Luego de que Avocet y sus niños se fueron Alma reunió a todos en la biblioteca para hablar de lo ocurrido.
— Bien niños, ya les he explicado a todos como es el proceso de reproducción del ser humano, también les expliqué que todo esté proceso debe tener el consentimiento del hombre y la mujer... — hizo una pausa, buscando las palabras correctas para explicar la situación, sobretodo a los más pequeños— La cuestión aquí es que... Este proceso no sólo sirve para traer a otro ser humano al mundo, sino también como una actividad placentera que realizan las personas cuando sus cuerpos y mentes están listos para ello. Lo que Clearwater le hizo a Arantza no fue consentido, él abusó de ella haciéndose pasar por alguien en quien ella confía, a esto, mis niños, se le llama violación y es uno de los actos más crueles y despiadados que el ser humano puede llegar a cometer.
«Por desgraciada, nuestra querida Arantza fue víctima de esta situación y no podemos hacer nada para cambiar eso... — dio un fuerte suspiro antes de volver a hablar— el daño ya está hecho, no podemos deshacerlo, pero podemos ayudarla a superar lo ocurrido, es nuestro deber como la familia que somos permanecer a su lado y apoyarla, solo así podemos hacer que vuelva a ser como antes, al menos una parte de ella— Claire, apenada levantó la mano— ¿Si, Claire?
— Esto... ¿Significa que Arantza va a tener un bebé? — preguntó con inocencia y a Enoch se le revolvió el estómago de tan solo imaginar a su pobre Arantza cargando con el vástago de Tobías Clearwater.
— No lo creo querida— respondió Alma con gentileza— no hay mucha probabilidad de que suceda.
— Señorita, ¿Qué podemos hacer nosotros para ayudar a Arantza? — preguntó Fiona.
— Lo principal será entender que no podemos actuar como si no hubiera pasado, pero tampoco debemos hacer que todo gire al rededor de ello, por lo pronto habrá que darle tiempo y espacio para ella misma, luego podrán acercarse más y poco a poco volverá a estar bien.
— Dijo que no hay mucha probabilidad de que tenga un bebé, pero aún así existe la posibilidad ¿Qué pasará si queda embarazada? — preguntó Olive sintiendo la mirada de todos sobre ella.
— Aunque es preferible que no suceda, si llega a pasar, la decisión será de ella y nadie más, dependiendo de lo que ella decida yo me haré cargo. — sonrió Alma— Una última cosa, si tienen alguna otra duda respecto a lo sucedido no le pregunten a ella, no por el momento, ¿de acuerdo? — todos asintieron y Alma les dio permiso de salir mientras que ella se dirigió a la habitación de Emma para velar por el sueño Arantza.
A los tres días Arantza volvió a su habitación, pues habían tenido que remplazar varios muebles que se habían dañado con los cristales, además de comprar ropa nueva por lo mismo. Emma creyó que era buena idea acomodar todo de manera diferente, para que no le recordara tanto al suceso.
Para todos fue un proceso lento, pero fue más que doloroso para tres personas en el hogar: Alma Peregrine, viendo a su niña vagar como un alma en pena, vestida en tonos oscuros, con círculos oscuros bajo sus ojos, sus ojos verdes viendo el mundo sin ese brillo que los caracterizaba; Arantza Sallow, pasando dos días en la cama de Emma, pues el desgarre causado había sido tal que permanecer de pie más de una hora era suficiente para tener un dolor terrible, los cortes de su cara habían sanado y dejado marcas claras en el lugar en el que habían estado, se sentía sucia, se sentía una carga para quienes cuidaban de ella, se sentía culpable, una culpa que la abordaba por las noches llevándola a llorar de nuevo, la mayoría de sus cristales había dejado de funcionar, su habitación se veía oscura y abandonada, se sentía ajena a la rutina, a ella misma; Enoch O'Connor, sintiéndose miserable porque la persona que más quería en el mundo ni siquiera lo miraba, si se topaban en el pasillo ella daba media vuelta y volvía a su habitación, había dejado de comer con todos los demás, sólo para no verlo, ya no iba a su habitación a hacer acto de presencia, rechazaba sus intentos de acercarse con sus muñecos, huía de él, ella lloraba y él no podía ir con ella.
— ¿Enoch? — le llamó Miss Peregrine durante una de sus clases— ¿Estás bien?
— ¿Le digo la verdad o lo que quiere escuchar? — respondió él de mala gana.
— Cuida tu tono— reprendió ella cerrando el libro que tenía en sus manos—. La verdad.
Tras unos segundos pensando un como expresarse, sus ojos se llenaron de lágrimas y terminó encorvado cubriéndose el rostro con las manos.
— Ella no me deja acercarme— logro formular entre sollozos—, nunca me mira y cuando lo hace... me ve como si hubiera sido yo quien la dañó. Yo no lo hice, señorita Peregrine, yo no lo hice. — Alma se sentó a su lado con un pañuelo en la mano, limpiando sus lágrimas, era la primera vez desde que estaba bajo su cuidado que lo veía romper en llanto.
— Lo sé cariño, lo sé y ella también lo sabe— lo abrazó tratando de brindarle consuelo—, pero es algo inconsciente, el chico usó tu imagen, eso le generó un trauma severo, porque tú eras una persona que ella quería, en quién confiaba y la simple idea de que pudieras hacerle daño la rompió... Sólo dale tiempo y ella... Tal vez vuelva a ser la misma.
Pero el tiempo pasó y Arantza no mostraba intenciones de siquiera volver a mirar directamente a Enoch, situación que comenzó a ser un tanto molesta para el chico y para Emma, pues ella era quien tenía que escuchar una y otra vez las razones de Arantza para volver y para no volver a hablar con Enoch.
Tres meses pasaron, meses en los que Arantza se dedicó enteramente a averiguar porque su cristal no le había avisado al Ave de su peligro, logrando encontrar el defecto, solo se activarían cuando el peligro fuera mortal (como asomarse de cabeza por la ventana de un segundo piso), y su peligro no había sido mortal, logro perfeccionarlo, haciendo que cambiará de color cuando era un peligro no mortal y se calentara cuando lo fuera.
Las pesadillas siempre llegaban, de una u otra forma siempre despertaba sudando frío y con los ojos llorosos, por lo que su solución fue entrar a la biblioteca por las noches y leer cuánto pudiera hasta que casi no podía ni mantenerse en pie. Esta noche no sería la excepción, salió de su habitación, topandose directamente con Enoch saliendo también de la suya. Ambos chicos se quedaron congelados, viéndose directamente por unos segundos que para ambos se sintieron como horas.
— Yo... — comenzó a decir Enoch tras desviar la mirada— Yo, ah... No podía dormir. — continuó después de balbucear un poco.
— Yo tampoco. — respondió la chica moviendo sus manos con nerviosismo. Tras un minuto de silencio Enoch asintió y tomó la dirección opuesta a la biblioteca, hacia el baño, mientras que Arantza continuó si camino a la biblioteca.
Tras unos treinta minutos se escucharon unos débiles golpes en la puerta de roble de la biblioteca, Arantza, desconcertada al mirar la hora, se levantó del silloncito para abrir la puerta, encontrando al muñeco de Enoch, el que tenía una tenaza, parado frente a la puerta con una hoja doblada en sus "manos". Con una sonrisa tierna en sus labios levantó al muñeco para tomar la hoja y volver a cerrar la puerta de la biblioteca, sentándose en el silloncito con el muñeco en su regazo.
"Arantza.
Entiendo que no quieras verme, yo mismo no podría volver a verme tras pasar por una situación así, pero te ruego que no me alejes más, estos últimos meses han sido la tortura más cruel que he sufrido, tener que verte desde lejos, que evites estar en la misma habitación que yo, no puedo soportarlo, no quiero.
Esta noche salí de mi habitación con la única intención de verte, tenía que verte directamente, sé que sales a la biblioteca, así que quise aprovechar la ocasión, pero al verte simplemente me congelé y no pude decir nada.
Te ruego por favor que acabemos con esta agonía y volvamos a hablar, puede ser por este medio si quieres, no te obligaré a verme y hablarme directamente, pero de verdad, no sé en qué momento comencé a necesitar tanto tener contacto contigo.
No pretendo que actuemos como lo hacíamos antes incluso de la muerte de Victor, pues es imposible hacer como que no sucedió nada, pero por algo debemos empezar.
Quiero también disculparme, y que esta vez estés despierta, por no haberte cuidado como lo hacía Victor, por no haber estado contigo todo el tiempo, incluso porque haya sido mi imagen la que utilizó ese infeliz para dañarte, siento muchísimo lo que te hizo y si pudiera hacer algo para evitarlo lo haría sin dudarlo, pero yo no puedo manipular el tiempo.Espero que podamos reestablecer nuestra amistad, aunque sea por cartas, y de nuevo, perdoname por no haberte protegido como te mereces.
Con cariño, Enoch"
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Crystals (Enoch O'Connor)
FantasíaCrystals •|• Enoch O'Connor "Un millón de sueños para el mundo que haremos." (Miss Peregrine y los niños peculiares fanfic) (Enoch O'Connor fanfic)