"sólo es un mal día"

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No era un buen día, absolutamente no se sentía como uno bueno. Para empezar, Harry se levantó tarde y no logró robar algo del desayuno mas que una tostada con poco de mantequilla de la mesa de Hufflepuff. Corrió con el uniforme arrugado hasta el aula de Pociones y no alcanzó un buen lugar cerca de su novio.

Debería enojarse, debería mirarlo mal por no guardarle el lugar como lo habría de hacer si fuera un buen día. Pero no lo era, se sentía algo desubicado y mal. Simplemente mal.

Se dejó caer en la primera fila sin ver a Draco, ni al profesor Slughorn que lo saludó sin reprender por su tardanza, ni a sus amigos que estaban hasta atrás del salón riendo tontamente.

—¿Te abandonó tu grupito de falderos, Potter? —murmuró su compañero de banca.

Volteó bruscamente, la chica de túnica verde sonrió burlonamente. Harry no tenía idea de quien es, su rostro es redondo y ojos marrones resentidos,  le sostuvo la mirada hasta que el Gryffindor la quitó.

—Apuesto a que Malfoy también se cansó de ti, ¿cierto? No, ¡ya sé! Es por lo de su padre. ¿Quién podría salir con la persona que envió a tu padre a Azkaban? Absolutamente nadie.

Slughorn comenzó a dar indicaciones, intercalando chistes sin gracia. Harry ignoró ambas conversaciones.

—¿Ya viste como Granger y Weasley se besuquean por los pasillos? Terminaste como la tercera rueda, el incómodo tercer amigo entrometido en la relación. Me pregunto cuántas veces se escapan de ti para tener algo de tranquilidad.

—Cierra la boca. Para empezar, ¿quién putas eres? No te he visto en mi vida.

La chica azotó el frasco de gusanos en el escritorio— Oh, ¿te estoy molestando, Potter? ¡Qué mal! El elegido está siendo acosado ¡alguien, rápido! Llamen a Dumbledore para que rescate a su niño dorado

—¡Cállate de una vez! —exclamó con la varita alzada en dirección de la chica.

Los estudiantes veían con expectación y silencio como Harry respiraba pesadamente— No me conoces y yo no sé nada de ti. Pero no me detendré si vuelves a hablar.

—¡Harry! —gritó Hermione desde el fondo, estaba de pie sujeta desde la muñeca por Ron.

—Tranquilos, tranquilos. Esto es todo un malentendido, ¿verdad, Harry? No quieres dañar a la señorita eh-mmmh, —Slughorn titubeó e hizo un gesto para señalar a la Slytherin— a tu compañera.

Estaba harto, cansado, hambriento y con muchas ganas de estallar, de huir. Apretó más la varita— No, pero lo haré si abre la boca.

La chica no hizo ademán de sacar la propia, solo sonreía levemente— ¿Es una amenaza?

—Advertencia.

Ronald jaloneo a su novia hasta que se sentó— Ya, él no hará nada.

El maestro seguía esperando que bajara la varita, pero el comentario de Ron le molestó e incomodó. Tomó sus cosas y salió del aula.

Tiró su bolso en una banca debajo de un ventanal, se deshizo el nudo de corbata y corrió en dirección al campo de Quidditch, ¿a dónde podía ir? ¿A dónde huir?

Me quiero ir, no quiero estar aquí, pensaba.

Cuando salió al campo abierto, sintió todo dar vueltas. Los balcones se volvieron un borrón en su vista.

Quería desaparecer.
Quería golpear.
Quería gritar.
Quería llorar.
Quería irse.

Se tiró al césped y sujetó sus rodillas contra el pecho, no supo cuando las lágrimas habían aparecido.

Lo tomaron por los hombros— Respira, Harry.

No podía, no había suficiente aire.

Las fuertes manos le acariciaron la espalda— Vamos, inhala, uno, dos, tres, exhala, cuatro, cinco.

Hizo lo que Draco le dijo, pero no paró de llorar.

—¡No quiero estar aquí!

—Nos iremos, lo prometo.

Frunció el ceño y alzó el rostro— No puedes puedes prometer algo que no cumplirás, Malfoy.

—Haré lo que me venga en gana, Potter.

Y lo besó. Su cabeza volvió a dar vueltas pero ahora por el dulce sabor de la boca caliente de Draco.

Cuando el muchacho hizo el gesto de retirarse por completo, Harry le jaló por la corbata, obligando a que se tambaleara hacia el frente y terminará con las manos al lado de su cadera. Atacó su boca con desesperación, introduciendo su lengua entre los dientes de Draco, mordiendo, chupando y succionando con avidez. Fue correspondido con algo de torpeza.

Se apartó hasta que sintió el sabor a sangre— Mierda, lo siento.

Levantó la mano y con su manga limpio el líquido rojo de los labios hinchados. Draco besó su mano— Eres bruto.

—¿Quién me besó primero?

—Es la única manera de hacerte callar.

Sonríe y se inclina para besar castamente sus labios lastimados— ¿Te saliste de la clase?

Draco se quita de encima y se tira espalda al césped— No le caigo bien a Slughorn, apenas y notó que salí. Cuando llegué estabas en medio de un débil tornado de aire y hojas.

Harry buscó su mano para entrelazarlas, recibió un apretón en respuesta.

Continuó— ¿Qué pasa, Harry?

—Tengo una mala vida.

—No, sólo es un mal día.

Su garganta se cerró y los ojos volvieron a picar— ¿Cómo carajos sigues conmigo luego de todo esto?

El rubio se encogió de hombros— Es besarte o hechizarte, ¿qué prefieres?

Soltó un quejido y se tiro a su lado— Soy un desastre y un fracaso como novio.

De nuevo, Draco alzó las manos entrelazadas, quitó la suya y acercó la de Harry a sus labios, delineó con la lengua las palabras marcadas en su dorso.

El aire se escapó de los pulmones de Harry, se sintió sonrojar, se pegó más al costado de Draco.

Cuando terminó, beso la marca, los nudillos y mordío juguetón la palma de su mano— Yo no salgo con fracasos, Potter.

Mil y una Vez MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora