"Sus comidas son muy extrañas"

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Mientras caminaban en dirección al gran comedor, Harry se toqueteaba el cabello una y otra vez, su novio Draco, le tomó de la muñeca y con una mueca exasperada le pidió que parara. Harry sonrió incómodamente.

—Me crispas los nervios, Potter. ¿Qué sucede?

Harry distraído, se rascó el ojo. —No, nada.

No le soltó la muñeca y volvió a presionarlo— Harry...

El muchacho frunció el ceño y alzó su labio inferior en un puchero— Prométeme que no te vas a enfadar.

—Entre menos te tardes en explicar, más tranquilo estoy.

Atrapó su mano y las entrelazó para alejarlos de la multitud de estudiantes- No me quiero sentar en Slytherin.

Le frunció el ceño— ¿Por qué?

Volvió a hacerle un puchero— Porque no. Vamos a Gryffindor, amor.

Draco cerró los ojos, sabiendo que si continuaba viéndolo caería en sus encantos— Dime por qué.

—Porque....

—Ajá.

—Porque...

—Harry, mi tranquilidad se agota.

—¡De acuerdo! Sus comidas son muy extrañas.

Draco no entendía un carajo.

Harry siguió con su explicación— Si, mira. Yo como pollo y patatas, tú cordero y espinacas a la no-sé-qué. Es muy extraño, ¿has notado que no tienen siquiera plátanos? ¿Cómo es posible que no tengan plátanos en los fruteros? ¡Ah! Porque eso es otra cosa, ustedes no tienen fruteros, todo lo tienen en sus recipientes de vidrio que muchas veces he visto que se levitan de lado a lado. ¡No hablemos del té! ¿Por qué no pueden tener bebidas normales? Tienen aproximadamente 10 diferentes sabores del maldito té. ¿Por qué? ¡Simplemente es té! No los entiendo, Draco.

Para su sorpresa, su novio se echó a reír— ¡Harry, eres único!

Aunque se sonrojó, se sintió agredido— No te burles, Dray...

Draco le tomó por las mejillas y le besó castamente los labios, gesto que fue bien recibido por Harry— Vamos, Potter. Te explicaré en la cena.

En cuanto entraron al comedero, Malfoy inició su explicación— Tú mayor complicación es que no tienes sangres pura tradicionales y ricos a tu alrededor allá en Gryffindor.

—Engreídos y caprichosos.

Draco le empujó suavemente— No, personas firmes. Aquí en Slytherin la educación en casa es sagrada, mira— apuntó con la cabeza a unos pequeños de segundo año.

—Ellos son hijos de muggles, impresionantemente conocen mucho sobre áreas que otros estudiantes sangre pura no. Por ejemplo, las leyes de física... ellos estudian y manejan la magia a su propia paso. Entienden y hablan de conceptos que muchos de nosotros no podemos aplicar porque simplemente no conocemos.

—¿No son rechazados o algo así?

Draco negó— Entre nosotros nos protegemos, les enseñamos y guiamos a sentirse orgullosos de sus raíces, no tienen porqué sentirse menos por la forma en que han sido educados. Todo es sobre tomar las ventajas que se les brindan y ganar.

Harry silbó impresionado— Voldermort se revuelca en su tumba escuchándote hablar así.

—Ah, jódete.

Rieron mientras tomaban asiento. Draco siguió— Los puros ricachones son educados en casa para ser los mejores, como cualquiera, tienen sus normas impecables en casa. Cuando llegan a Hogwarts es un choque nervioso ver tanto niño despreocupado usando el tenedor incorrecto de ensalada cuando a ellos les presionaron a comer con elegancia.

—¿Fue difícil para ti?

Negó— Mamá me habló de eso, me dijo que no me preocupara por educar a alguien que no quiere escuchar.

—Y aun así te quejas de Ron.

Arrugó la nariz— Me entretiene.

Harry se inclinó y besó su mejilla, fascinado con su expresividad— Sigue, por favor.

—A comparación de los Slytherins, muchos de las otras casas se avergüenzan de ser tan elegantes, lo cual es tonto, pero no sé porqué sucede. Pero nosotros nos mantenemos firmes, ¿por qué debería cambiar mi comportamiento? Así me educaron y sé que es lo correcto.

—Eso no explica sus comidas extravagantes.

Tomaron una taza de té— En casa tenemos lo mejor de lo mejor. Es por eso que nuestras comidas se adaptan a nuestros estómagos. ¿Alguna vez me has visto comer pasas o almendras?

Negó. Draco continuó— Nunca verás frutos secos a mí alrededor donde siempre me siento porque soy alérgico. Los elfos saben los asientos usuales de los Slytherins y evitan incomodidades, pero allá —apuntó con su mirada a un extremo izquierdo— verás muchas frutas, porque a los McCall les encantan.

Era cierto, alrededor de los gemelos había muchos tazones con frutas de gran variedad. Incluso el plátano que siempre busca Harry.

—A lo que quiero llegar Harry, es que los profesores saben que en nuestra mesa hay muchos orgullosos que se negarían a comer donde sirven pollo y patatas. Porque nuestro organismo está adaptado a cierto tipo de comida. Mira, no le darías a un asiático comer lo que los americanos de golpe, se enfermarían por muchos factores. Aquí en Slytherin respetamos que somos educados de distinta manera; yo no me meteré con lo que comen allá en Gryffindor, porque ustedes aceptan lo que les den, no levantan la vista y dicen "no comeré esto porque contiene mucho condimento". Nosotros no tememos por explicar que en casa nuestras comidas eran muy ligeras de especias.

Harry levantó la mirada y por primera vez inspeccionó todo a su alrededor, los diversos platillos que había en las cuatro mesas.

—¿Solo bastaría con ir a las cocinas y pedirles a los elfos que me sirvan pollo y patatas cuando cene aquí?

Draco le miró con ternura y asintió— Claro, nadie te verá mal, porque eso es lo que tú consumes.

—Pff, ¿alguna vez has comido pizza?

—Si, en casa de Parkinson, a padre casi le da un paro cuando se enteró, fue increíble.

Harry se volvió a inclinar y recargó su mejilla en el hombro de Draco— Cuéntame sobre eso.

Mil y una Vez MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora