor" responde con suavidad el Raijū, la voz de aquel hombre es extraña; tranquilizante, por lo que no puede permanecer molesto por la aguda mirada de los muchachos y sabe que sus compañeros igual.

"Por favor, coman hasta saciar su corazón, cuando acaben los aperitivos se llevará a cabo el ritual y los cazadores serán tratados" habla el Han'yō, que se levanta de su lugar con una mirada gentil, caminando junto a sus cinco discípulos, los cuales se encontraban en la puerta "Tengan una agradable cena" se despide.

Mientras esperan en otra habitación, los estudiantes comen algunos dulces de fruta que prepararon con la cosecha de ese día. El Han'yō se encontraba afuera junto al Tanuki, tomando un poco de aire fresco.

"Hubiéramos puesto picante en el té de esos cazadores" dice la Oni, mordiendo el jugoso durazno con dureza.

"Rayos, estaba pensando lo mismo" gruñe el Raijū, lanzando hacia el techo la manzana carmín, que cae hacia su mano y repite su acción frunciendo el entrecejo.

"Hanyou-sama curó a su señor, ¿qué tienen en la cabeza?" la Yūrei chasqueo la lengua, pelando hábilmente una naranja "Tanuki-san tiene razón, los humanos solo piensan en si mismos, tan malagradecidos, pocos de ellos son como el señor y la señora"

"¿No es normal? ¿Cuándo un humano que vimos trato bien a Hanyou-sama? Ese hombre parece ser el primero en hacerlo. Aunque él es quien envío a esos otros cazadores, no hay que extrañarnos cuando traten de llevárselo a la fuerza o robar su sangre o intenten abusar de su favor" escupe el Tengu, mordiendo una ciruela "Todos terminan igual"

"Prefiero trabajar con maldiciones" declara el Kitsune, sosteniendo un racimo de uvas "Los humanos solo necesitan un ambiente adecuado para volverse horribles"

Oculto | Kimetsu no YaibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora