Todos estaban en el jardín, ya sea caminando, jugando o simplemente conversando, totalmente ajenos a lo que ocurría en la habitación de la chica de los cristales, un fuerte grito proveniente de la casa seguido de varios estallidos llamó la atención de todos.
Enoch fue el primero en correr, seguido de Emma y luego de Miss Peregrine. Subió las escaleras de dos en dos, desesperado, frente a la puerta de Arantza se encontró a su muñeco pateando con desesperación la puerta, lo apartó y trato de abrir la puerta, pero estaba bloqueada, por lo que lo primero que pensó fue en patear la puerta.
— ¡O'Connor! — ignoró el grito de Peregrine cuando lo vio, siguió pateando hasta que la puerta se abrió.
Arantza estaba sentada en su cama, con los brazos cubriendo su pecho, su bonito peinado deshecho y una expresión de completo terror. Enoch se quedó en shock al verse a sí mismo desnudo en el suelo con el rostro con múltiples cortes. Emma lo quitó de la puerta y corrió hacia Arantza, rápidamente la envolvió con una sábana y la sacó de su habitación para llevarla al baño.
— Le juro, señorita Peregrine, que ese no soy yo. — dijo Enoch al ver la expresión de desconcierto de su cuidadora.
— Eso es más que obvio, Enoch, tú serías incapaz de dañarle un solo cabello a ella, o a nadie. Ayúdame a sacarlo de aquí. — pidió Peregrine, Enoch tuvo que resistir el impulso de negarse.
Tras cubrirlo con una manta llevaron al chico al saloncito, donde ya lo esperaba su cuidadora completamente confundida. Alma le ordenó a sus niños que no se acercaran al salón.
— ¿Qué clase de persona he metido en mi hogar? Con mis niñas. — se lamentó la señorita Avocet cuando Alma Peregrine lo que el muchacho había hecho— Lo lamento muchísimo Alma, te juro que yo no... Yo debía saberlo, su cuidadora anterior me dijo que era problemático. Alma, tu niña ¿Esta bien ella? ¡ay, Dios santo! Cómo lo siento.
La mujer había comenzado a llorar, por lo que Alma se sentó a su lado y le acarició la espalda, dándole algo de consuelo.
— No te sabría describir como estaba ella— comenzó a decir, sintiendo la rabia y la impotencia crecer en su interior, viendo al chico sin inconsciente en el sofá, con el rostro manchado de sangre seca, solo le quedaba resistir el impulso de sacar a ese chico de su hogar y tirarlo por el acantilado—. No sabemos si este chico ha hecho eso en otras ocasiones a otras personas, pero no podemos permitir que lo siga haciendo Esmeralda.
— ¡No, por supuesto que no! Si por mí fuera lo dejaba a su suerte en el mundo, pero es... Es solo un niño. — replicó la señorita Avocet cubriéndose el rostro con las manos.
— Un niño no hace lo que él ha hecho, Esmeralda, supongo que si se cree hombre para... Hacerle eso a una jovencita perfectamente decente, como lo es mi Arantza, será lo suficientemente hombre para sobrevivir solo. Él ya no necesitará de tu cuidado, Esmeralda.
— No, no lo hará— respondió Avocet mirando, aún con lágrimas en los ojos, desdeñosamente al chico, que parecía empezar a recobrar el conocimiento—, pero me aseguraré, Alma, de que jamás en su vida se le vuelve a ocurrir tocar a una mujer.
Avocet mandó a uno de sus niños mayores a traer la ropa de Clearwater mientras ella comenzaba a curar dolorosamente sus heridas, que se extendían por todo su rostro y cuerpo, algunas incluso tenían fragmentos de cristales incrustados, lo cuál fue el doble de doloroso.— Se cree lo suficientemente mayor para deshonrar a una jovencita en su propia casa, será lo suficientemente mayor para valerse por sí mismo en el mundo. — dijo Avocet al chico antes de salir del saloncito para dejarlo cambiarse.
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Crystals (Enoch O'Connor)
FantasyCrystals •|• Enoch O'Connor "Un millón de sueños para el mundo que haremos." (Miss Peregrine y los niños peculiares fanfic) (Enoch O'Connor fanfic)