Mil y una Vez Más

"La responsabilidad de tres criaturas es mucha"

—… Clinton entra y ubica a los rehenes. Fergus examina los huertos con el inefable de servicio y Greyson, juro que si no mantienes selladas las puertas traseras y el hechizo de anti aparición, te convertirás en la primera lechuza humana del ministerio.

El auror asintió avergonzado; dentro de los escuadrones suele haber un "niño corriendo en pañales", es un novato que está dentro de las misiones para observar protocolos organizados y las reacciones reales ante el peligro. En el equipo de Harry estaba Thomas Greyson, un veinteañero acelerado e impulsivo que se entromete en la acción; si fuera por la estabilidad mental de Potter, el muchacho estaría en escritorio lo que resta de su servicio, pero el verse reflejado en él durante su formación profesional, sigue dándole otra oportunidad para seguir órdenes.

Fergus tomó la muñeca alzada de Thomas y negó con la cabeza, quien le frunció el ceño, pero no aflojó su agarre en la varita. Harry apretó los labios y dió una aclaración que se supone era innecesaria.

—Los hechizos anti aparición se realizan después de la llegada de los inefables. Desde que aparece el primero, cuenta siete segundos y activalo.

—O cuenta hasta tres y cargate toda la misión, niño. Estoy seguro que el inefable Malfoy no te hará sufrir tanto como Potter. Un bonito Avada Kedavra, no sentirás mucho— Blaise Zabini se presentó de pronto a la izquierda de Harry, quien rodó los ojos y le codeó con fuerza.

—Potter-Malfoy, estoy casado.

—La mitad de Inglaterra actúa como si no.

Lo ignoró como es costumbre, para mejor buscar al líder del escuadrón secundario; dejando atrás a un estresado auror novato contando siete segundos repetidamente y un auror burlón que le pincha el costado.

—Hills, todo está listo.

El viejo auror observó a los alrededores y asintió. Bien, aquello era una buena señal para Harry, que a la mala tuvo que entender las calladas reacciones del líder.

—Tres minutos y llegan los inefables, todos a sus puestos. Potter-Malfoy entras con dos inefables por la puerta principal, Clinton y García por la lateral, Fergus y Zabini se las arreglan en los huertos con otro inefable y el niño se queda durmiendo en la cuna.

Se encontraban en una casona de apariencia abandonada pero con un claro hechizo de repelente de muggles, preveían una estructura distinta por dentro, se podía disimular un segundo piso y tal vez uno subterráneo. Estaban en la Bahía de Robin Hood, que es un pueblito pesquero ubicado en las zonas costeras de Yorkshire. Harry encontraba encantadoramente relajante las casas con tejas rojas y acantilados enormes, claramente al estar en servicio no se tomó todo el tiempo que deseó en ver como las olas rompen contra la arenisca. Pero esperaba que al terminar la misión, aproximadamente a las cuatro de la madrugada, podría pasear un poco por la costa del mar antes de volver a casa con los mellizos y su amado esposo para descansar profundamente.

Suspiró. Se plantó frente a la puerta vieja de color marrón y espero.

Está muy concentrado en repasar el protocolo de rescate y defensa, que fue sólo por un jadeo de sorpresa conocido lo que le hizo salir de su burbuja. Ahogó una exclamación al divisar un cabello rubio platinado y un par de ojos platas-azules. Ahí estaba su esposo la varita apretada contra su costado y expresión anonadada.

Ambos entraron en pánico.

—¿Quién está con los niños? —exclamó Draco primero.

—¿Hace cuanto que estas en el caso? —le siguió Harry. —¿Teddy fue con Meda?

No contestó su pregunta—¡Le dije a tu secretario que te avisara de los cambios! Si, eso creo.

—¿Secretario? No tengo uno. —Sus mellizos están solos en casa y ninguno puede aparecerse ahora. Draco miró con enfado detrás de Harry, él volteó y vió la cara empalidecida de Thomas.